Carlos Viteri Gualinga es antrópologo de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y de la Universidad Politécnica Salesiana, de Quito. En abril de 2009, en los albores del correísmo, pasó a ejercer el cargo de Secretario Ejecutivo del Instituto para el Ecodesarrollo Regional Amazónico (Ecorae) y desde entonces se convirtió en una pieza clave al interior del gobierno del expresidente Rafael Correa.
Su activismo fue fundamental en el intento del expresidente Rafael Correa de dividir al movimiento indígena. Fue una pieza clave en la formación de la Alianza de Pueblos por el Buen Vivir, en 2015, precisamente cuando arreciaban las protestas contra el correísmo, cuando en Quito nadie abría las puertas a la Conaie y condenaban a los indígenas a pernoctar en el parque El Arbolito, su lugar símbolo en la ciudad.
Sorprendió a muchos que el 14 de octubre, un día después de que la Conaie y el Gobierno llegaran a un acuerdo para suspender el levantamiento indígena tras la promesa de la derogatoria del Decreto que liberaba los precios de la gasolina extra y el diésel, que el asambleísta Viteri Gualinga haya corrido a refugiarse en la Embajada de México en Quito a la que primero llegó Gabriela Rivadeneira.
La organización de la Conaie en el levantamiento, anunciado en agosto de este año para el 12 de octubre, tras romper los diálogos con el Gobierno, no es de sorprender, porque tienen capacidad de movilización. Los 10 años de protestas contra el correísmo les dejó esa experiencia. Los sorprendente fue la infiltración de grupos que parecían hacerle el juego a Correa, su mayor represor, autodeclarado candidato ni bien comenzó la movilización de los transportistas primero y de los indígenas después.
¿Qué pasó? Cuando la Conaie en su Asamblea realizada en la comunidad de Rukullackta, cantón Archidona, provincia del Napo, el 23 de agosto de 2019, anunció la ruptura del diálogo con el Gobierno y en su punto tres decidió “convocar a una Gran Movilización Nacional para el mes de octubre desde todos los territorios base de nuestra organización a nivel nacional en conjunto con otras organizaciones sociales fraternas“, un grupo pareció haberle tomado en cuenta, el correísmo. Un correísmo desesperado por derrocar al Gobierno, un deseo anunciado en foros públicos por varios de sus dirigentes ahora prófugos de la justicia. Y en la cuenta de Twitter del expresidente, claro está, su bastión de la amargura.
Lo que la Conaie, al parecer, no detectó a tiempo es que mientras sus comunidades se organizaban para la movilización de octubre, inicialmente el 12 de octubre y adelantada por el Decreto que liberaba el precio de los combustibles, con una agenda que no incluía el derrocamiento del Gobierno, un grupo ya se habría infiltrado en las comunidades para trabajar en su propia agenda, lo que quedaba de la Alianza de Pueblos por el Buen Vivir, una organización paralela montada por el correísmo en 2015 para quitar protagonismo a la Conaie.
La comisión de coordinación de esta nueva organización correísta, paralela a la Conaie así como su organización de maestros paralela a la UNE, quedó conformada por Franklin Columba, José Agualsaca, Lourdes Altamina, María Inés Chimbolema, Margarita Ulcuango, Daniel Cañola y Rodrigo Collaguazo, el mismo que en 2016 fue señalado por supuestamente entrenar una especie de grupo paramilitar.
“Son cursos de defensa personal, de educación física al igual que lo hacen los boy scouts y las organizaciones campesinas. En donde están unos dos militares”, dijo en tono inocente el 14 de septiembre de 2016, Rodrigo Collaguazo, de la Coordinación de Movimientos Sociales por la Democracia y el Socialismo, al hablar sobre los videos que circularon en redes sociales donde se vía a militares dando capacitación a civiles.
Cuando nació esta organización paralela a la Conaie, en agosto de 2015, Óscar Bonilla, entonces secretario de Acción Política de AP, dijo que lamentablemente sectores políticos, especialmente, de la derecha, ha dividido al sector indígena para que se posicione en contra del proyecto del régimen. Mientras Pedro de la Cruz, gran alfil del correísmo, aseguró que ese espacio marcaría un nuevo momento con la participación de indígenas de comunas, juntas parroquiales, cantonales y provinciales.
Uno de los encargados de organizar este nuevo movimiento fue nada más y nada menos que Carlos Viteri Gualinga (en la reunión de esa naciente organización en la foto), hoy refugiado en la Embajada de México, quien al parecer activó esa Alianza de 2015 para infiltrarse en el levantamiento indígena anunciado para octubre en agosto de este año, en Archidona. Las piezas comienzan a encuadrarse, al igual que las razones de la inusitada violencia de algunos grupos muy interesados en que el diálogo Conaie-Gobierno nunca se lleve a cabo.
Marlon Santi ahora denunció que existen amenazas contra los dirigentes que dialogaron con el Gobierno y lograron la derogación del Decreto que liberaba los precios de los combustibles. Amenazas desde el interior del mismo movimiento, grupos vinculados al correísmo. Son denuncias que no deberían caer en saco roto.
Lo cierto es que para entender el presente es necesario mirar el pasado, así ese pasado esté a la vuelta de la esquina.
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