El petróleo sin duda es una novela sin fin, lleva varias temporadas (gobiernos) sin un claro final; está comparación la realizó porque nos encontramos ante un aparente nuevo “boom” petrolero, que podría “marear” a las autoridades económicas de turno, sino se maneja mesuradamente. Desde hace algunos meses se muestra una tendencia al alza del precio del crudo, pasando la barrera de los 70 dólares siendo la más alta cotización desde hace 42 meses; el Banco Mundial pronosticaba el crecimiento del precio para este año, sino bien no era pasar la barrera de los 70 dólares, si señalaba una importante recuperación y esto debido a la estrategia de los países de la OPEP que buscaban impulsar el precio desde el 2017, a través de recortes en la producción en el orden de los 1,8 millones de barriles de petróleo por día, dicha medida sería aplicada hasta fines del 2018, con miras a revisarse.
Claro está que el impulso al precio del barril de petróleo se debe también a la situación geopolítica mundial, siendo el más reciente la salida anunciada de Estados Unidos del acuerdo que tiene con sus socios europeos respecto al programa nuclear de Irán, que irá acompañado de sanciones a ese país. Dichas sanciones que en el pasado estaban ligados a la cuota de petróleo iraní, afectaría el abastecimiento de crudo a nivel mundial. Otros eventos que afectaron desde 2017 fueron la caída en los inventarios de EEUU y la interrupción continua del sistema de oleoductos de la plataforma Forties en el Mar del Norte, hasta los más recientes anuncios sobre las perspectivas de crecimiento económico mundial que son alentadoras para el 2018 y el 2019, ubicando dicho crecimiento en cerca del 4%; trayendo consigo un aumento en la demanda de petróleo durante este año y el próximo.
Ahora bien, ¿qué sucede con nuestro país? El precio al que se cotice el crudo a nivel mundial, no es necesariamente el mismo precio que se cotice el crudo ecuatoriano, hay factores que llevan a que crudo ecuatoriano se ubique entre 5 a 10 dólares menos que el WTI (crudo de referencia para nuestro petróleo, cabe señalar que el diferencial es bastante menor en las últimas semanas). El crudo ecuatoriano se situó en estos días cercano a los 62 dólares por barril versus los 41.97 dólares por barril que está fijado en el presupuesto estatal, lo que aparentemente daría un alivio a las cuentas fiscales; pero no están así debido a tres factores, el primero los altos costos operativos de la industria petrolera ecuatoriana, segundo las preventas petroleras que debido a la forma como fueron pactadas el Ecuador no recibe los ingresos extraordinarios que por la coyuntura debería percibirse, y tercero la caída en la producción petrolera que se registra desde inicios de año, a tal punto que nuestro país produce por debajo de lo que OPEP estableció dentro del recorte acordado, y es así que debiendo producir 520 mil barriles diarios, la producción llega a 513 mil barriles diarios. Esto último debería llevar a reconsiderar si es conveniente nuestra permanencia dentro del cartel de OPEP.
Con el nuevo aumento del precio de petróleo que se mantendrá probablemente hasta el 2019, según las perspectivas de Goldman Sachs, debe el gobierno nacional renegociar con mayor celeridad los contratos de preventas petroleras acordados hasta 2021 para obtener beneficios para el fisco y así aliviar la delicada situación financiera del país, así como también considerar la creación de fondos petroleros para reducir el impacto de shocks externos que puedan presentarse en el futuro. Pero, por ningún motivo, en el caso de que el escenario sea muy optimista el Gobierno debe volver a la equivocada práctica de depender el petróleo, llevando a que la economía gire alrededor del gasto público otra vez; siendo el momento de una vez por todas de tener una estrategia de largo plazo para reducir y eliminar la dependencia del petróleo.
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