Entre pipas de fumar coloridas, jóvenes con los brazos tatuados y pósteres gigantes con imágenes de hojas de marihuana, Willie Marby, de 73 años, recoge periódicamente su prescripción de cannabis medicinal en Takoma Wellness, el mayor dispensario de Washington D.C.
Un ortopedista le recomendó usar THC -el principal componente psicoactivo de la planta de cannabis- para paliar los síntomas de la artritis en su hombro derecho y ahora forma parte del grupo demográfico en el que más está creciendo el consumo de marihuana en EE.UU.: las personas mayores de 65 años.
«Antes era considerada una droga y muchas personas fueron arrestadas por consumir marihuana (…) ahora estamos entendiendo lo valiosa que es en los procesos de sanación», dice Marby a EFE.
Y es que el cannabis, legal actualmente en 38 de los 50 estados de EE.UU. y el Distrito de Columbia, puede ser usado para tratar «cada uno de los síntomas geriátricos», explica Mikhail Kogan, médico y profesor especializado en Geriatría de la Universidad George Washington.
La marihuana en sus diferentes presentaciones, como aceites, vaporizadores o comestibles, es «la droga más segura» que Kogan prescribe a sus pacientes mayores para tratar problemas como el dolor crónico, el insomnio, la ansiedad o la depresión.
«Es mucho más segura que el acetaminofén, el ibuprofeno y otros analgésicos. No ha habido una sola muerte atribuida al cannabis», subraya el doctor en declaraciones a EFE.
En la última década, el consumo de marihuana entre adultos mayores ha ido «en constante aumento», según un estudio liderado por médicos de la Universidad de Nueva York publicado en 2020.
El porcentaje de mayores de 65 años que afirmaron haber usado cannabis recientemente en EE.UU. pasó de un 2,4% en 2015 a un 4,2% en 2018. Casi todos los que reportaron haber consumido marihuana (un 98%) sufrían enfermedades crónicas, detalla el informe.
Otra investigación, de la Universidad de California, refleja que gran parte de la población de más edad llega a la marihuana en búsqueda de un tratamiento médico.
Un 61% de los pacientes encuestados en este estudio indicaron haber usado el THC por primera vez después de los 61 años.
Precisamente ese aspecto sanador fue lo que llevó al rabino Jeffrey Kahn a fundar el dispensario Takoma Wellness junto a su esposa Stephanie.
Después de ver a su padre, quien falleció en 2005, encontrar alivio para los síntomas de la esclerosis múltiple en la marihuana, Kahn decidió que promover y vender el cannabis medicinal era su manera de contribuir a la comunidad.
El hijo de Kahn, James, quien también es rabino, precisa en una entrevista con EFE que el negocio no surgió con un ánimo de lucro, sino por un interés puramente personal, tras ver el beneficio que la marihuana supuso para su abuelo.
«Cuando ves a un familiar sufrir y que solo encuentra remedio en la planta, vas a luchar por ello», asegura James entusiasta, al tiempo que gesticula con sus manos.
Aproximadamente un tercio de los clientes de este dispensario son personas mayores. El lugar, ubicado en una casa de fachada azul oscuro, se encuentra en un barrio de clase media alta de la capital de EE.UU. y cuando uno accede a su interior le reciben pinturas de jamsas (símbolo de protección usado por judíos y musulmanes) y banderas de Israel.
Ver a un rabino al frente de este negocio, rodeado de cogollos de marihuana, libera a muchos de los pacientes mayores del estigma y «la sensación de vergüenza» que asocian a la planta, cuenta Kahn.
«En el Génesis, se nos dice que Dios nos dio todo lo que está en el planeta para nuestro uso -puntualiza-. Por ende, (la marihuana) es un producto sagrado y puede ser usado de modo sagrado».
El judaísmo «indica que no debemos sufrir y que se puede violar cualquier norma para evitar el sufrimiento», recuerda.
Esta percepción negativa de la marihuana se agudizó entre la ahora población mayor durante los años 70, cuando la guerra contra las drogas por parte del Gobierno de EE.UU. estaba en su auge y se aprobó una ley que la incluía en una lista de sustancias peligrosas, junto con la heroína y el LSD.
A nivel federal, el cannabis sigue siendo ilegal, ya que no ha sido retirado de esa lista, pero cada vez más estados están legalizando su uso tanto medicinal como recreativo.
Para Marby, quien evoca con nitidez cuando había que «esconderse» para comprar marihuana, la legalización está cerrando un ciclo.
«Durante mucho tiempo este producto no logró llegar a las personas que lo necesitaban debido a la manera en la que el Gobierno lo abordó por muchos años», lamenta este hombre originario del estado de Luisiana, en el sur del país.
«Me hubiera dado mucha rabia morirme y que alguien subiera al cielo y me contara que por fin la legalizaron», ríe Marby a carcajadas. EFE
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