El capital político es un activo, un haber que poseen los políticos, depende directamente del apoyo ciudadano, pero también de su reputación y de lo que ellos representan; a mayor capital político corresponde más amplio margen de acción e incidencia en la realidad social. Es difícil aumentar el capital político, pero es muy fácil perderlo, puede irse como el agua entre los dedos; actitudes, expresiones y errores en el ejercicio de la autoridad pueden corroerlo. La gobernabilidad, es decir, la capacidad del poder de turno para atender con eficacia las demandas sociales, puede tonificar al capital político.
Daniel Noboa, presidente electo del Ecuador, asumirá el poder con todo el capital político que significa ser la cabeza de la máxima magistratura nacional, porque genera expectativas elevadas en toda la sociedad, no solo en el sector de sus votantes. Su capital político tiene base social y ciudadana, pero a decir de algunos analistas, también se anclaría en otros factores particulares que proyecta: figura joven y enigmática -con su propia estrella, porque esto también vale en política-, estilo no confrontativo combinado con economía de lenguaje, formación de alto nivel, conocedor del mundo empresarial, disciplina deportiva.
La crisis sistémica que atraviesa el país pondrá a prueba al nuevo gobierno y, por ende, al capital político que posee, un activo que se mantendrá, aumentará o disminuirá según el estilo del gobernante, de las decisiones que adopte y de las políticas que impulse, principalmente en los campos del combate a la violencia e inseguridad, lucha contra la pobreza, generación de empleo, producción y, atracción de inversiones. Para todo esto será vital concretar acuerdos del más alto nivel con fuerzas políticas democráticas, de tal forma que logre gobernabilidad para alinear y coordinar la marcha de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial con el fin de servir al Ecuador.
En las manos del nuevo gobernante -autodefinido de centro izquierda- también estará lograr una urgente y sólida reconexión de la política con la sociedad, para incrementar la confianza ciudadana en el Estado y sus instituciones. Para esto se requiere mucha cabeza de un equipo que debe combinar renovación y experiencia, consistencia y acción rápida, coherencia entre lo que se ofrece y se practica, también comunicación verosímil o creíble con el pueblo. Noboa contará con escasos 18 meses para gobernar, tendrá una montaña de problemas que solucionar y, un capital político que cuidar, si quiere proyectarse en la historia nacional más allá de esta dificultosa, aunque no imposible coyuntura.
Texto original publicado en El Telégrafo.
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