El anterior Gobierno empeñado en ser un jugador de las grandes ligas en el mundo de la política y la economía decidió volver a adherirse al grupo de los jeques árabes que integran la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), una adhesión por la que el país tiene que pagar además de cumplir compromisos como el recorte de la producción acordado con el supuesto objetivo de parar la drástica caída de los precios del petróleo en el mercado internacional.
Ecuador, junto a Venezuela, incluso se convirtió en uno de los defensores más acérrimos de ese recorte tras la brusca caída de unos ingresos que le obligó a dejar de hablar del milagro ecuatoriano. La realidad ahora muestra que el país ni siquiera está en capacidad de cumplir con lo que el anterior Gobierno pregonó. La realidad es que un recorte en su producción es casi suicida con los niveles actuales de los precios del petróleo en el mercado internacional.
Según las cifras de la OPEP, Venezuela fue el país con menos recortes de su producción durante los primeros dos meses de 2017. Apenas 7% del valor acordado a finales de noviembre de 2016. Argelia, Gabon y Emiratos Árabes no se han quedado atrás, con un recorte menor al del 25% acordado.
La realidad debe obligar al país a medir cuál es el verdadero costo beneficio de mantenerse en un club de jeques árabes sin poder llevar la vida de jeques árabes, como ha reflexionado en La Conversación Juan Manuel García, académico de la Universidad Técnica Particular de Loja.
La realidad le ha obligado al nuevo Gobierno a impulsar cambios desde el Diálogo Nacional empujado desde el inicio de su mandato. Cambios en su política económica, petrolera, social y educativa.
Los primeros en saludar esos diálogos son los sectores antes excluidos, como el de las Universidades privadas asfixiadas casi por una hiperregulación que simplemente mina cualquier autonomía, como ha recordado la canciller y fundadora de la Universidad Casa Grande, Marcia Gilbert de Babra. La realidad ha mostrado que la imagen de la mesa servida fue un espejismo, como ha mencionado Guillermo Granja de la ECOTEC.
Y en el plano político, el intento de un juicio político para investigar el papel del Vicepresidente Jorge Glas en el bullado caso de los sobornos de Odebrecht simplemente no ha pasado en la Asamblea. Cinco legisladores del oficialismo, algunos que habían anticipado su criterio, han argumentado que una prueba que sí existe no podía ser usada porque había dudas sobre su origen o estaba impugnada. Un galimatías con el que es posible argumentar cualquier cosa.
Mientras en otros lados, como Argentina, sigue causando revuelo la detención de Víctor Manzanares, el contador de los expresidentes Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015), como parte de la investigación de una causa que ahora involucra a la exmandataria por asociación ilícita y lavado de activos.
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