Para combatir la pandemia, una medida adoptada a nivel mundial ha sido mantener distanciamiento y quedarse en casa.
El aislamiento busca evitar la propagación del virus. Sin embargo, para resguardar nuestra salud desde una mirada integral, junto con poner el foco en el cuidado físico, el desafío es resguardar nuestro bienestar socioemocional. Para esto, las celebraciones son una muy buena oportunidad
¿Por qué las celebraciones son tan importantes? Porque en situaciones de crisis, trauma o estrés sostenido, los seres humanos tenemos la capacidad de sobreponernos y salir fortalecidos de la dificultad. A esto lo llamamos resiliencia y podemos identificar algunos factores protectores que nos permiten fortalecerla. Revisaremos algunos de estos factores para explicar por qué las celebraciones son tan importante en este contexto.
Un primer factor protector de la resiliencia es el optimismo. Esto se refiere a la capacidad de enfocar nuestra mente en lo que valoramos, lo que nos hacen sentir agrado y lo que le da sentido a nuestra existencia. El optimismo nos ayuda a reducir el estrés y focalizar las energías en aquello que nos fortalece, para seguir avanzando y sostenernos, a pesar de las dificultades.
Las celebraciones nos ayudan a poner el foco en aquello que es valioso para nuestro grupo o comunidad. Se celebra y se agradece el inicio de ciclos, como el ingreso de un niño a la escuela, un nacimiento o una boda. También podemos celebrar el cierre de un período; por ejemplo, un estudiante que se gradúa o la vida de quienes estuvieron con nosotros y ya partieron. El rito del funeral incluye el agradecimiento por la presencia que tuvo la persona que falleció en nuestras vidas.
Así como abrimos y cerramos ciclos, también podemos celebrar hitos que son importantes y significativos en nuestra familia o comunidad, por medio de aniversarios y cumpleaños. Los logros son otro motivo de celebración; por ejemplo, la recuperación de un enfermo, un niño que aprende a caminar o a leer. Se puede celebrar la amistad y la compañía de otros. Dentro de la familia, compartir un juego de mesa o conversar cómo ha estado el día son formas de celebrar que estamos juntos.
Al pensar cuáles son nuestros motivos para celebrar, nos conectamos con quienes son significativos en nuestra vida, con quienes compartimos aquello que valoramos y eso fortalece nuestra socialización, que también es un factor protector de resiliencia.
Al celebrar nos encontramos con otros y fortalecemos nuestras relaciones de afecto y pertenencia. Nos reconocemos como parte de una comunidad, con un rol que nos hace parte de ella. Esto nos permite fortalecer la cohesión social, es decir, la riqueza de las relaciones que nos sostienen y nos dan un lugar como parte de una comunidad.
En las circunstancias por la cuales atravesamos, hay familias pasando por un momento de crisis económica o que están separadas físicamente. También hay quienes están pasando por procesos de duelo, por la pérdida de un ser querido. En este contexto es protector visibilizar las cosas valiosas que tenemos y mantener nuestros ritos para agradecer en familia o en comunidad. Esto nos permitirá resguardarnos y sostenernos en medio de la adversidad.
Otro factor protector de resiliencia es la creatividad. Cuando logramos crear algo nuevo nos sorprendemos, nos alegramos y esto se asocia con la liberación de endorfinas y el aumento de la sensación de bienestar. Por eso es tan importante mantener espacios creativos en situaciones en las que nuestras emociones son más difíciles de llevar, como la angustia, la tristeza, el estrés y la incertidumbre. Pensar cómo reinventar nuestros ritos, con qué símbolos, qué actividades, qué espacios – físicos o virtuales – nos lleva a un estado de satisfacción, de alegría y de sorpresa.
Los símbolos en estos momentos son muy importantes, porque nos permiten abrazar con el lenguaje, con la imagen, con la música. Si no podemos abrazarnos físicamente, simbólicamente sí somos capaces de hacerlo y eso genera bienestar y cercanía. Por ejemplo, podemos escribir y compartir una poesía, una pintura o una canción. Podemos escribir una frase y enviarla junto con una fotografía. Aquí no hay receta. Lo importante es buscar qué elementos o actividades son significativos para nosotros y los podemos compartir o construir para darle riqueza y afectividad a nuestra celebración.
Los símbolos en los seres humanos operan con muchísima fuerza. Por ejemplo, decorar la mesa en la que estamos comiendo es un símbolo de que valoramos enormemente estar reunidos, independiente de la dificultad y las circunstancias en que estamos viviendo.
La celebración tiene también un espacio y un tiempo. Esto desafía nuestra creatividad en este periodo de distanciamiento social, porque tendremos que reinventarlos en la distancia o en un nuevo contexto físico. Aquí la invitación es a mirar qué recursos tenemos a nuestro alcance y qué otros recursos podemos buscar o crear. Hay una diversidad de plataformas y aplicaciones con las cuales podemos conectarnos. Tal vez se dificulte su utilización para los adultos mayores, pero se puede encontrar la manera, de acuerdo a las características de quienes forman parte de esta celebración, para encontrar la más adecuada.
En la celebración un aspecto fundamental son quienes participan en ella. Por eso la importancia de pensar qué tenemos que hacer para que nadie se quede fuera de estos espacios de encuentro social y de agradecimiento compartido. Este momento nos ofrece una gran oportunidad para aprender o enseñar a usar algunas herramientas tecnológicas a los adultos mayores, porque la gratificación de estar conectados justificará el esfuerzo y la valentía de atreverse a aprender algo nuevo. Si es posible, puede ser el momento de invertir como familia y asegurar el acceso a Internet a un familiar que no lo tenga. Si esto no es posible, habrá que buscar otras formas de encontrarse manteniendo la distancia, saludando a un ser querido desde afuera de su casa o llevándole algo que represente esta cercanía que queremos generar.
Cuando nos conectamos y nos encontramos, hacemos presencia emocional y social en un contexto de distanciamiento físico. Por eso prefiero hablar de distanciamiento físico y no social, porque los seres humanos podemos conectarnos y estar presentes socialmente aún cuando físicamente estamos aislados. Y eso nos permite vivir nuestros ritos acompañados, aún en la distancia.
En definitiva, en estos momentos en que las noticias y lo que estamos viviendo hacen que primen emociones más difíciles de sobrellevar, la invitación es a visibilizar y agradecer aquello valioso que tenemos, repensando y re-creando nuestros ritos y celebraciones, junto con quienes son nuestra comunidad de afecto, de apoyo y pertenencia. Esto hará que el encuentro social nos resguarde y fortalezca nuestra capacidad de resiliencia, en medio del aislamiento físico.
* Este texto fue desarrollado como parte del programa de apoyo socioemocional “Conversaciones Familiares en tiempos de COVID-19”, que realiza la Universidad Casa Grande en coordinación con el Campus Capacitas de la Universidad Católica de Valencia.
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