El pasado 24 de mayo asumió el mando del país, Guillermo Lasso y el pueblo se mantiene expectante ante las urgentes acciones que el país requiere para en algo aliviar las adversidades, en aras de mejores días para sus gobernados, ante un escenario económico realmente complejo con mucho trabajo por hacer y limitados recursos para este fin.
Luego de cerrar el año 2020 con un decrecimiento económico bordeando el 9%, el balance económico es desalentador por donde se mire, en tal virtud, disminuir el déficit se convierte en una tarea complicada teniendo en cuenta que los ingresos fiscales se han reducido. En lo que va del 2021, las actividades económicas continúan sin retomarse como hasta antes de la crisis sanitaria, lo cual ha frenado la economía y continúa impidiendo el retorno a nuestra dinámica productiva.
Mirar hacia el sector externo y ver que la realidad del país tampoco es favorable, es otra de las preocupaciones para el nuevo mandatario, ya que en una economía dolarizada no se puede incrementar la cantidad de dinero imprimiendo billetes para reducir los precios de las exportaciones como si lo hacen los países vecinos con moneda propia. El desafío es el aumento de las exportaciones, para lo cual necesitamos elevar nuestra capacidad productiva y competitiva permitiéndonos disminuir los precios relativos con respecto a la competencia de bienes exportables, similares a los de otros países de la región. Ahora bien, lograr este requerimiento es una tarea urgente puesto que las soluciones que necesita la frágil economía ecuatoriana no dan tregua al encontrarnos en un escenario extremadamente complicado.
Los problemas económicos en el Ecuador son mayores cuando se ve que los ingresos tributarios y petroleros representan el 88% del total de ingresos para el gobierno central, con cifras catastróficas en el 2020 donde los ingresos petroleros cayeron en -42% fruto de la rotura de los oleoductos y la caída del precio del barril de crudo, de manera similar los ingresos tributarios cayeron en -16% debido a la paralización de la economía que llevó a una disminución enorme del consumo privado. Como consecuencia, el país se enfrenta a un déficit fiscal que hace pensar seriamente como direccionar nuestra matriz productiva, pues se muestra escasos y leves signos de recuperación, los cuales en un entorno donde resulta difícil reducir el gasto público no son suficientes para suplir las necesidades que atravesamos.
Ante tan adversa situación la forma que queda para financiarse es recurrir al endeudamiento, pero ¿cuál es nuestro estado si hablamos de deuda? pues según el Ministerio de Economía y Finanzas, la deuda pública total de Ecuador pasó de 58 661 millones a 63 410 millones de dólares entre febrero de 2020 y febrero de 2021, lo que significa un crecimiento interanual de 8,1%, pues para marzo de 2021 la deuda representa el 62,52% del PIB, según el último reporte del Ministerio de Economía y Finanzas. Por otro lado, la deuda pública interna se incrementó en un 6,32% interanual entre febrero de 2020 y febrero de 2021, pasando de 17 090 millones a 18 171 millones de dólares. Es importante destacar que el Ecuador como lo establece en la Ley para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas que entró en vigencia en julio de 2020 espera reducir la deuda al 40% del PIB hasta el 2032, lo cual representa otro desafío para Lasso ya que esto se traduce en una fuerte presión sobre las cuentas públicas, debido al pago del servicio de la deuda convirtiéndose en una carga adicional en los presupuestos futuros.
Las adversidades que le esperan al actual presidente se deben en gran medida a la estructura productiva, estrechez fiscal y la incapacidad de generar política monetaria expansiva en nuestro país, ya que si por un lado la dolarización nos da confianza, por otro significa una serie de restricciones en épocas de crisis y recesión. Lasso debe tener presente que si no se logra hacer crecer la economía no se logrará reducir la tasa de desempleo que fue una de sus principales ofertas de campaña proponiendo la creación de fuentes de empleo, hecho que no dista de la teoría económica pues una población empleada cuenta con ingresos para aumentar su consumo, incrementando la demanda para las empresas, las cuales aumentarán su producción e inversión y a su vez demandarán más trabajadores, generando un efecto multiplicador en la economía nacional.
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