El presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, ensalzaron sus esfuerzos por fortalecer su alianza antioccidental este miércoles en Kazajistán, al margen de una cumbre en la que también buscan aumentar su influencia en Asia Central.
Putin y Xi se reunieron en Astaná, capital de la primera economía de Asia Central, donde se celebrará el jueves la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
Este bloque regional, dirigido por Beijing y que abarca Asia Central, India e Irán, está concebido como una plataforma de cooperación frente a organizaciones occidentales.
“Las relaciones ruso-chinas, nuestra asociación global y nuestra cooperación estratégica están atravesando el mejor momento de su historia”, afirmó Putin en unas declaraciones televisadas antes de la reunión bilateral.
Sobre la OCS, el dirigente ruso afirmó que “se consolidó como uno de los pilares clave de un orden mundial multipolar justo”, empleando un lenguaje habitual en las críticas de Moscú a Occidente.
La reunión entre Putin y Xi se produce un mes y medio después de que el mandatario ruso viajara a China para buscar más apoyo en su guerra en Ucrania.
La OCS representa el 40% de la población mundial y alrededor del 30% del PIB mundial, pero aparte de estos fuertes símbolos, existen numerosos desacuerdos entre sus miembros.
Influencia en Asia Central
En unas breves declaraciones de apertura de la reunión, Xi le dijo a Putin que Moscú y Beijing necesitan seguir “manteniendo la aspiración original de amistad” bilateral “ante la turbulenta situación internacional”.
Aunque Rusia y China desean formar un frente común ante las potencias occidentales, han sido rivales históricos por la influencia en Asia Central, región rica en hidrocarburos y clave para el transporte de mercancías entre Europa y Asia.
Los cinco países de la región -Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- son ex repúblicas soviéticas y comparten lazos culturales, lingüísticos y económicos con Rusia.
El hermético Turkmenistán no es miembro de la OCS, pero los otros cuatro Estados centroasiáticos sí lo son, junto con India, Irán y Pakistán.
Desde que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, Moscú intenta mantener su influencia en estos países, frente a la pujante inversión de China.
Asia central es un eslabón esencial de la iniciativa china Nuevas Rutas de la Seda, un gigantesco proyecto de infraestructuras que comenzó hace diez años, impulsado por Xi Jinping.
“Una paz justa”
Putin se reunió también con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, cuyo país es un “socio de diálogo” de la OCS, quien invitó al presidente ruso a visitar Turquía “lo antes posible”.
“Definitivamente iré”, declaró Putin durante el televisado intercambio.
Turquía, miembro de la OTAN, propuso varias veces su mediación para poner fin al conflicto en Ucrania.
Erdogan aseguró a Putin que Turquía “puede sentar las bases de un consenso para poner fin a la actual guerra entre Rusia y Ucrania, primero con un alto el fuego y después con la paz”, según un comunicado de la presidencia turca.
“Una paz justa que satisfaga a ambas partes es posible”, añadió.
Bielorrusia, estrecho aliado de Rusia en su guerra en Ucrania, se incorporará formalmente a la OCS el jueves, al término de la cumbre.
En una entrevista con la agencia de noticias kazaja Kazinform, el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, afirmó que el bloque demuestra “al mundo que existen (…) otros centros de poder en los que se respetan los intereses de todos los Estados sin excepción.
La OCS, fundada en 2010, cobró un nuevo impulso en los últimos años como bloque de contrapeso a la influencia occidental, centrándose en cuestiones de seguridad y económicas.
Tiene como objetivo luchar contra lo que Beijing llama “los tres males”: el separatismo, el terrorismo y el extremismo.
Símbolo de la creciente importancia de este grupo, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, estará igualmente presente en la cumbre en Astaná. (AFP)
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