Una nueva deuda es preocupante porque el país sigue sumando más endeudamiento; sería importante que ese rubro esté dirigido hacia nuevos activos. Sin embargo, en los últimos días se han registrado atrasos en los pagos del sector público -como el décimo cuarto sueldo- con ello podría pensarse que ese endeudamiento –nuevamente- es para gasto corriente. El gobierno continúa con su modelo basado en el esquema de ‘pedalear’, es decir, de financiarse a través de nuevo endeudamiento para cubrir el gasto corriente, más aún en época electoral. El país está cerca de las elecciones del 2 de abril y el gobierno tiene que enfrentar importantes desembolsos de gastos para que el sector público esté al día en los haberes y así no tener un potencial efecto adverso en las elecciones.
El presidente, Rafael Correa, señaló que este crédito será destinado para reconstruir los poblados costeros destruidos por el terremoto de abril del 2016; sin embargo, entre mayo y junio del 2016 se expidieron leyes que apuntaban a la reconstrucción de Manabí y Esmeraldas a través de recaudaciones extraordinarias del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que pasó del 12 % al 14 % y otro tipo de mecanismos, especialmente tributarios, para garantizar una reconstrucción de esas provincias; sin embargo, meses después el mismo gobierno anunció, que parte de lo recaudado lo usó para el pago de proveedores del Estado, de las zonas de Manabí y Esmeraldas, pero al parecer no ha sido suficiente.
En el país no hay una claridad en las cuentas fiscales, no se conoce cuánto se ha recaudado por concepto de estas leyes especiales que se crearon en función del desastre. Ahora, el anuncio es que este endeudamiento es por la misma causa y sería grave que el dinero no se destine para ello.
La deuda y los límites
El gobierno ha realizado un cambio de metodología en el manejo de las cuentas y logró bajar el porcentaje de las deudas en relación con el PIB (Producto Interno Bruto), que estaba bordeando un 40 %, ahora está en un 27 %. Los atrasos que tiene el Estado con sus proveedores no los contabiliza como deuda y el nuevo préstamo que está adquiriendo no es necesariamente para los proveedores del Estado. Uno de ellos es Schlumberger, empresa petrolera a la que le debe más de USD 1.000 millones y que además ha pedido una respuesta sobre los retrasos.
Lo que sí es preocupante es el tamaño de deuda que está alcanzando el país y la herencia que deja Rafael Correa al próximo gobierno. De ahí que, es preciso revisar los detalles del nuevo endeudamiento, puesto que el Ecuador tiene vencimientos que se deben cumplir entre el 2018 y en el 2022 que se enmarcan en las emisiones de deudas contratadas, preventa petroleras, etc.
En ese sentido, no considerar una deuda no significa que no se la tenga que pagar y el total de lo que Ecuador debe, bordea los USD 55 mil millones, pero el gobierno contabiliza solo lo que sus cálculos reportan como deuda.
¿Qué hacer con la deuda?
Se espera que en el cambio de gobierno, los mercados internacionales vean con mejores perspectivas al nuevo mandatario, porque Rafael Correa ha estado 10 años en el poder y aunque siga su tendencia, ya no es él quien está al frente, cosa similar ocurriría si gana Guillermo Lasso.
Sin embargo, Ecuador debería plantear una renegociación de su deuda externa, por ejemplo, lo que llevaría a revisar las nuevas condiciones de renegociación que podría acordarse con los prestamistas. Otro esquema podría ser buscar una renegociación forzosa cómo fue el caso de Argentina o el del mismo Ecuador cuando dijo que la deuda es ilegítima y reconoció solo el 33 % de la deuda, pero tiene consecuencias muy negativas.
En ese sentido, el primer efecto que afrontará Ecuador cuando anuncie una renegociación –porque necesariamente tiene que hacerlo- será un riesgo país elevado, debido al nerviosismo con que reaccionarán los mercados internacionales; pero a medida que pase el tiempo y se anuncie el esquema de renegociación (en función de revisar la tasa de interés y el plazo, que son los dos componente más peligrosos de la deuda que ha adquirido el país en los últimos seis meses) el riesgo país podría estabilizarse.
Cabe señalar, que dependerá mucho de la voluntad de las otras partes para renegociar. Si el Ecuador opta por una renegociación agresiva como lo hizo Argentina años atrás o como lo hizo el ex Ministro Patiño cuando dirigió la cartera de Economía, que reconoció ciertos tramos de deuda porque se consideraba ilegítima, profundizando el aislamiento del país de los mercados internacionales.
Ecuador tiene que ser muy cuidadoso en el tipo de mensaje que emite al exterior. Además, la designación del próximo Ministro de Economía ayudaría (o no) a tranquilizar los mercados porque eso dará la pauta del futuro manejo económico que tendría el nuevo gobierno. Sin embargo, es menester recalcar que este tipo de préstamos que se dan a las puertas de que se cierre una etapa presidencial es preocupante por el nivel de endeudamiento que está adquiriendo un gobierno saliente, que culminará su mandato “feliz” y demostrando su obra, pero el problema es el futuro próximo. Los dos gobiernos siguientes tendrán una afectación muy importante en pagos de deuda, en preventas de petróleo… que conlleva una limitada capacidad de maniobra en lo relacionado al manejo de la deuda.
Sin importar quien sea el nuevo Presidente de la República, se observa que en lo que queda del 2017 se dará la misma situación de volatidad política que existe en Argentina con Mauricio Macri. Cristina Fernández salió por la puerta grande y quien se hace cargo del ajuste es el siguiente mandatario.
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