El presidente Lenín Moreno como parte de un paquete de medidas económicas ha decidido eliminar el subsidio a la gasolina. (Ciertamente una medida dura para muchos ecuatorianos pero finalmente necesaria y justa para la economía ecuatoriana.)
Desde entonces, se han generado protestas iniciadas con los transportistas y luego manifestaciones que continuaron los supuestos representantes de los indígenas con actos de vandalismo.
Ante esto, la pregunta es ¿Qué reclaman todos aquellos que protestan? ¿Qué hacen para que su petición sea escuchada? ¿Qué proponen ante la grave situación económica que vive Ecuador para equilibrar un presupuesto que tras diez años de correísmo y despilfarro es desequilibrado e insostenible a corto plazo?
En una democracia es legítimo protestar, manifestar que sé está en desacuerdo con el presidente de turno. Pero lo que no es legítimo es usar la violencia para ello.
Lo que no es creíble es que estas protestas tengan una vía legítima cuando han usado la violencia antes de entablar un diálogo. Actos vandálicos propios de un golpe de Estado y no de una manifestación social legítima como son: tomar la Asamblea Nacional, secuestrar policías invadir la Contraloría (donde están los expedientes de los criminales y corruptos correístas) trancar las calles, impedir el libre comercio, tomar los pozos petroleros (una riqueza para el país muy importante). Todo esto es grave y no es legítimo.
Y el correísmo parece estar detrás de todo esto. Están preocupados porque el juicio contra ellos está a punto de empezar.
A partir de ahora lo que queda es que el legítimo presidente Lenín Moreno aguante. Tiene de su lado la mayor parte de apoyo de la población ecuatoriana. La legitimidad democrática, el respaldo de la Fuerza Armada, gran parte de los partidos políticos y de la comunidad internacional.
Y tiene en frente a la organización indígena CONAIE que dice manifestarse pacíficamente pero que ha perdido toda legitimidad democrática para dialogar porque ha apoyado la violencia. Y en una democracia o se negocia o se es violento, pero no se tiene la legitimidad para hacer las dos cosas.
Hay que distinguir “indígena”, de “indigenismo”, de “movimientos politizados que en nombre de los indígenas se hacen política para defender sus propios intereses”.
Lo que queda es hacer política y comportarse responsablemente. La academia no debe alentar la subversión del orden democrático, debe apoyar la paz y las negociaciones. Los actores políticos no pueden aprovechar oportunidad para rascar votos de una manera politiquera. Y la sociedad civil desarticulada en los últimos años por el correísmo debe apoyar al presidente.
Desde el extranjero es importante el respaldo la legitimidad y la democracia del Ecuador.
Fuerza Ecuador, por un futuro mejor.
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