Esta considerado el juicio del siglo contra el fundador del más poderoso cartel de la droga en todo el mundo y su suerte está en manos de 12 personas, ocho mujeres y cuatro hombres cuya identidad es desconocida. Todos tuvieron la oportunidad de mirar a los ojos a Joaquín El Chapo Guzmán, el sanguinario jefe del cartel de Sinaloa, durante las 39 sesiones que tuvo el juicio.
Los miembros del jurado popular son reconocibles únicamente por número para preservar su anonimato, reseña El País. “El grupo es racialmente muy diverso. Entre los 12 miembros titulares, dos son mujeres blancas. La mayoría son afroamericanos y al menos un par habla o entiende español. El juez Brian Cogan, sin embargo, dejó muy claro al dar las instrucciones que la traducción en inglés es la única que vale como referencia a la hora de examinar los testimonios que ofrecieron los cooperantes protegidos”.
La portavoz del grupo es una mujer, que tiene aspecto hispano. Es joven y se sienta en la segunda fila. Se esperaba que el juicio durara hasta mediados de marzo. Pero concluirá posiblemente con un mes de antelación. Cogan les agradeció la atención que prestaron durante todo este tiempo y ninguno se puso enfermo.
Por la duración del proceso, se decidió que los miembros del jurado no permanecieran secuestrados en un hotel y pudieran cada tarde ir a sus casas. En los desplazamientos fueron siempre custodiados por oficiales armados de la policía judicial, que se encargaban de la seguridad.
“Las evidencias son vuestra única guía”, reiteró Cogan al instruirles, en un proceso que duró cerca de tres horas. “la presunción de inocencia del acusado prevalece hasta el final de las deliberaciones y el Gobierno haya probado su causa”. El magistrado les pidió así que recurran al sentido común y su experiencia a la hora de determinar si los testimonios de los cooperantes son creíbles.
Joaquín Guzmán se enfrenta a un total de 10 cargos penales. El primero, líder de una empresa criminal, es el más importante y contiene a su vez 27 crímenes. Está sancionado con la cadena perpetua. Hay siete cargos relacionados con la producción, la posesión, la importación y la distribución de narcóticos en Estados Unidos. Se completan con otro por uso de armas de fuego y un último por blanqueo.
Chapo es un títere, no la cabeza del cartel de Sinaloa. Es el argumento final al que recurrió la defensa de Joaquín Guzmán para tratar de derrumbar la causa del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, antes de que el jurado empiece a deliberar el próximo lunes. Y para ello, el abogado Jeffrey Lichtman trató de hacerles pensar atacando la credibilidad de los 14 cooperantes y preguntándoles por qué Ismael El Mayo Zambada sigue campando a sus anchas. “No os dejáis llevar por el mito de El Chapo”.
“No tengan fe ciega en las intenciones del Gobierno”, pidió a los miembros del jurado, mientras mostraba a su espalda una imagen de los testigos protegidos, “el sistema no es perfecto”. El objetivo de este juicio, añadió, “no es hacer justicia”, sino “cazar a El Chapo”. En ese momento dejó caer que las autoridades estadounidenses y mexicanas “también pueden ser corruptos”.
La carga la concentró en El Mayo, el principal socio de El Chapo en el cartel de Sinaloa. “Sigue libre como un pájaro”, recordó, “¿por qué?”. El capo de la droga era el primer interesado, explicó, de que el perfil del acusado creciera. El argumento es idéntico al que utilizó en la apertura del juicio. También sugirió que la cooperación de su hermano Jesús Zambada y su hijo Vicente forma parte de una estrategia “planificada brillantemente”.
Lichtman acusó a la Fiscalía de manipular al jurado para condenar a Guzmán. Y con su habitual sarcasmo, mencionó el supuesto soborno de 100 millones de dólares al expresidente mexicano Enrique Peña Nieto. El abogado dijo que salió del bolsillo de Zambada. Argumentó que su cliente estaba arruinado cuando se realizó. “Tenía una deuda de 20 millones”, dijo, “estaba escondido y le perseguían como a un conejo”.
Para alimentar las dudas entre los miembros del jurado, señaló que la cocaína del cartel sigue fluyendo por las calles de Nueva York mientras El Chapo está sentado en el banquillo.
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