La plataforma Twitter Inc anunció que prohibirá la publicidad política a partir de noviembre y lo hace en tiempos electorales agitados, no solo en América Latina sino también en países de Europa y en Estados Unidos. Es otra forma de protegerse ante la avalancha de noticias falsas de las cuales hay abundantes ejemplos en la región. Información sesgada o manipulada que busca crear miedos, revivir el cuco de la lucha del bien contra el mal, de los pobres buenos contra los ricos malos, de la izquierda progresista contra la derecha retrógrada.
Es un discurso alimentado por quienes abusaron de los fondos públicos para darse la vida de jeques árabes, con aviones usados como propios a cuenta de que eran de la patria. En su mundo la patria o el pueblo es el caudillo. Lo repetía Hugo Chávez y después unas cuantas cajas de resonancia. Un discurso alimentado por seudo analistas petroleros, transformados de la noche a la mañana en analistas constitucionales, políticos, económicos, tributarios y demás, o periodistas de multinacionales de la información ahora convertidos en izquierdistas de cafetín dispuestos a defender a cualquier caudillo que les ceda un espacio con onerosos beneficios económicos, porque es su única forma de entender el periodismo. Cobrar mucho por no decir nada, por vender su imagen.
El anuncio de Twitter ocurre en un contexto en que las redes sociales enfrentan una fuerte presión para bloquear los intentos de manipular elecciones con información falsa. Jack Dorsey, el CEO de la plataforma, dijo que la decisión es detener toda la publicidad política en el microblogging a escala mundial. Y parte de la tesis de que el mensaje político debe ganarse, no comprarse.
Twitter se adelanta a Facebook en esta decisión, una de las plataformas que mayor presión enfrenta para dejar de vender anuncios que difundan información inexacta, sobre todo después de la denuncia de que propaganda proveniente de Rusia, difundida en su plataforma antes de la elección presidencial de 2016 en Estados Unidos, modificó el resultado de los comicios y dio el triunfo a Donald Trump.
Twitter ha dado el primer paso y Facebook ha comenzado a bloquear cuentas desde donde solo se alimenta el odio, desde donde se bombardea con noticias falsas con fotos trucadas o videos descontextualizados con el afán de crear incertidumbre, de jugar con los miedos, de crear relatos paralelos con el fin último de buscar salvadores que terminan siendo los canallas, como bien explica Antonio Santos Rumbea, de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Jugar sucio para intentar pescar a río revuelto.
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