Rusia protagoniza un nuevo atentado a la libertad de expresión tras la detención de Evan Gershkovich, periodista estadounidense.
El corresponsal de The Wall Street Journal fue detenido el 30 de marzo en Yekaterimburgo, la capital de los Urales, acusado por el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB, antiguo KGB).
La acción, según destaca The New York Times, es parte de la creciente represión de Vladimir Putin contra las fuentes de información independientes. «Si lee el periodismo de Gershkovich, como su historia titulada «La economía de Rusia está comenzando a desmoronarse», puede imaginar por qué a Putin no le gusta.»
El Gobierno de Estados Unidos declaró la detención de Gershkovich como arbitraria, lo que permite al Gobierno Federal redoblar los recursos para conseguir su liberación.
«He determinado que la Federación Rusa detuvo arbitrariamente a Evan Gershkovich», anunció en redes sociales el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. «El periodismo no es un delito. Condenamos la permanente represión del Kremlin en contra de las voces independientes en Rusia y su guerra contra la verdad».
Los expertos dicen que es probable que las autoridades rusas mantengan a Gershkovich aislado, pero permitieron que sus abogados lo visitaran la semana pasada. Un monitor de la prisión que también visitó la prisión informó que Gershkovich estaba leyendo «Vida y destino», una novela sobre el totalitarismo, escrita en la década de 1950 por un autor nacido en la actual Ucrania.
The New York Times, en un artículo homenaje a Gershkovich, destacó que poco después de que Rusia invadiera Ucrania a principios de 2022, el gobierno de Putin promulgó una ley que castigaba con hasta 15 años de prisión la cobertura crítica de la invasión. En respuesta, muchas organizaciones de medios occidentales suspendieron temporalmente su trabajo en Rusia y sacaron a sus corresponsales. Gershkovich estaba entre los que se fueron.
Al principio el gobierno parecía estar usando la ley para atacar a los periodistas rusos, produciendo periodismo en idioma ruso, en lugar de extranjeros. Como resultado, algunos reporteros, incluidos Gershkovich y nuestra colega Valerie, regresaron al país.
El arresto de Gershkovich, sin embargo, ha terminado con esa sensación de seguridad y sugiere que Putin puede estar intensificando su represión a medida que la guerra continúa yendo mal para Rusia.
El presidente Joe Biden ha pedido a Rusia que libere a Gershkovich. Esto, mientras expertos dicen que es probable que Rusia lo lleve a juicio a puerta cerrada y que el resultado está predeterminado.
En su artículo, The New York Times cuenta que Gershkovich se mudó a Rusia, tierra natal de sus padres, en 2017. Dejó un trabajo como asistente de noticias en The New York Times para poder informar sobre su país. Primero se unió al personal de The Moscow Times, un periódico en inglés, luego al servicio de noticias Agence France-Presse y el año pasado a The Wall Street Journal.
En uno de sus trabajos, Gershkovich durmió en una tienda de campaña durante varias noches en los bosques de Siberia para cubrir los incendios forestales. Durante lo peor de la pandemia pasó un tiempo en un hospital de Moscú escribiendo sobre estudiantes de medicina que intentaban tratar a una oleada de pacientes. Y hace un par de semanas, Gershkovich viajó a la ciudad de Ekaterimburgo, cerca de los Montes Urales, para informar sobre el ejército ruso. (EFE)
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