El exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis llegó al país para dar una charla sobre Economía Política con Rigidez Monetaria. De una u otra manera, el exministro se puso detrás de todo el incendio de Grecia tras aconsejar a ese país salir del euro, lo que implicaba abandonar la Unión Europea.
Hay muchos símiles entre la vida del ex ministro y los representantes del gobierno de Ecuador, pero eso por ahora es intrascendente, porque Varoufakis, en resumen, ha venido al país a expresar lo que varios analistas que salieron de las vertientes del correísmo, por los insultos y descalificaciones, han propuesto desde la victoria de Lenín Moreno: una salida de la dolarización vía dinero electrónico.
Una de las principales propuestas del exministro fue apelar a la necesidad de Ecuador de ampliar el uso del dinero electrónico, al que llamó dólar digital, al que aquí han llamado dólar ecuatoriano. Una moneda paralela para hacer transacciones.
El nuevo Gobierno lo primero que necesita es sembrar confianza, porque la mitad del país no votó por un continuismo, y una salida al menos en imagen de ese continuismo es hacer bien las cosas en economía, primero.
El exministro griego ha propuesto primero usar ese dólar paralelo, o patacones como fue bautizada una moneda paralela en Argentina, para pagos de atrasos tributarios, “para pagar los proveedores del Estado o atrasos del Estado con el sector privado. Para operar como un sistema paralelo de pago que funciona paralelo al Banco Central y la banca comercial y dar al Gobierno grados de libertad para la oferta de esos dólares digitales de forma contracíclica (…) durante choques externos”.
Se puede recalcar esa frase: dar al Gobierno grados de libertad para la oferta de esos dólares digitales de forma contracíclica.
El exministro griego lamentablemente ha llegado a descubrir el agua tibia en el país. Esa idea ha rondado en los pasillos del poder durante mucho tiempo gracias a la caída de las exportaciones, la caída de las importaciones, la caída de los precios del petróleo, las restricciones comerciales, la caída de los ingresos tributarios y, sobre todo, gracias a los millones de dólares que el Gobierno necesita mes a mes para cumplir sus obligaciones patronales sin generar ingresos a la vista.
El señor Varoufakis, sin embargo, tuvo la honestidad de reconocer que la principal oposición al uso de esa moneda paralela será la confianza. Y la primera recaerá en los proveedores del Gobierno, es decir, en quienes garantizan que la confianza en el Gobierno se mantenga. Así que el dólar digital puede quedar solo en un sueño de los que apoyaron tácitamente la candidatura del oficialismo.
El nuevo Gobierno lo primero que necesita es sembrar confianza, porque la mitad del país no votó por un continuismo, y una salida al menos en imagen de ese continuismo es hacer bien las cosas en economía, primero.
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