El Gobierno presentó una Pro forma sin otro objetivo que trabajar con lo que el panorama daba. El presidente Lenín Moreno recién va algo más de tres meses en el poder y lo que hizo fue echar a andar un Presupuesto sobre la marcha, que luego tendrá que ser ajustado a la realidad de la economía del país. Ninguno en el mundo es fijo, todos son susceptibles de cambios, de arreglarse en función de las variables macroeconómicas. ¿Qué pasa si el próximo año el precio del petróleo mejora? Son muchas variables exógenas que están en juego.
El Presupuesto General del Estado, que ya fue aprobado por la Asamblea, es solo una base para lo que será el del año siguiente. El presidente Moreno ha operado una suerte de transición, pese a ser un Gobierno del mismo partido político.
Primero sabemos que hay un déficit que ha sido ajustado hasta donde se podía. Ahora al Gobierno le corresponderá hallar las fuentes de financiamiento. Es muy importante que los recursos que obtenga sean para cubrir las necesidades reales de la economía como el cumplimiento de sus obligaciones, sin descuidar lo que sentará las bases para el desarrollo como son la educación y la salud. El rostro social que debe tener la economía.
El Gobierno no puede darse el lujo de obtener recursos para seguir alimentado un Estado demasiado grande. Porque eso sería igual a que una familia lograra acceder a un crédito para pagar una deuda, pero en lugar de hacer eso lo convierte en dinero de bolsillo. Con el tiempo esa familia estará frente a un doble endeudamiento. La que no pudo honrar y la nueva.
Es muy importante que el Gobierno tenga en cuenta que si alguien le tiende la mano para salvar los muebles, para cubrir ese déficit extraordinario, tiene que hacer las cosas bien.
Si en el mediano plazo, por ejemplo, no logra reducir el tamaño del Estado y optimizar ciertas variables será imposible reducir esa brecha con el paso de los años. Es decir, se habrá cubierto una parte de un déficit que volverá a crecer en los años siguientes. Podría convertirse en una espiral, en una rueda que no va a parar nunca.
La Pro forma, por ahora, ha identificado algunas fuentes de financiamiento, entre ellos los bancos rusos y chinos que tienen grandes capitales para invertir en las economías de riesgo como la de Ecuador.
Lo único deseable sería que las condiciones no sean las mismas que el Gobierno anterior aceptó, y sobre todo que el desembolso de recursos no vaya atado a ningún recurso estratégico como el petróleo. O en su defecto se haga una contraprestación, porque eso garantizaría que los recursos vayan a obras de infraestructura.
Ahora importa poco de dónde viene el dinero, porque después del sinceramiento de las cifras al Gobierno solo le quedaba echar a andar el Presupuesto. Es de suponer, además, que no había otras alternativas porque si el país hubiera manejado mejor su imagen en los últimos años habría podido acceder a mejores fuentes de financiamiento, como los organismos multilaterales.
Un país puede endeudarse, pero esa deuda no puede superar nunca el 40% y 45% del PIB, porque eso significaría que no ha logrado sentar las bases para su desarrollo estructural.
El flujo de capitales en el mundo es bastante alto, pero el país debe mejorar sus condiciones para evitar estar limitados a la liquidez de los bancos rusos y chinos. Los organismos multilaterales tienen recursos para prestar y lo único que reclaman es una disciplina en la economía con objetivos económicos alcanzables y un déficit aceptable, que debe estar entre el 2,5% y el 3,5% del PIB como máximo.
Un país puede endeudarse, pero esa deuda no puede superar nunca el 40% y 45% del PIB, porque eso significaría que no ha logrado sentar las bases para su desarrollo estructural.
Una vez que estén sentadas las bases para el desarrollo y existan mejores condiciones para la inversión, el volumen del peso de la deuda sobre el PIB comenzará a bajar, indudablemente. Eso es igual a la familia que va al banco a pedir un crédito para comprar un terreno y construir una casa. Cuando la casa esté lista, si sus condiciones mejoran, lo lógico es que irá al banco para renegociar esa obligación.
De ahí la necesidad de que el Gobierno comience a dar luces sobre su programa económico. Uno que apunte a bajar el peso de la deuda sobre el PIB. El presidente Moreno necesita decir al país y a los agentes económicos este es el camino o la estrategia que vamos a seguir para enrumbar la economía.
Hasta ahora, el Gobierno ha hecho las cosas bien para cambiar la imagen del país. Pero tras sincerar las cuentas fiscales le corresponde presentar un programa económico coherente con la realidad, con objetivos trazados en el tiempo y que se puedan cumplir para poder empezar a salir del bache económico en el que nos encontramos.
Si bien ya hubo un sinceramiento de las cuentas fiscales, la realidad de la economía del país no la conoceremos hasta el día en que se presente el plan económico con el que el presidente Moreno va a trabajar durante sus cuatro años de mandato.
El Gobierno ha dado pasos significativos en cuanto a forma y fondo para darle un giro a la imagen del país entre los agentes económicos, como la lucha contra la corrupción. El signo más grande fue el acercamiento que hubo en Guayaquil con los empresarios. El Ejecutivo se sentó en la mesa a pedirles que intervinieran en la recuperación de la economía.
No es que haya una receta de los dioses del Olimpo para sacar del bache económico al país. A veces hay mucho sentido común y saber que se sacrifica por un lado para ajustar por otro.
Pero hace falta también refrescar el equipo económico, porque todavía está ahí el que trabajaba con el anterior Gobierno. Esa renovación es urgente. Es como en los equipos de fútbol. Puede ser que la estrella contratada el año anterior mantenga un buen rendimiento, pero si el director técnico mete un nuevo refuerzo tal vez pueda potenciar a todo el grupo.
Es urgente también una reingeniería dentro del sector público, con la fusión de varios Ministerios para optimizar costos y hacer recortes en los gastos permanentes. Menos viajes, menos traslados, menos viáticos. Son ahorros necesarios.
Eso en principio puede golpear la economía real, porque significaría mayor desempleo. Pero en Argentina, cuando Mauricio Macri llegó al poder lo primero que hizo fue sincerar las cuentas y luego comenzó a reducir el tamaño del Estado. Eso significó la salida de muchos burócratas. Dos años después, sin embargo, ese país ha comenzado a recuperarse.
No es que haya una receta de los dioses del Olimpo para sacar del bache económico al país. A veces hay mucho sentido común y saber que se sacrifica por un lado para ajustar por otro.
Si la empresa privada, además, empieza recuperarse va a ser una inyección directa a la vena del Gobierno porque si los empresarios venden más el Fisco recaudará más impuestos.
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