Argentina y Francia cuentan las horas para que empiece ya, para que estén en la cancha ya en la final del Mundial de Qatar de este domingo. Antes, los días previas serán de completo estudio, de reafirmar conceptos, de ajustar las tuercas y, por supuesto, de tomar decisiones. La final no admite error, el planteamiento del uno y del otro debe ser perfecto, con algunas variantes necesarias para que haya sorpresa, para que la final no sea premeditada.
Hablar de sorpresas parece redundante cuando en la cancha estarán los dos mejores jugadores del Mundial, los más impredecibles: Lionel Messi y Kylian Mbappé, dos genios capaces de borrar el pizarrón del técnico rival con un solo movimiento o un solo pensamiento. Uno es veloz de mente, el otro es veloz de cuerpo.
La final pasará para sus respectivas selecciones por cómo ellos se sentirán más cómodos, cómo se sentirán más libres, y para los adversarios, en cómo fastidiarlos, cómo incomodar su capacidad y su despliegue y cómo evitar que hagan mucho daño. Argentina juega, por su puesto, para que Messi brille, para que Messi los lleve de la mano. Pero Messi no juega solo, no podría ni siendo lo que es. Por eso, Argentina le arma una estructura que le dé libertades, que le permita salir de la muy habitual emboscada rival.
Argentina se arma, como lo hizo contra Croacia en la semifinal, con un esquema 4-4-2, es el que más le gusta al técnico Lionel Scaloni, y que le permite encontrar solidez defensiva, con una doble línea de 4 feroz, si la atacan, y agresiva si de salir se trata. Argentina tiene laterales eficientes, que van y vuelven, que son un gran apoyo ofensivo. Y ni hablar de los volantes, unos todoterreno que se devoran la cancha a mordiscos, que ladran, que muerden y que de repente parecen elegantes bailarines, porque tocan bien, preciso, y buscan a Messi, siempre a Messi.
La idea inicial es justamente esa, no dejar solo a su mejor hombre, nunca abandonarlo, darle respaldos y sociedades. Todos creen en él. El técnico ya sentenció: “Es el mejor de la historia. Creo que no hay ninguna duda”. Por eso es que los laterales salen tanto y los volantes externos igual y todos lo rodean, para que el mejor sea el mejor.
Argentina, sin embargo, se amolda a las circunstancias, contra Croacia sorprendió porque no salió a demoler, sino a esperar, y demostró que sin la pelota también agrede. Sus contragolpes fueron letales, con Messi y Álvarez gravitando. En el Mundial, Scaloni ha variado, del 4-4-2 al 4-3-3, sobre todo si decide incluir a Di María, que no ha estado en óptimas condiciones y lo han resguardado para la final, o también el 5-3-2 que usó por ejemplo contra Países Bajos.
Ese esquema, en esa dura batalla, le dio alternativas para que su juego fluyera, pudo ganar el medio campo y generar mucha presencia por los carriles externos. Es un misterio qué opción va tomar Scaloni esta vez. Es que es una final, y el rival es un peso pesado.
La poderosa Francia
Francia tiene un esquema más claro, un 4-2-3-1 que le ha dado resultados y que, sin embargo, no es predecible. La Francia que antes del Mundial perdió a piezas claves como Kanté, Pogba y Benzema, se refugia en otros elementos que han sido determinantes para llegar hasta la final, empezando por Mbappé, el mejor de todos, el inatajable, el inalcanzable: una carrera de Mbappé es una maratón que muy pocos logran igualar sin falta.
Argentina tendrá que reforzar su zona derecha para que el veloz atacante no haga tantos estragos. Francia, para que eso pase, tiene un juego que parte desde su propio campo, con pases en corto muy precisos, con una calma que se vuelve letal cuando llega la hora de descargar, del famoso cambio de ritmo, o de frente, con un pase largo al otro costado, generando profundidad, ya sea la de Mbappé o la Dembélé. Otra de sus armas es el ataque por las bandas, porque tiene hombres para eso.
Y más si a ellos les sumamos la precisión de sus volantes centrales. Su presión asfixiante es otro de sus argumentos. Francia no perderá la pelota y se quedará mirando, adelantará líneas, en velocidad, para ir por ella, y si es en el bloque medio, mantendrá la presión.
¿Que si habrá plan especial con Messi? Seguro que sí, aunque el técnico Didier Deschamps no lo exprese así. “Empezó en un lugar diferente del que imaginábamos y acabó de delantero. Ahora tiene un delantero y él tiene mucha libertad, toca muchos balones, se le ve muy en forma… Tenemos que trabajar para limitar al máximo su influencia, al igual que ellos harán lo mismo”, dijo el DT.
Ningún sistema, ninguna idea es infalible. Ya Argentina perdió con Arabia, ya Francia perdió con Túnez. Ahora, los dos equipos más fuertes del Mundial miden sus capacidades, ponen sus armas en la cacha, exhiben el talento y la capacidad física, la bravura también, la cual sí que se necesita.
Se trata de la final, así que nada puede quedar al azar, aunque Messi y Mbappé hagan del azar su primer enganche de gol.
EL TIEMPO
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