La Vicepresidencia se ha caracterizado por ser una institución incómoda para los presidentes de la República. Y el corto periodo de Daniel Noboa Azín no es diferente. Su compañera de fórmula, Verónica Abad, resultó ser un lastre, tanto en la campaña como en el arranque de la gestión.
La evidente distancia entre los mandatarios ha ido creciendo con el paso de las semanas, desde la primera vuelta. Desde entonces, Abad solo acompañó a Noboa en la entrega de credenciales y en la posesión de los primeros ministros.
Pero el clímax llegó el 24 de noviembre de 2023 cuando, al día siguiente de la posesión, el Jefe de Estado decretó que su Vicepresidenta viaje a Israel, para desempeñarse como colaboradora de paz en medio del conflicto con Hamás, en la franja de Gaza.
Al día siguiente, el 25 de noviembre, Abad respondió con un mensaje en redes sociales. La Segunda Mandataria se hizo eco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y, sin mencionarlo, acusó a Noboa de violentarla, al enviarla “a morir a la guerra”.
Ambas acciones causaron revuelo en redes sociales. Pero, mientras la decisión de Noboa ratificaba el alejamiento entre los dos, el mensaje de Abad contradecía su posición política sobre la violencia de género.
Abad ha mantenido públicamente el discurso de que la violencia de género es un mito, “la lucha a ustedes (feministas) les ha llevado a creer cosas que no existen y que no son reales”, afirmó. Y acusó al movimiento de mujeres de solo buscar dinero.
Por ejemplo, en marzo de 2021, dijo que “esta obsesión por la ‘igualdad de género’ mediante la victimización busca solo privilegios del Estado”. Así, la vicepresidenta Abad ha sido una voz abiertamente opositora a los temas relacionados con la perspectiva de género.
Sin embargo, ahora utilizó la fecha contra la violencia de género a su favor y dijo que esta deja cicatrices muy profundas. Abad aprovechó la oportunidad para buscar simpatías en redes sociales, pero no anunció qué hará frente a la designación de trabajo a Israel.
De todas formas, la Vicepresidenta está entre ‘la espada y la pared’, en caso de no acatar sus funciones perderá el puesto y el único que podría cambiarlas es el mismo Primer Mandatario.
Además, parecería que Abad no tiene el peso político necesario para lograr que eso suceda, ya que no representó ningún aporte a Noboa durante la campaña, porque no era conocida en la escena política del país. Pese a que esta es la cuarta campaña electoral en la que participó.
La cuencana de 47 años ha intentado llegar al Concejo Provincial de Azuay (2006), como diputada alterna al Congreso (2007) y a la Alcaldía de Cuenca (2023), sin éxito. En su última elección consiguió un poco más de 15.000 votos, apenas un 5,2% de respaldos en su ciudad.
Y, ahora que por fin ‘llegó’ al poder, ha quedado claro que no participa del círculo de confianza del Jefe de Estado, ni mucho menos de las decisiones gubernamentales. E, incluso, durante la entrega de credenciales, Noboa no la mencionó en su discurso, pero sí habló de traiciones inesperadas de “gente que uno escoge”.
¿Qué pasará con la Vicepresidencia?
Como ya lo decretó el mismo presidente Noboa, la Vicepresidencia quedará reducida al mínimo personal necesario. La tarea está a cargo de la Secretaría de Planificación y el Ministerio del Trabajo.
Y la nueva ministra Ivonne Núñez explicó que todavía no se ha tomado una decisión sobre la reestructuración de la entidad. Esta podría ser parcial o total, pero respetando los derechos laborales de sus funcionarios, advirtió.
Si bien la institución no puede desaparecer, porque existe a escala constitucional y forma parte de la estructura del Estado, sí puede limitarse en su tamaño y participación en el Ejecutivo. Con Abad fuera del país, el distributivo de personal podría reducirse drásticamente.
Hasta el cierre de septiembre, la Vicepresidencia contaba con 102 funcionarios y el 100% de su presupuesto de USD 3,3 millones se utiliza para gasto corriente, es decir, salarios y mantenimiento de la institución.
Esto debido a que la institución no ejecuta proyectos de inversión, aunque el Vicepresidente de la República tenga funciones que se relacionen directamente con una temática, los ejecutores de los programas y obras son los ministerios respectivos.
De todas formas, la Vicepresidencia ha ido reduciendo su personal y presupuesto desde hace varios años. Por ejemplo, al final del correísmo, en diciembre de 2016, la plantilla de personal bajo el mando de Jorge Glas era de 206 funcionarios y el presupuesto anual bordeaba los USD 8 millones.
Ya para finales de diciembre de 2020, durante el morenismo, la Vicepresidencia contaba con 119 funcionarios y un presupuesto anual de USD 3,4 millones. Esto en gran parte se dio por las medidas de austeridad que decretó el Ejecutivo en medio de la pandemia y la caída de los precios del petróleo.
Además, a esto se suma el papel de los últimos vicepresidentes, Alfredo Borrero y María Alejandra Muñoz, que han pasado desapercibidos durante su gestión, pese a tener funciones encomendadas dentro del país.
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