A una salud mental algo tocada después de los años de pandemia, toca sumarle una crisis económica y política mundial que parece que no está dispuesta a ceder pronto. Los diagnósticos de ansiedad y depresión van en aumento, el insomnio se ha colado en la agenda diaria, mientras que la salud física también empieza a manifestar síntomas de angustia.
Toca convivir más que nunca con la incertidumbre, esa compañera de vida que tan poco gusta y que tanto resuena estos días. Empleos precarios, despidos, precios a la alza y salarios congelados, y todo ello con el telón de fondo de una guerra que no cede y especulaciones de cortes de suministros o escasez de servicios.
¿Cómo repercute todo esto en nosotros? ¿Podemos sacar algo positivo de esta situación de crisis? Olga Fernández-Velilla Lapuerta, psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, nos da algunas pautas para afrontar este momento. “La amenaza constante de una situación social crítica nos da una sensación de poca seguridad y estabilidad, lo que nos puede hacer estar en un estado de angustia o estrés de forma prolongada”, nos recuerda.
Para ella resulta evidente que los bombardeos informativos constantes, las dificultades económicas o las sensaciones que podemos tener en la calle –más gente pidiendo, menos ambiente en los bares–, nos afectan de forma negativa. “Además, todo ello nos hace estar más tensos e irascibles, lo que afecta a nuestras relaciones personales, especialmente a las familiares y de pareja. En una situación tal todos estamos más vulnerables a experimentar sintomatología ansioso-depresiva”.
SIGNOS DE ALERTA ¿ME ESTÁ AFECTANDO DEMASIADO LA CRISIS?
Los altos niveles de estrés provocados por una visión poco clara del futuro, unido a la frustración por no ver reconocido el esfuerzo, hace que aumenten comportamientos agresivos y antisociales. Muchos se muestran más irascibles y desesperanzados, pero conviene distinguir cuando estamos frente a una sintomatología que requiere de ayuda profesional.
“Si observamos o experimentamos algún signo de alarma es importante que pidamos ayuda a un profesional”, apunta Fernández-Velilla. Para la experta, la angustia, la irritabilidad, la tristeza o desesperanza, la anhedonia (imposibilidad para disfrutar de lo que antes disfrutábamos), la apatía o desmotivación, los desórdenes en el sueño o en la alimentación, los cambios en el comportamiento, la sintomatología psicosomática, es decir, que tenga una manifestación física sin causa clínica aparente, o la ideación suicida, pensamientos de muerte, son algunos de los síntomas más comunes, pero la sintomatología puede agravarse y es importante que no se cronifique.
ESTRATEGIAS PARA NO CAER EN EL PESIMISMO Y EN EL MIEDO
La situación no es fácil, pero no podemos dejarnos llevar por la ola de alarmismo y falta de esperanza, o de lo contrario las consecuencias serían aún peores para nuestro bienestar físico y emocional. Olga nos recuerda que el pesimismo es una actitud que nos mete en un bucle que nos entristece y nos frena, y lo peor es que es difícil salir de ello cuando muchos de los mensajes que nos rodean van en el mismo sentido. “En estas situaciones será importante buscar apoyos con los que poder desahogarnos y tratar de romper con esos bucles”.
Nos recomienda no exponernos de forma constante a mensajes o personas que fomenten nuestro pesimismo, también hacernos preguntas como ¿qué puedo hacer yo para mejorar esta situación?, ¿qué hay de positivo en mi vida?, ¿qué puedo empezar a cambiar?… “Evidentemente todo ello en una situación realmente crítica puede resultar difícil o casi imposible. En esos casos, es importante aceptar que es normal que nos encontremos así y tener espacios en los que poder hablar de cómo nos sentimos, suele ayudar.”
SALIR REFORZADOS DE UNA CRISIS ES POSIBLE
Carmen Delia Dávila Quintana y Beatriz González López-Valcárcel, en su artículo publicado en la Gaceta Sanitaria nos recuerdan que etimológicamente, las crisis no son malas. “Comparten raíz con criterio y con crítica, porque su significado es separación o rompimiento, un momento decisivo. No es sólo que toda crisis económica tenga beneficiarios, sino que además las crisis económicas ofrecen oportunidades y acicates para cambiar. Facilitan o provocan los cambios organizativos frenados por la inercia, y son una excelente oportunidad para racionalizar los sistemas de salud, desapegarse de las rutinas, abandonar los malos programas y priorizar las decisiones con criterios explícitos, buscando la rentabilidad social de las políticas.”
La psicóloga Olga Fernández-Velilla Lapuerta aclara que salir reforzados de una crisis va a depender de la historia de cada uno. “Hay gente que tiene la visión y la capacidad de poder aprovechar las crisis como oportunidades de crecimiento. Pero no todo el mundo puede o sabe cómo hacerlo”.
¿Podemos entonces sacar algo positivo algo del momento que vivimos? “Es importante tratar de vencer los temores que nos puedan frenar y salir de nuestra zona de confort. Para ello será fundamental conocer bien nuestra debilidades y fortalezas, y tratar de fomentar estas últimas. Desde ahí establecer unas metas realistas. Por supuesto otro punto importante será el persistir y saber encajar los posibles fracasos o errores.”, aconseja Olga.
Texto original publicado en VOGUE
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
¡Sí se puede!, otra vez levanta el ánimo del Ecuador
El Centro de Estudios Galápagos de la UNC recibe apoyo de Royal Caribbean Group
‘El proceso de transición es clave en el caso Telconet’
Nostalgia de la vergüenza
El futuro portuario