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Hora de transparentar las cifras

Juan Tibanlombo (+)
Dialoguemos EC
viernes, julio 28, 2017
El Gobierno necesita sincerar las cuentas para comenzar a diseñar un proyecto de país, un país que no sea de un partido o movimiento que dice representar a todos, sino de todos los involucrados.
Tiempo de lectura: 2 minutos

El Gobierno ha anunciado para este último viernes de julio, el preludio de agosto, dar a conocer sus previsiones sobre inflación, PIB y la proyección del precio del petróleo que estará en la Pro forma del Presupuesto General del Estado. Son estadísticas que todos los analistas esperan con ansías para determinar cuál es el real estado en el que dejó la economía el anterior Gobierno, sobre todo porque al entregar el poder vendió la idea de que dejaba la mesa servida.

La mesa estaba servida, dijo el anterior Gobierno, al entregar tres libros sobre el traspaso de la administración que más que cuentas parecían órdenes sobre lo que debía hacer al nuevo Gobierno. No mirar las cuentas.

No hay tal mesa servida, argumentó el nuevo Gobierno y la realidad de la economía de a pie le daba la razón. La informalidad creció a pasos agigantados en los últimos años, desde la brusca caída de los precios del petróleo que obligó a la anterior administración a recortar su gasto. El Estado pasó de ser el gran empleador, al gran deudor, con retrasos en el pago a sus proveedores y recortes en la nomina de sus empresas públicas.

Pese a la realidad de la economía de a pie y a las cifras del endeudamiento, el anterior Gobierno se jactó de haber manejado la crisis, de la que culpó siempre a los de afuera, de manera impecable: las salvaguardias, el N número de reformas tributarias para ahogar de impuestos al contribuyente, la apurada emisión de bonos, la preventa del petróleo antes criminalizada (…) fue parte de esa magistral política económica.

¿Qué tanto estaba la mesa servida? Guillermo Granja, de la ECOTEC, argumentó que antes de poner la mesa el Gobierno primero debía saber cuál es el menú que podía ofrecer. Y en ese menú, al parecer, no van a estar los banquetes que antes se ofrecían en Carondelet con karaoke incluido, a cuenta de los contribuyentes.

El Gobierno necesita sincerar las cuentas para comenzar a diseñar un proyecto de país, un país que no sea de un partido o movimiento que dice representar a todos, sino de todos los involucrados. De los que creen y no creen en una doctrina, de los que creen en Marx y de los que creen en Hemingway.

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