Quienes tengan perros o gatos seguramente los habrán encontrado en alguna ocasión masticando hierba del patio o, peor aún, las plantas de interior (muchas de las cuales pueden ser tóxicas para ellos). Este comportamiento a veces va acompañado del posterior vómito; lo que, además de las consecuencias higiénicas, nos puede llevar a preocuparnos por si el animal sufre algún problema de salud.
La sabiduría popular atribuye este comportamiento a dos razones: que los animales comen hierba para purgar su sistema digestivo o solventar algún déficit alimentario; en el caso de los gatos, además, supuestamente facilita la expulsión de bolas de pelo. Lo cierto es que todos estos motivos tienen una parte de verdad, pero la razón de fondo es algo instintivo y, de hecho, los perros y gatos domésticos no necesitarían comer hierba.
¿Por qué los perros y gatos comen hierba?
Efectivamente, como dice la creencia popular, perros y gatos comen hierba por dos motivos principales. El primero es limpiar su sistema digestivo de parásitos internos, aunque no mediante el vómito sino a través de las heces, y el segundo es para aportar fibra a su dieta. La fibra tiene diversas funciones reguladoras en la digestión: reduce la absorción de colesterol, ácidos biliares y glucosa; y absorbe el agua para dar consistencia a las heces y evitar problemas a la hora de evacuar.
Este comportamiento tiene su origen en los ancestros silvestres de gatos y perros, que no podían disfrutar de las ventajas de la vida moderna y a menudo tenían parásitos debido a las condiciones higiénicas en las que vivían. La necesidad de regular su sistema digestivo les hizo desarrollar el instinto de comer hierba, que pervive hasta hoy.
En el caso de los gatos, además, hay que sumar dos factores que potencian este comportamiento: por una parte su afición a cazar roedores y pájaros, un tentempié que a menudo viene acompañado de parásitos que pasan a ellos; y por otra su hábito de acicalarse, llenando su tracto digestivo de pelos que forman bolas, las cuales resultan más fáciles de expulsar gracias a la lubricación que proporciona la fibra vegetal.
Hábitos modernos frente a instintos ancestrales
Pero la realidad es que, al menos en las condiciones de cuidado que permiten los países desarrollados, no sería necesario que comiesen hierba para que estas funciones se realicen con normalidad, ya que la comida para mascotas está preparada para aportarles todos los nutrientes necesarios, incluida la fibra. Y para el control de parásitos existen pastillas o pipetas, por lo que su sistema digestivo debería mantenerse limpio sin necesidad de vomitar. Sin embargo, el instinto les empuja a perpetuar este comportamiento que, en su momento, les protegía.
Un estudio de larga duración realizado con perros y gatos domésticos mostró que una gran mayoría de ellos (casi el 90%) comía hierba de forma ocasional o habitual y que solo raramente mostraban algún problema de salud como consecuencia. En todos los casos se trataba de animales bien cuidados, desparasitados y sin deficiencias en su dieta. También se comprobó que los perros eran más propensos que los gatos a comer hierba, algo que los investigadores atribuyeron a la mayor tendencia de los canes a llevarse a la boca cualquier cosa que encuentren en el suelo, incluyendo las heces de otros animales.
¿Tengo que preocuparme si mi perro o gato vomita?
El vómito, en cambio, parece ser una consecuencia colateral y relativamente rara de comer hierba o plantas. Los resultados también muestran que, a pesar de comer menos hierba que los perros, los gatos vomitaban con más frecuencia, especialmente los adultos: los investigadores relacionan esto con el hecho de que los perros comen hierba al salir de paseo, mientras que los gatos a menudo viven en el interior de una vivienda y comen plantas decorativas, que son menos digeribles.
Que un perro o gato vomite después de comer hierba o plantas es algo natural, aunque no siempre una cosa viene seguida de la otra. Si es algo ocasional, no debería ser motivo de preocupación más allá de las manchas que pueda provocar. Sin embargo, las plantas de interior sí pueden ser un motivo de preocupación, ya que muchas (como las vistosas poinsetias, tan apreciadas en época navideña) son tóxicas para ellos y pueden provocar problemas de salud graves. Por ello, los animales que pasan muchas horas en interiores no deberían tener acceso a ellas, además de proporcionarles algún tipo de alternativa segura (por ejemplo, la popular hierba gatera).
Texto original publicado en National Geographic
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