Durante los últimos 200 años los volcanes de las islas Galápagos han tenido más de 50 erupciones. La más reciente ocurrió hace semanas en el volcán de la isla Fernandina (1.500 msnm), nueve meses después de su último proceso, y recientemente en el volcán Sierra Negra en la isla Isabela.
La actividad del volcán de la isla Fernandina no representa una sorpresa y no fue tan intensa como la que se espera de este tipo de volcán muy similar a los de Hawái: expulsa una lava que se desplaza hacia el mar, provocando incluso un crecimiento constante de la superficie de la isla. Esto permite la formación de volcanes tipo escudo.
Este tipo de volcán tiene una pendiente poco pronunciada porque la lava tiene baja viscosidad (su lava es muy líquida y no demasiado pegajosa). No alcanza una altura demasiado elevada por encima del nivel del mar. Su actividad se produce por la presencia de un “Punto caliente” o “Hot spot”, mismos que son estructuras con una constante actividad tectónica/volcánica con a una constitución de una lava muy fluida de composición basáltica (proveniente del manto) que cubre gran parte de las islas.
Lo más típico de la erupción de un volcán tipo escudo, es que la lava llegue al mar y simplemente se expanda el territorio, así, este se solidifica en la parte superior. No causa daños ni a la flora ni a la fauna del lugar.
Galápagos se ubica en un punto caliente de la parte occidental. Las islas se sitúan en el norte de la placa de Nazca, la cual se desplaza lentamente en dirección este-sudeste unos cinco centímetros al año. Durante el desplazamiento de la placa el punto caliente no cambia de lugar, mientras tanto se forman islas que se van alejando lentamente del punto caliente, esto permite que se creen más volcanes e islas. De hecho, el archipiélago, las Canarias y Hawái se formaron de este modo.
Una cosa es la actividad eruptiva de Galápagos y otra muy diferente es la actividad que puedan registrar los volcanes del continente. La explicación es porque existen diferencias. En primer lugar, en la localización de las cámaras donde se genera el magma que sale a la superficie. En el caso de los puntos calientes de Galápagos, la cámara magmática está conectada directamente con el manto y es lo que hace a este tipo de explosiones mucho más activas, poco violentas y fluidas por la lava basáltica.
En el caso de los volcanes ubicados en la Cordillera de los Andes, la cámara magmática está en una parte de la corteza terrestre donde se recicla mucho material, por eso sus erupciones son tan explosivas y peligrosas.
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