Es muy difícil creer que la dirigencia de la Conaie tuviera intenciones de pactar con el correísmo, pese a los aplausos de sus asambleístas durante las intervenciones de Jaime Vargas y Leonidas Iza en la Comisión de la Asamblea que investiga el paro de octubre. Complejo creerlo.
Sus dirigentes tienen sus propias aspiraciones personales y saben muy bien que con el expresidente Rafael Correa solo serían alfombra de su narcisismo, vanidad y ego. Los persiguió diez años. Fueron insultados, amenazados, desde que Marlon Santi le dijo estúpido en su propia cara y en el Palacio de Carondelet y el expresidente solo alcanzó a responder con una risa nerviosa, pero es hombre de venganzas. Lo demostró los diez años en los que acaparó todos los poderes del Estado.
Que el correísmo intentó apropiarse de los reclamos de la Conaie en el paro de octubre, con incendio de la Contraloría y todo, a nadie le queda duda. Que los correístas que aplaudieron a Jaime Vargas y Leonidas Iza en la Asamblea atacaron a la dirigencia de la Conaie, durante al paro, cuando la organización desde su cuenta de Twitter tachó de miserable al expresidente, también es innegable.
La conclusión es sencilla, el correísmo es oportunista y seguirá intentando pescar a río revuelto. Tal vez en la Conaie no halle eco, ni en ningún movimiento u organización social o sindical que haya sobrevivido a sus abusos, como la apropiación de un Fondo de Cesantía; el Decreto 16 con el que cerró organizaciones no gubernamentales; la burla a quienes impulsaban la iniciativa Yasuní; los parlantes a todo volumen en la Plaza de la Independencia para acallar los gritos de protesta que cruzaban por la calle Guayaquil; las sátiras contra los ponchos dorados; los 10 de Luluncoto; Edison Cosíos y su mamá (sí, les sobrevivieron a su diez años de vanidad).
La lista es extensa.
Y precisamente por eso medir las palabras es muy importante. La justicia indígena no entrega territorios. No hay proceso cultural que justifique las amenazas para prohibir la circulación de ecuatorianos en su propio territorio. Jaime Vargas debió disculparse por declaraciones desatinadas, desde todo punto de vista, no por ofender a la majestad del poder, el cliché del expresidente, sino porque ofendió a un ser humano como cualquier otro.
Lo mismo hizo Leonidas Iza al amenazar a Otto Sonnenholzner (el cargo no importa) con la justicia indígena para que no circule por donde considera son sus territorios. Los territorios se reparten los capos del narcotráfico en los Estados fallidos; las pandillas en las películas de Martin Scorsese (…), no los pueblos indígenas en las democracias con sus diferencias y desacuerdos.
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