El discurso del presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Jaime Vargas, sobre los hechos ocurrido en Guatemala son confusos. Primero aseguró que no fueron a participar en actos políticos; sin embargo, hay evidencia de que en el foro organizado por la Convergencia Waqib Kej insistió en que su organización tenía todo el poder para derrocar al Gobierno de Lenín Moreno en octubre pasado, pero no lo hizo para evitar que sucediera en el poder lo que él llama la derecha.
Al más puro estilo del correísmo, Vargas convocó a una rueda de prensa en donde o aceptó preguntas de la prensa. Solo convocó a la prensa para asegurar que la delegación de la Conaie no fue expulsada de Guatemala como aseguró el presidente de ese país, Alejandro Giammatte.
“No vamos a permitir que haya más gente en nuestro país que venga a ponernos en problemas a los guatemaltecos unos contra otros. Al contrario, queremos paz en Guatemala y vamos a trabajar con toda la sociedad y vamos a construir esa Guatemala distinta -dijo Giammatte-. Así que hace una hora y media, abordaron voluntariamente el avión que los lleva de regreso a Ecuador, producto de la expulsión que fue ordenada ayer por este servidor”.
Vargas vio en esa expulsión una intromisión del Gobierno de Ecuador por lo que dijo haber pedido a Guatemala información sobre si el Gobierno ecuatoriano pidió su expulsión, seguramente debido al rango de segundo mandatario que dijo ostentar, pero al mismo tiempo negó esa expulsión. ¿A qué todo este galimatías?
El presidente de la Conaie quedó atrapado en su mismo discurso, en el discurso de que todos debíamos pedir permiso para entrar en las comunidades, una especie de visa, de que podían expulsar a cualquier persona de lo que consideran sus territorios por A o X motivo. Quedó atrapado en el discurso de que las protestas de octubre pasado no fueron violentas puertas adentro, aunque puertas afuera declaró que estaban tan bien organizadas que podían haber derrocado a un Gobierno. ¿Fueron o no violentas?
Vargas quedó atrapado en un discurso que no termina de aterrizar en nada. Que intenta entrar en una campaña política sin un norte, sin una agenda, sin una propuesta concreta, nada más con la amenaza de que su organización podría tumbar un Gobierno si lo quisiera.
¿Guatemala lo hizo aterrizar en la realidad? No, ahí está su rueda de prensa en la que no aceptó preguntas de la prensa, porque la única realidad que acepta es la que él se imagina. Es su realidad.
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