El presidente estadounidense Donald Trump, conseguirá cumplir una promesa que hizo EEUU a Israel hace más de dos décadas -1995- con el traslado de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
Han pasado tres mandatarios -Bill Clinton (1993/2001), George W. Bush (2001/2009) y Barack Obama (2009/2017)- para que Estados Unidos acate el compromiso que acordó bajo la Ley de la Embajada de Jerusalén, con el que reconoció a la ciudad santa como la capital del Estado de Israel.
Cabe destacar que la ley fue aprobada durante el periodo presidencial de George Bush (padre), instando al gobierno a trasladar entonces su embajada a Jerusalén, sin embargo, posteriormente Clinton, Bush (hijo) y Obama postergaron cada seis meses su implementación debido a que alegaban “los intereses nacionales del país”.
Trump tomó la misma acción por primera vez en junio, no obstante en diciembre cuando se cumplió el plazo límite para volver a demorar la decisión, la Casa Blanca no envió ninguna orden al Congreso y el mandatario anunció que cumpliría al fin la promesa.
Esta situación ha incrementado la tensión con el bando palestino y ha desencadenado rechazo por parte de la comunidad internacional, sin embargo, poco después de hacerse público el dictamen, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea y algunos de los principales países árabes se mostraron contrarios a esta iniciativa y expresaron su preocupación ante las consecuencias que pudiese desencadenar dicha determinación.
Según sus detractores, esa decisión rompió con décadas de acuerdo bipartidista en EEUU sobre este asunto y socava la búsqueda de una solución al conflicto israelo-palestino con el enfoque de dos estados que se reconozcan mutuamente, sin que haya quedado clara la estrategia que persigue a largo plazo.
El Gobierno palestino, por su parte, se ha negado desde entonces a negociar un Acuerdo de Paz y ha manifestado que mover la embajada a Jerusalén es “una clara y explícita violación de las resoluciones de las Naciones Unidas”.
Para el embajador estadounidense en Israel, David Friedman, este movimiento “crea una oportunidad y una plataforma para avanzar en un proceso de paz sobre la base de realidades en lugar de fantasías”.
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