A pesar de todavía no tener un Programa económico claro, el Ecuador ya cuenta con un nuevo Ministro de Economía y Finanzas. Se trata del Economista lojano Richard Martínez, quien se desempeñó hasta el día de ayer como Presidente del Comité Empresarial Ecuatoriano. La noticia fue anunciada a través de un comunicado oficial del Presidente de la República, quien como de costumbre, no dejó de sorprender a la mayoría de ecuatorianos que le dieron el voto en abril del 2017.
Ahora, ¿quién gana y quién pierde después de esta decisión? varias han sido las respuestas especulativas alrededor de esta pregunta, que no solo reflejan una marcada polarización del sentido de la política económica en el país, sino que también encienden las alarmas de los sectores de la izquierda. De igual forma, el sector empresarial observa el panorama con comodidad, mientras que la mayoría de sus representantes se frotan las manos esperando un giro de la política económica que les dé mayor tranquilidad. En síntesis, la designación del nuevo Ministro de Finanzas ha alborotado el avispero, y ha puesto en evidencia que el Presidente Moreno nunca tuvo una postura clara con respecto a la Economía ecuatoriana.
Es importante reconocer que la ideología jamás podrá desligarse de las decisiones de política económica. Por esa razón, el impacto de las mismas no será el mismo para todos los sectores de la población. Por ejemplo, la remisión del 100% de multas, intereses y recargos derivados del saldo de las obligaciones tributarias significará un beneficioso incentivo tributario para ciertos sectores, mientras que para otros, esto generará riesgo moral y debilitará la recaudación a largo plazo.
Así mismo, la propuesta de flexibilización laboral presentada por el Presidente Moreno en su Programa Económico tendrá impacto positivo en la producción a corto plazo, pero a la vez, causará problemas en la redistribución de la riqueza en el largo plazo. Finalmente, la eliminación de entidades públicas y el recorte de servidores públicos para ahorrar mil millones de dólares, podrá en cierta medida, aliviar la presión fiscal del Estado, pero a su vez el efecto multiplicador en la economía traerá una reducción en el consumo y el ahorro. Siendo así, el impacto de una decisión de política económica nunca será general para todos. Siempre habrá quienes se beneficien más, y quienes sean afectados por los daños colaterales de las decisiones económicas.
Entonces, ¿a quién beneficia la designación del nuevo Ministro de Finanzas? Al parecer, la decisión ha causado impresión positiva en el Mercado Internacional. La mañana del martes 15 de mayo, los bonos ecuatorianos abrieron con números verdes y se espera una reducción del riesgo país en los próximos días. Así mismo, la noticia ha causado tranquilidad para el sector empresarial, que desde hace once años no había tenido participación directa en las finanzas públicas. Al contrario, muchos disidentes de Alianza PAIS y políticos de izquierda han mostrado preocupación por el rumbo de la economía ecuatoriana, que para ellos, se ha inclinado al servicio de la derecha política. Ante la polarización especulativa creada por el cambio de Ministro, es más difícil responder a la pregunta planteada anteriormente y concluir si la decisión del Presidente Moreno ha sido la más acertada. Ante esta realidad, no queda nada más que esperar.
A pesar de representar a un pequeño grupo de la sociedad, Richard Martínez ha demostrado ser una persona abierta al diálogo, con propuestas claras y confianza para el sector privado. La discusión debería salir del estancamiento creado por la contraposición de derechas e izquierdas, y enfocarse en lo que la Economía del Ecuador realmente necesita: mayor empleo, redistribución de ingreso, crecimiento económico (que no dependa solamente del consumo), aumento de las exportaciones y lo más importante, abandonar la perversa estrategia de cubrir el déficit fiscal con mayor deuda. Así mismo, el nuevo Ministro deberá aplicar medidas enfocadas en fortalecer la dolarización, aumentar la producción sin necesariamente flexibilizar el trabajo, considerar la posibilidad de negociar con los bancos de China, asumir competencias en la aplicación de Alianzas Público-Privadas y diversificar la economía. Sin duda, un reto difícil para el nuevo Ministro, que además de lidiar con el costo político de sus decisiones, tendrá que tomar en cuenta el contexto del siglo XXI; donde el mundo se encuentra en una economía de post-escasez, demanda de información en la sociedad red, y la aceleración de los proyectos de Inteligencia Artificial y análisis de datos masivos.
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