“Como afirmé ante el fiscal general no intervendré ni presionaré sus decisiones; que el derecho guíe libremente el proceso”, escribió el presidente Gustavo Petro en su cuenta de Twitter este sábado a las 7.17 de la mañana. Una hora antes, la Fiscalía General de la Nación había detenido al hijo mayor del presidente, el diputado departamental Nicolás Petro, en un proceso por lavado de activos y enriquecimiento ilícito. Hasta ahí llegó el presidente: mantuvo su agenda del día, con un viaje a la ciudad de Neiva para el cierre de la Asamblea nacional de economía solidaria, popular y comunitaria, un evento importante para la apuesta política de su Gobierno, pero no fundamental. No dijo nada más de una noticia que usualmente es demoledora para una familia, y que puede dinamitar la popularidad de un mandatario; tampoco se lanzó contra el fiscal general Francisco Barbosa, acérrimo crítico e incluso rival político del Gobierno en los últimos meses.
El silencio del presidente es particularmente llamativo por el nivel de su choque con Barbosa. Hace menos de dos meses, Petro dijo en una ceremonia del Ejército: “A través de medios de comunicación algún alto funcionario del Estado, que no tiene esa función, les ha dicho a ustedes que desobedezcan al Presidente de la República. Eso se llama sedición”. Se refería a Barbosa, quien días antes se refirió a otro escándalo, el que llevó a la salida de la jefe de gabinete de Petro del Gobierno. “Quiero decirle un mensaje al director de la Policía, al director de la DIJIN, a los directores de la SIJIN: que no porque les dan una orden o les dicen algo, hay que hacerlo”, había dicho Barbosa en una entrevista con Blu Radio. Congresistas aliados del presidente lo han señalado de ser “un vocero de la oposición” y lo han denunciado formalmente ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes.
Además esos antecedentes, en otros casos el presidente ha reaccionado de forma muy agresiva en asuntos relacionados con sus hijos. Cuando La Silla Vacía publicó una fotografía en la que aparecía junto con su hija Sofía, en un acto público que había sido difundido incluso por medios oficiales, escribió públicamente que se trataba de una “canallada” (curiosamente, cuando un ciudadano entuteló a ese medio, la Presidencia aclaró que la publicación no había afectado los derechos de la menor de edad, y la justicia no le dio razón a la tutela).
La actitud de Petro también es diferente a la de otros políticos colombianos en situaciones similares. El fallido candidato presidencial Rodolfo Hernández ha defendido a capa y espada a su hijo Luis Carlos, enredado en un caso de contratación ilegal que tiene al mismo excandidato en un proceso penal. El también excandidato presidencial de derecha Óscar Iván Zuluaga ha defendido reiteradamente la inocencia de su hijo, David, en el proceso por la financiación irregular de su campaña, por la que la Fiscalía le imputó cargos el pasado 10 de julio. Y finalmente está el encono del expresidente Álvaro Uribe contra el periodista Daniel Coronell por las revelaciones de éste último sobre los negocios de Tomás y Jerónimo Uribe, hijos del expresidente; y su pelea con la Corte Suprema de Justicia cuando la Sala Penal del tribunal empezó a investigar a su primero, el entonces congresista Mario Uribe, eventualmente condenado por haberse aliado con los paramilitares para conseguir votos.
A pesar de todos esos antecedentes, Petro ha mantenido esa línea mesurada (o distante) frente al caso de su hijo Nicolás, así como también frente a su hermano Juan Fernando—señalado de pedir dinero a criminales extraditables para que se aseguren un espacio en la política de ‘Paz Total’. En marzo, el presidente le pidió públicamente a la Fiscalía investigar a sus dos familiares: en un comunicado, pidió que lo hiciera por “la información que se rumorea en la opinión pública”. Horas después, la revista Semana publicó una entrevista con Daysuris Vásquez, exesposa de Nicolás Petro, en la que lo acusó de haber pedido plata debajo de la mesa para la campaña presidencial y habérsela apropiado. Aclaró que todo fue a espaldas el hoy presidente, y que se había reunido pocos días antes con él para contarle esos hechos. Es por ese proceso que la Fiscalía detuvo este jueves a Vásquez y Petro hijo.
El padre, el presidente, sigue eligiendo a la justicia antes que a su hijo. No ha señalado a la Fiscalía de persecución política ni de buscar afectarlo. No ha dicho nada sobre el cambio de fiscal general del próximo mes de febrero, cuando Barbosa termine su período y la sala penal de la Corte Suprema de Justicia deba elegir un reemplazo de una terna que debe elaborar Petro.
Nicolás ha hecho política al lado de su padre y la investigación judicial en su contra golpea también al partido petrista que se dispone a competir para las elecciones locales de octubre con un familiar del presidente detenido por lavado de activos y enriquecimiento ilícito. Pero al no meter la mano al fuego por el mismo hijo de quien marcó distancia desde inicios de año, cuando afirmó “no lo crié” ante una pregunta sobre el escándalo, ese efecto se atenúa. El Gobierno del cambio seguirá, como siguió este sábado, con el hijo del presidente procesado, absuelto o condenado.
Texto original publicado en El País
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