Muchos de los residentes de la Franja de Gaza que estos días regresan a sus casas solo encuentran escombros. Samira Abdalá Nasser contó que su vivienda de dos plantas cerca de Beit Hanoun fue alcanzada por una explosión durante la última escalada de violencia entre israelíes y palestinos.
“Estamos de regreso en nuestras casas y no tenemos un sitio donde sentarnos, no tenemos agua, no tenemos electricidad, no tenemos camas, no tenemos nada”, le dijo la joven a la agencia Reuters. “Estamos de regreso en nuestras casas totalmente destruidas”.
Pese a escenas como esta, los gazatíes acogieron con alivio el anuncio del alto el fuego que entró en vigor el pasado viernes y puso fin a 11 días de ataques cruzados.
Los primeros convoyes con ayuda humanitaria llegaron al pequeño territorio horas después del cese de la violencia. Transportaban medicamentos, alimentos y gasolina. Empieza así una recuperación que, según los expertos, requerirá de tiempo y dinero.
“Se necesitarán años, si no décadas, para recuperarse del daño infligido en menos de dos semanas”, expresó Fabrizio Carboni, director de Medio Oriente en el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Más de 250 personas murieron en esos 11 días de violencia, 243 en Gaza y 13 en Israel. Y más de 100.000 personas tuvieron que huir de sus casas en la Franja, gobernada de facto por el grupo militante Hamás. Casi 800.000 personas no tenían acceso a agua potable, señaló la agencia de Naciones Unidas para la infancia, Unicef.
Margaret Harris, una portavoz de la OMS, exigió que se permita el acceso inmediato de personal y suministros de salud, y advirtió que las instalaciones sanitarias del territorio quedarán sobrepasadas por los miles de heridos.
Durante años, Gaza ha estado sometida por Egipto e Israel a férreas restricciones a la circulación de personas y bienes; ambos países justifican la medida por el peligro de que Hamás consiga armas.
¿Cuál es la historia de este lugar, que organizaciones de derechos humanos califican como la prisión al aire libre más grande del mundo?
En septiembre de 1992, el entonces primer ministro israelí Isaac Rabin, asesinado por un judío extremista en 1995, comentó ante una delegación estadounidense: “Me gustaría que Gaza se hundiese en el mar, pero eso no va a suceder, así que hay que encontrar una solución”. Casi 30 años después, esa solución no aparece.
Este estrecho territorio frente al mar Mediterráneo, hogar de unos 2 millones de personas, tiene una larga historia de asedios y ocupaciones que se remonta 4.000 años atrás. Encajada entre Israel al norte y Egipto al sur, la Franja de Gaza tiene unos 40 kilómetros de longitud y 10km de anchura.
Ha sido gobernada, destruida y repoblada por diversas dinastías, imperios y pueblos, desde el Antiguo Egipto -cientos de años antes de Cristo- hasta caer en manos del Imperio otomano en el siglo XVI. Fue conquistada por Alejandro Magno, el Imperio romano o el general musulmán Amr ibn al-As, cambiando de fe religiosa y alternando periodos de prosperidad y declive.
Gaza fue parte del Imperio otomano hasta 1917, año en que quedó bajo mandato de los británicos, que se comprometieron a facilitar la formación de un reino árabe unificado.
Durante la Primera Guerra Mundial, británicos y turcos llegaron a un acuerdo para el futuro de la Franja de Gaza y la mayoría de los territorios árabes asiáticos que pertenecían al Imperio otomano. Pero durante la Conferencia de Paz de París de 1919 las potencias europeas vencedoras impidieron la creación del prometido reino árabe unificado y establecieron una serie de mandatos que les permitieron repartirse y tutelar toda la región.
Así, la Franja de Gaza entró a formar parte del Mandato británico de Palestina, autorizado por la Sociedad de Naciones, que se extendió entre 1920 y 1948.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, los británicos decidieron trasladar la decisión sobre Palestina a la recién creada Organización de Naciones Unidas (ONU).
El organismo aprobó en 1947 la resolución 181 por la que Palestina se dividía así: el 55% del territorio para los judíos, Jerusalén bajo control internacional y el resto para los árabes (incluida la Franja de Gaza). Esta resolución, que entró en vigor en mayo de 1948, ponía fin al Mandato británico de Palestina y daba lugar al nacimiento del estado de Israel.
Casi de inmediato comenzaron los enfrentamientos, que desembocaron en la guerra árabe-israelí de 1948. El conflicto ocasionó cientos de miles de refugiados palestinos que terminaron asentándose en la Franja de Gaza.
Con la firma del armisticio, Gaza quedó ocupada y administrada por Egipto hasta 1967, año en que estalló la Guerra de los Seis Días que enfrentó a Israel con una coalición árabe formada por la República Árabe Unida -antigua denominación oficial de Egipto y Siria-, Jordania e Irak.
Tras la victoria en este conflicto, Israel ocupó la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, desencadenando una serie de violentos enfrentamientos que llegan hasta nuestros días.
La primera intifada (levantamiento) de los palestinos contra los israelíes surgió en Gaza en 1987, el mismo año en que se fundó el grupo islamista Hamás. Posteriormente se extendió a los otros territorios ocupados.
Los Acuerdos de Oslo de 1993 entre israelíes y palestinos dieron lugar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y le concedieron una autonomía limitada a Gaza y partes de la Cisjordania ocupada.
Israel retiró sus tropas y a unos 7.000 colonos de la Franja de Gaza en 2005, después de una segunda y mucho más violenta intifada.
El año después, Hamás logró una arrasadora victoria en las elecciones palestinas. Esto desató una violenta lucha de poder en 2007 entre Hamás y el partido Fatah, liderado por el presidente de la ANP, Mahmud Abbas.
El grupo militante resultó victorioso en Gaza y desde entonces se ha mantenido en el poder en la Franja, sobreviviendo a tres guerras y un bloqueo de 14 años.
Israel y Egipto impusieron el actual bloqueo tras la llegada de Hamás al poder. Los palestinos hacen frente a fuertes restricciones de movimiento que les dificulta viajar para trabajar, estudiar o visitar a la familia.
El año pasado se impusieron restricciones adicionales para intentar contener la propagación del coronavirus. Los cierres, junto a años de mal gobierno y el largo litigio de Hamás con la ANP, han devastado la economía de Gaza, donde el índice de desempleo oscila en torno al 50%.
Los cortes de electricidad son un suceso cotidiano en Gaza. Antes de este último enfrentamiento, los hogares de la Franja recibían electricidad en rotaciones de ocho horas.
Los últimos ataques han dañado cables eléctricos y alterado los suministros de gasolina. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés), la mayoría de las casas solo tienen electricidad tres horas al día.
La Franja obtiene la mayor parte de su electricidad de Israel, además de algunas aportaciones de la única planta de energía de Gaza y una pequeña cantidad de Egipto.
Cerca de un 80% de la población de Gaza depende de la ayuda internacional, según Naciones Unidas, y cerca de un millón de personas dependen de ayuda alimentaria diaria.
Para intentar eludir el bloqueo, Hamás construyó una red de túneles que utiliza para introducir bienes en la Franja y también como centro de comando subterráneo. Israel ve estos túneles como una amenaza y a menudo los marca como objetivos de ataques aéreos.
Gaza tiene una de las densidades de población más altas del mundo. Según la ONU, casi 600.000 refugiados viven en ocho abarrotados campamentos en el territorio. De media hay más de 5.700 personas por kilómetro cuadrado, muy similar a la densidad de población de Londres, pero la cifra sube a más de 9.000 en Gaza ciudad.
Israel declaró una zona de defensa a lo largo de la frontera en 2014 para protegerse de los ataques de cohetes e incursiones de los militantes islamistas. Esa delimitación redujo la cantidad de tierra disponible para viviendas o granjas.
El sistema público de salud de Gaza está en situación precaria por varias razones. La OCHA dice que el bloqueo de Israel y Egipto, una menor inversión de la ANP en salud y el conflicto político interno entre la ANP -responsable de la atención sanitaria en los territorios palestinos- y Hamás son los responsables.
La ONU ayuda gestionando 22 centros de salud. Pero varios hospitales y clínicas fueron dañados o destruidos en choques previos con Israel. Los pacientes de Gaza que necesitan tratamiento en hospitales de Cisjordania o Jerusalén Este primero deben ser aprobados por la ANP y después tienen que conseguir pases de salida aprobados por el gobierno de Israel.
En 2019, el índice de aprobación de las solicitudes de pacientes para salir de la Franja de Gaza fue de 65%. En los últimos meses, la situación sanitaria ha sido agravada por el coronavirus.
En abril, una subida de contagios derivó en unos 3.000 nuevos casos al día en Gaza. Se han reportado más de 104.000 casos desde el comienzo de la pandemia y más de 946 personas han muerto con el virus. La OMS advierte que las restricciones fronterizas no solo limitan el acceso a tratamiento de vida o muerte para víctimas de las hostilidades, sino que también dificultan la respuesta al coronavirus.
La mayor parte de los habitantes de Gaza sufre escasez de agua.
Si bien la mayoría de los hogares gazatíes están conectados a una red de agua, la OCHA dice que las familias recibieron agua solo durante seis-ocho horas cada cuatro días en 2017 debido a la falta de electricidad. Esto ha sido reducido todavía más por los últimos ataques.
La OMS estableció las necesidades mínimas diarias de agua en 100 litros por persona, que incluye el agua para beber, lavar, cocinar y bañarse. En Gaza, el consumo medio es de unos 88 litros.
Las aguas residuales conforman otro problema. Aunque el 78% de los hogares están conectados a redes públicas de aguas residuales, las plantas de tratamiento están sobrepasadas.
La OCHA dice que más de 100 millones de litros de aguas residuales sin tratar o parcialmente tratadas son bombeadas al Mediterráneo diariamente. A estas dificultades se les suma el alto índice de desempleo juvenil, el constante temor ante un posible ataque y la falta de perspectivas de futuro.
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