Los médicos de la Franja de Gaza, bajo el control del grupo islamista Hamás, se resisten a abandonar sus puestos de trabajo pese al colapso del sistema sanitario, que ha hecho que los heridos por los bombardeos tengan que ser atendidos en el suelo de los hospitales abarrotados.
La unidad de Quemados del Hospital de Al Naser, en Jan Yunis, es la única sección de este tipo que hay en el sur de Gaza y al igual que el resto de departamentos del centro sanitario está completamente saturada.
«Solo tenemos ocho camas. Si antes de la guerra ya estábamos limitados para una población de unas 800.000 personas, lo que tenemos ahora sobrepasa todo lo imaginable», dijo a EFE Rami Abu Aza, enfermero jefe de la unidad.
Para adaptarse a la nueva situación por la guerra entre Israel y Hamás, iniciada tras el ataque terrorista de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre, han aumentado la capacidad de ocho a 15 camas, lo que supone que los pacientes estén prácticamente hacinados en esta parte del hospital con el consiguiente riesgo de infecciones.
«Tenemos pacientes con complicaciones, tienen septicemia, cambios en su sistema cardiovascular, hipertensión, fiebre…», precisó.
El hecho de que haya solo 15 camas no significa que el hospital acoja únicamente a 15 quemados, ya que en realidad hay un centenar desperdigados por distintas partes del centro sanitario por la falta de sitio.
Abu Aza indicó que el 70% de ellos tienen quemaduras de una cierta consideración, de segundo, tercer y cuarto grado que afectan como mínimo al 30% de su cuerpo.
Las limitaciones en la unidad no solo afectan al espacio, sino también al personal que ya que únicamente cuentan con cinco enfermeros y cuatro médicos que trabajan las 24 horas del día. De hecho, Abu Aza lleva cinco días sin ver a su mujer y tres hijos con la preocupación de que les pueda ocurrir algo mientras él trabaja porque «no hay lugar seguro en Gaza».
Pacientes tumbados en los pasillos, operaciones sin anestesia, intervenciones quirúrgicas a la luz de los teléfonos móviles… es el día a día de los hospitales de la Franja, donde el Ministerio de Sanidad de Hamás declaró hace dos días el colapso del sistema de salud por los bombardeos de Israel y la falta de combustible.
Y es que desde hace 21 días Israel y Hamás están enzarzados en una guerra, iniciada tras el ataque del grupo islamita en territorio israelí que dejó 1.400 muertos y más de 200 rehenes que fueron llevados a Gaza.
En represalia, Israel lleva bombardeando la Franja a diario desde el 7 de octubre, en unos ataques aéreos que han causado más de 7.300 fallecidos y casi 19.000 heridos.
Estos días de contienda y asedio, Abu Aza se está encontrando con el dilema ético de tratar a pacientes quemados sin calmantes: «Psicológicamente no es agradable para nosotros tratar las heridas de este tipo de pacientes sin calmantes, sentimos que estamos torturándolos».
Pese a intentar hacer todo lo posible para que sobrevivan, el enfermero auguró que es posible que el 20% fallezca si no reciben un tratamiento en condiciones.
«Los pacientes no son números, es gente que tiene familia, tienen entidad como seres humanos», lamentó.
Si la sección de quemados funciona en condiciones precarias, la de Urgencias parece casi un campo de batalla con los pacientes tirados en el suelo por los pasillos por la falta de camillas.
Allí trabaja el médico residente Hosam Abu Saqr, para quien la situación actual «es terrible»: «Uno no puede tratar a los pacientes correctamente».
«Un día cualquiera tienes que tratar a más de 50 heridos en el espacio de media hora -detalló- y cuando ese tiempo pasa, te llegan otros 50».
Las Urgencias están saturadas, pero tampoco pueden transferir los heridos graves a planta porque en Cirugía se encuentran en unas condiciones similares.
Para Abu Saqr, los dos próximos días van a ser cruciales porque se están quedando sin combustible, que alimenta los respiradores, vitales para mantener vivos a los enfermos graves.
«No sé qué vamos a hacer con estos pacientes que dependen del oxígeno, si los respiradores no funcionan van a acabar muriendo», reflexionó.
Sin embargo, el gran temor de Abu Saqr es encontrarse un día en Urgencias con un familiar o un amigo víctima de algún bombardeo, como les ha pasado a otros médicos. «Me aterroriza que ese momento, no sé como voy a reaccionar», confesó.
Según datos del Ministerio de Sanidad gazatí, al menos 57 instituciones sanitarias han sido blanco de bombardeos israelíes desde el comienzo de la guerra y que hay al menos doce hospitales y 32 centros de atención primaria fuera de servicio como resultado de los ataques y la falta de combustible. EFE
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