El manejo discrecional de la justicia fue moneda corriente durante los diez años del correísmo. Funcionarios del Consejo de la Judicatura presentes en los juicios, visitas a los juzgados, sabatinas con advertencias de quién era culpable o quién inocente. Fue la metida de mano en la justicia más descarada que había presenciado el país en su historia republicana, sin ninguna vergüenza ni sangre en la cara.
En 2018, en pleno desarrollo de la audiencia preparatoria del juicio contra el expresidente Rafael Correa, la asambleísta Sofía Espín acude a la cárcel 4 de Quito a visitar a una de las testigos clave en el proceso instaurado contra el exmandatario y otros por los delitos de asociación ilícita y secuestro.
“Vivimos tiempos muy extraños. Jamás olviden rol nefasto de la prensa: “escándalo” porque asambleísta visita a una chica traicionada por su abogado, pero no dijo nada del viaje de Santiago Cuesta para que Pablo Romero me incrimine o le caería la lluvia de juicios”, escribió en su cuenta de Twitter el expresidente Correa, también sin ningún rubor en la cara y menos vergüenza alguna.
¿Por qué armar un escándalo porque una asambleísta del correísmo visite a una chica traicionada por su abogado? ¿Cómo el expresidente sabía desde Bélgica que fue traicionada por su abogado? ¿Fue traicionada por su abogado? ¿Si la agente de Inteligencia que fue parte de la operación del secuestro de Balda, cuyo testimonio fue clave para incriminar al expresidente, fue traicionada por su abogado no es un acto de presión que una asambleísta la visite acompañada por gente de la defensa del expresidente?
Para quienes manejaron la justicia a su antojo es normal que eso ocurra, un día antes de que la Corte Nacional de Justicia reinstale la audiencia para definir el futuro procesal de Correa.
“Me acerqué para ver las condiciones en las que se encuentra, el abogado que tiene en realidad no la defiende, solo está interesado en llegar a un acuerdo para vincular al expresidente Correa. Es importante comentar que cuando le dije que ‘tú sabes que el presidente Correa no tiene nada que ver en esto’, ella me asentía con la cabeza”, dijo también sin ningún rubor en la cara. Fue a decirle a una testigo clave del caso que ella sabía que el expresidente nada tenía que ver en eso. ¿Eso no es una descarada presión?, ¿desde cuándo una asambleísta tiene carta blanca para visitar a los implicados en un proceso penal ventilado en la justicia ordinaria acompañada por los abogados de una de las partes?
El solo reconocimiento de Espín de que fue a tratar con una testigo clave en el proceso abierto contra el expresidente el tema de la sindicación del expresidente, acompañada por la abogada Yadira Cadena Cevallos, asistente de Caupolicán Ochoa, abogado de Correa, debería ser suficiente prueba para la apertura de un expediente al menos en la Asamblea, porque usó su calidad de asambleísta para inmiscuirse en un proceso en manos de la justicia ordinaria.
“Solo fue un saludo, una conversación, nada que no pueda hacer ningún ciudadano ni ningún asambleísta. Ni ella se dejó presionar ni yo me dejo presionar”. Así justificó la asambleísta del correísmo la visita. Un saludo. ¿Tanto trabajo para ir a saludar? Diego Chimbo, abogado de la agente Falcón, dijo que Espín le prometió asilo en Bélgica a cambio de que diga que fue presionada por el fiscal Paúl Pérez para involucrar a Correa en el proceso penal.
Chimbo también denunció que la asambleísta, excolaboradora del exvicepresidente Jorge Glas, recluido en la cárcel 4 tras una sentencia por el caso Odebrecht, se contactó también con el agente Chicaiza para pedirle cambiar su versión. “Van a visitar al exvicepresidente y se contactan con él y le insinúan que cambie este proceso y la insinuación más grave que le hacen es pedir que mienta, es decir que se retracte”, dijo.
Giuseppe Fava, periodista italiano, escritor y activista de Antimafia, asesinado por la mafia, en una semblanza sobre Pietro Torretta (1912-1975), escribió que la invulnerabilidad debe ser la primera cualidad de un gran mafioso. Debe poder habitar serenamente en su casa, caminar por la calle, participar en las ceremonias oficiales. No puede sentirse acosado con la certeza de la condena por una orden de búsqueda y captura.
¿La tranquilidad de quién o quiénes está alterando el caso Balda como para insinuar siquiera, sin ningún tapujo, que es normal que una asambleísta visite en la cárcel a una testigo clave en pleno desarrollo de un proceso judicial y acompañada, además, por la defensa de una de las partes involucradas en el proceso?
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