En los últimos ocho años, el debate de la deuda pública ha girado en torno a tres aspectos: su medición, su transparencia y su sostenibilidad. El expresidente Correa determinó no considerar la mayor parte de la deuda interna para efectos de medir el nivel de endeudamiento del país. Dicha maniobra le permitió excluir de la medición $12.263 millones en febrero de 2017, evitando así superar el límite de 40% del Producto Interno Bruto (PIB) establecido por ley, y dando luz verde para contraer más deuda entre 2016 y 2018. No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluye en un reciente informe que el endeudamiento público de Ecuador alcanzó el 42,9% del PIB en 2016 y llegaría a 52,4% en 2021.
Tres aspectos generan dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública en el mediano plazo: el agresivo endeudamiento, sus desfavorables condiciones y la alta dependencia de la economía a préstamos externos. Según la metodología del FMI, la dinámica de la deuda de un país en relación al PIB depende de cuatro factores: la tasa de interés real efectiva, la tasa de crecimiento real, la depreciación del tipo de cambio y el balance fiscal primario. En el caso de Ecuador, el efecto del tipo de cambio es nulo por tener una economía dolarizada, en donde únicamente se contrae deuda en dólares.
Los otros tres factores juegan un rol protagónico en la evolución de la deuda. En primer lugar, un incremento en la tasa de interés real influye aumentado el servicio de la deuda que paga el Estado a sus acreedores. Esta tasa se ve afectada principalmente por el riesgo país, el cual ya supera los 700 puntos básicos o 7%. Segundo, el crecimiento real de la economía permite disminuir el coeficiente de la deuda respecto al PIB. No obstante, las proyecciones del FMI estiman una desaceleración económica para Ecuador, logrando crecer tan solo 2,5% y 2,2% en 2018 y 2019, respectivamente. Finalmente, el balance fiscal primario determina el resultado entre los ingresos y egresos del Estado sin considerar el servicio de la deuda. En este sentido, un superávit fiscal primario reduce la necesidad de contraer deuda adicional. Ecuador, de acuerdo a cifras del FMI, ha reportado altos déficits primarios desde el 2013 y continuaría esta tendencia hasta 2019. Por lo tanto, los esfuerzos del gobierno deben estar dirigidos a revertir rápidamente la tendencia pesimista de estos tres factores, a fin de estabilizar el endeudamiento público.
Las medidas anunciadas por el presidente Moreno respecto al equilibrio fiscal y la optimización del Estado no serán suficientes para lograr la estabilización de la deuda. Si bien es necesario reducir el gasto público, también se requiere sustituir la inversión pública por privada. Ninguna economía es sostenible con bajos niveles de inversión privada y excesiva participación del sector público. Además, el país requiere de manera urgente un programa de financiamiento de largo plazo, que permita reemplazar préstamos costosos y de plazos cortos. La deuda no es sostenible en las actuales circunstancias. El gobierno todavía está a tiempo de impedir una crisis de deuda y el alto costo social que ésta supone para economías con tipo de cambio fijo.
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