Los estadounidenses decidirán en las elecciones del próximo martes sobre su futuro presidente, sobre la totalidad de la Cámara de Representantes con sus 435 escaños y sobre un tercio del Senado compuesto por 100 senadores (dos por Estado). Los impuestos sobre las personas físicas y las empresas, las relaciones exteriores, principalmente con China, el sistema sanitario y el gasto público en plena pandemia de la Covid 19 han sido los ejes del debate entre el presidente republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden.
Los mercados financieros están atentos al martes 3 de noviembre en unas elecciones que ya han hecho historia con un número récord de votos anticipados. Desde posibles grandes cambios políticos hasta la enorme volatilidad en la noche de las elecciones y los vaivenes postelectorales.
Según Reuters, en esto se fijarán los inversores el 3 de noviembre y después:
Las acciones se han estremecido en el período previo a las elecciones y el índice de volatilidad de CBOE, la “medida del miedo” de Wall Street, ha subido. Los operadores estarán pegados a las pantallas siguiendo cómo los futuros bursátiles de Estados Unidos reaccionan a cada giro en la noche electoral, así como a los futuros de los bonos del Tesoro y el dólar.
El mercado de 20 billones de dólares de los bonos ha estado aletargado durante meses, pero recientemente ha vuelto a dar señales de vida, ya que las apuestas contrarias sobre cómo se comportará la economía han chocado en medio de los nervios por las elecciones.
La volatilidad inducida por las elecciones puede dar un impulso al dólar.
Las bolsas y los corredores minoristas, bajo escrutinio después de recientes interrupciones, han pasado meses planeando la elección de Estados Unidos. Ahora sus preparativos para lo que podría ser un período muy volátil están a punto de ser puestos a prueba.
Los límites de precios y las interrupciones de operaciones son salvaguardias que podrían usarse el día después de las elecciones para evitar que el mercado se mueva demasiado o muy rápidamente en un período de tiempo corto.
Los grandes bancos de Wall Street han estado haciendo simulacros de “juegos de guerra” para sus negocios de intermediación y preparando a los clientes para escenarios inesperados, con la esperanza de evitar una crisis de liquidez o errores técnicos cuando los mercados reaccionen a las noticias.
Algunos de los observadores más influyentes del proceso electoral serán los organismos que determinan la calificación crediticia del país.
Los inversores podrían enfrentarse a caminos dramáticamente diferentes para el país en cuanto a impuestos, gasto gubernamental, comercio y regulación, dependiendo de quién gane.
Varios papeles y sectores podrían ver cambios dramáticos, y los inversores han pasado meses tratando de identificar a los posibles ganadores y perdedores en los distintos escenarios.
Para aquellos que buscan más ganancias en adelante, una victoria del presidente republicano, Donald Trump, puede ser un resultado favorable en alguna medida.
Si gana el demócrata Joe Biden, como sugieren las encuestas, las empresas de tecnología podrían enfrentarse a más impuestos y una mayor regulación.
Los gestores de fondos han estado apostando a que las acciones de tipo verde con credenciales medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) se beneficiarían de una victoria de Biden.
Un triunfo de Biden y un posible Senado controlado por los demócratas podría despejar el camino para reformas de los precios de los medicamentos con receta y de la cobertura de la atención médica, que generalmente se consideran como negativas para las empresas del sector.
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