Es la primera vez que el Presidente de la República se pronuncia sobre la crisis política en Venezuela y lo ha hecho a la altura que las circunstancias ameritan, por dos razones: la primera, el reconocimiento de que en ese país hay derramamiento de sangre, y la segunda, el reconocimiento de que en ese país hay presos políticos.
A muchos les podrá parecer insuficiente las declaraciones del Presidente, pero en realidad es un gran avance dadas las circunstancias de la última década en la que Maduro fue calificado por el expresidente de este país como humanista: un humanista que gasta millones de dólares en bombas lacrimógenas, un humanista que apoya a colectivos armados, un humanista que prefiere las armas a las medicinas, un humanista que no contento con acaparar todo el poder se inventó una Constituyente de plenos poderes para poner ahí a su esposa y su hijo.
El Presidente de Ecuador quiere dar sentido a sus palabras del respeto a las libertades, del respeto al otro. Esa palabra tan sencilla y tan llena de significado. El otro, el que tiene derecho a pensar distinto. El que tiene derecho a discrepar sin por ello merecer la injuria, el insulto, la calumnia y la degradación.
En Venezuela hay una crisis sin precedentes y comenzar por reconocerlo es un gran avance. No es cuestión de derechas ni de izquierdas ni de conspiraciones, porque están de por medio los derechos humanos. Está de por medio la gente, esa que huye por miles de ese país, que lo deja todo para intentar recomenzar de la nada.
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