El Comandante General de Policía del Ecuador, Ramiro Mantilla, en entrevista con la cadena Ecuavisa, al comentar el anuncio de una estrategia integral realizado por el presidente Lenín Moreno, enfatizó que ahora sí vamos a actuar con un “enfoque integral” en las zonas de frontera que presentan focos de amenazas permanentes a la seguridad del Ecuador.
¡Qué bueno escuchar esa noticia!… aunque haya llegado tarde. Por tanto es de esperar que el ofrecimiento de realizar un trabajo integrado sea permanente y no producto del aumento de temperatura generado por la sentida muerte de varios seres humanos integrantes de las Fuerzas Armadas ecuatorianas y del equipo periodístico del diario El Comercio.
La insistencia porque haya continuidad en las acciones que se propone realizar el gobierno, obedece a que históricamente las soluciones a los problemas de interés nacional ha sido enfrentada -en la mayoría de casos- bajo los efectos negativos que genera la urgencia llevada a la acción. Ahí se origina la tendencia a tener una actitud reactiva y no proactiva causante de que los problemas sean tratados de forma reducida y no sistémica, es decir atacando sus causas de forma aislada (individual) y no de manera integral, considerando las partes que integran el todo.
Cuando se habla de enfoque integral -aplicado a la acción de gobierno- se entendería que esta perspectiva, como soporte estratégico de la intervención, incluye -en el análisis y luego en la operación propiamente dicha- un conjunto de variables explicativas de diferentes espacios que van más allá de la ‘sola’ -palabra predominante del enfoque reducido- intervención militar y policial.
Precisamente uno de esos espacios es el ámbito socioeconómico, un aspecto que por décadas ha sido descuidado por los gobiernos central y local, que a su turno han tenido la misión de definir y construir el destino del país, en las zonas de frontera y, por supuesto, en otros lugares del Ecuador.
Como era de esperarse, la falta de atención ha ocasionado graves afectaciones a los niveles de desempleo, pobreza, acceso a servicios básicos e infraestructura física territorial, un abandono que se convierte en el abono perfecto para que en esos lugares geográficos se vaya consolidando el terreno fértil de tentaciones que giran alrededor de actividades ilícitas pero rentables a la hora de generar ingresos económicos a quienes, al no tener una fuente de ingresos productiva, no les queda otra alternativa que formar parte de ese círculo donde la sobrevivencia -a como dé lugar- se sobrepone a la búsqueda permanente del hacer el bien a los demás seres humanos.
Los acontecimientos históricos demuestran que la unidad, soportada en la búsqueda de un objetivo común -en este caso la defensa de la PAZ como base del desarrollo futuro de una nación-, se convierte en esa fortaleza de poderes gigantes que ayuda a contrarrestar, como un antídoto altamente efectivo, la activación de aquellas amenazas externas.
Por ello es clave que el Estado, con todo el conjunto de políticas públicas, programas y proyectos debidamente financiados mire esas zonas como un todo en cuyo interior está presente un cúmulo de necesidades olvidadas por años relativas a los diferentes ámbitos del quehacer social territorial. El momento en que las diferentes instancias del Estado actúen bajo los principios del pensamiento y la acción sistémica será posible poner a funcionar un modelo de intervención -eso sí permanente- en el cual todos los estamentos públicos se conviertan en facilitadores del proceso de mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores locales, sobre la base de políticas efectivas y de una institucionalidad transparente, sólida y permanente en el tiempo.
De esa forma será posible -como objetivo estratégico de mediano y largo plazo- construir fronteras vivas, llenas de seres humanos felices y comprometidos en cuidar y sacar adelante un territorio potencialmente rico en recursos naturales, gente con capacidades para emprender y con una cultura asentada desde hace muchos años de la cual se puede aprender bastante.
Dentro de la propuesta de estrategia integral planteada por el gobierno del presidente Lenín Moreno es fundamental que los ecuatorianos y ecuatorianas nos mantengamos unidos, como en su momento lo resaltaba el político, científico e inventor estadounidense Benjamin Franklin (1706-1790): “O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos”.
Los acontecimientos históricos demuestran que la unidad, soportada en la búsqueda de un objetivo común -en este caso la defensa de la PAZ como base del desarrollo futuro de una nación-, se convierte en esa fortaleza de poderes gigantes que ayuda a contrarrestar, como un antídoto altamente efectivo, la activación de aquellas amenazas externas que, ante el incremento de vulnerabilidades territoriales (pobreza, desempleo, poco apoyo a las Fuerzas Armadas, falta de servicios educativos, salud y un largo etcétera) tienden a aparecer fortalecidas y con un gran poder destructivo dirigido a afectar la integridad física y sicológica principalmente de los habitantes del territorio donde tratan de asentar sus actividades ilícitas.
Estas fuerzas externas negativas lo único que hacen es sembrar miedo e incertidumbre, sin descartar que los efectos puedan expandirse a escala nacional y regional. Hoy por hoy el desafío está planteado: vamos todos y todas a cuidar nuestro país, los buenos somos la mayoría. ¡UN ECUADOR MEJOR Sí ES POSIBLE!
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