Las movilizaciones pacíficas siempre pueden existir en cualquier país, pero no las que destruyen o queman edificios, paralizan las ciudades y las economías. Los reclamos pueden ser reconocidos en un momento dado por parte de la sociedad; sin embargo, después terminan siempre en extremismos cómo pasó en Chile, con una protesta por el alza del pasaje del Metro que luego fue derogada, o en Colombia, con una ley tributaria que también fue derogada y terminó en una crisis política, social y económica que se mantiene hasta estos días.
Las protestas sociales en Chile y en Colombia han terminado en movilizaciones, sobre todo de jóvenes, que piden mejoras para la democracia. Y eso es justo. Pero eso no termina ahí porque hay intentos de desestabilización.
En Ecuador, lamentablemente, tenemos líderes de organizaciones sociales como Leonidas Iza, que ha comenzado a incitar a las protestas y movilizaciones ni bien inaugurado un nuevo Gobierno elegido democráticamente y en libertad con ofertas de campaña que recién comienzan a cumplirse, sobre todo, con el plan de vacunación contra el Covid-19.
El cumplimiento de sus promesas está, por ejemplo, en el envío de una nueva Ley de Comunicación a la Asamblea para garantizar la libertad de expresión de la sociedad en su conjunto, también está el Código de Ética contra la corrupción y para la aplicación de las políticas públicas en favor de la sociedad.
Las reformas en el marco legal para la Salud y la Educación tampoco deberían ser omitidas por quienes intentan propiciar estas movilizaciones. Lo lógico sería esperar a ver los resultados de estos primeros proyectos y qué el Gobierno de Guillermo Lasso pueda dar a entender lo que significa el encuentro del que no podría estar alejado ningún movimiento u organización social que también deben contribuir para hacer una mejor democracia. Eso implica también el evitar un enfrentamiento entre el poder Ejecutivo y Legislativo.
Es incomprensible que ciertas organizaciones intenten imponer sus ideas y agendas pese a que sus proyectos políticos nunca han sido aprobados en las urnas, solo para complicar la gobernabilidad de administraciones que recién comienzan en sus mandatos.
La gobernabilidad debe ser entendida como un acuerdo con esos movimientos políticos que deben poner de su parte para sacar adelante al país, a pesar de que en nada les interesa apoyar proyectos que viabilicen una agenda política social y económica para todos.
Las amenazas de líderes indígenas como Leónidas Iza sólo pueden ser explicadas en el contexto de una nueva elección de los dirigentes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, pero debería ser una agenda de protestas pacíficas sin amenazas de toma de carreteras ni encarcelamiento de ciudades que solo ayudarán a golpear más la economía del país.
El Gobierno debe poner un freno a estos intentos de desestabilización con la ley en la mano, frenar a gente radical que quiere desestabilizar el poder o tumbar gobiernos con una agenda desconocida y ni siquiera aprobada por la sociedad en las urnas.
No se puede entender extremismos como los que propone Leonidas Iza de derogar medidas de un gobierno anterior, ¿por qué no lo hizo antes? ¿Por qué ahora pretende erigirse como dirigente de la clase de choferes y hasta un regulador de la política económica con el pedido de derogar la dolarización?
Leonidas Iza es la continuación de un proceso iniciado con las protestas y movilizaciones de octubre de 2019, cuando ciertos grupos extremistas intentaron derrocar al anterior Gobierno, un proyecto que finalmente no se concluyó, pero ahora intentan hacer lo mismo.
Lo lógico sería que este tipo de movimientos intenten posicionarse como un proyecto de gobierno que apunte a ganar las nuevas elecciones para imponer sus propuestas o ideas de lo que consideran democracia, la libertad y los cambios.
Los líderes indígenas, además, en este momento tienen luz verde para hacer sus propuestas al Ejecutivo con los nuevos dirigentes de la Asamblea. Es decir, existen caminos para hacerse escuchar y proponer proyectos sin atentar contra la estabilidad política y económica del país.
Al parecer hay un intento de ganarle a Colombia y a Chile en el tema de las protestas extremistas que no buscan ninguna salida a la gobernabilidad de un país, solo crear caos y el voto de la sociedad es clave para parar estos intentos de desestabilización de un Gobierno que recién comienza.
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