Piñera, que esperaba alcanzar el 45% de los votos, se quedó en un 36%, con poco más de dos millones de votos, lo que le perjudica mucho para la segunda vuelta. El golpe venía sobre todo por el buen resultado del derechista José Antonio Kast, un ultraconservador que defiende el legado de Pinochet, y se colocaba casi en el 8%. Pero la suma de ambos se queda muy lejos de ese 51% que Piñera necesitaba para ser presidente, así que tendrá que arañar votos en otros sectores.
Una segunda vuelta muy ajustada se espera el 17 de diciembre con el candidato oficialista, Alejandro Guillier, que veía con sorpresa como un gran resultado del grupo de izquierda Frente Amplio, Beatriz Sánchez, amenazaba su liderazgo. Finalmente logró pasar por la mínima, menos de dos puntos, a la segunda vuelta.
La diferencia entre Piñera y Guiller, que las encuestas auguraban por encima de 20 puntos, se quedaba en 14 (36% a 22%). Piñera no se arredró y compareció sonriente: “Hemos ganado en todas las regiones de Chile. También en casi todas las comunas de clase media y en las más pobres y vulnerables. Vamos a trabajar con humildad. Saludo a José Antonio Kast”, dijo. “Vamos a defender los valores de la familia y del humanismo cristiano”.
Los sondeos de las últimas semanas situaban a Guillier muy por debajo de Piñera, casi en la mitad de los votos, pero claramente por encima de la candidata de la izquierda, por lo que el éxito del Frente Amplio era una auténtica sorpresa. El resultado supone una debacle para la política tradicional chilena y en particular para uno de los partidos con más tradición, la Democracia Cristiana, que decidió por primera vez acudir en solitario con su candidata, Carolina Goic, y tuvo una pésimo votación, por debajo del 6%, disputando por muy poco el quinto puesto con el izquerdista Marco Enríquez Ominami.
Es difícil que Piñera logre acaparar esos votos de la Democracia Cristiana que siempre han estado alejados de la derecha. “Es un mal resultado”, admitió Goic, que mostró indirectamente su apoyo a Guillier y aplaudió a Sánchez, en una especie de intento inicial de unir todo el voto contra Piñera. La candidata del Frente Amplio se quejó de los sondeos, que le daban un 8% frente al 20% que obtuvo, desalentando así a posibles votantes. “Si las encuestas hubiesen dicho la verdad, a lo mejor sí estaríamos en segunda vuelta”, protestó.
Uno de los grandes protagonistas de la jornada electoral fue la abstención. En las presidenciales de 2013 votó el 51%, una cifra que deja a Chile entre los países donde más ha caído la participación. Pero esta vez bajó aún más, y se quedó en el 47%. La participación está bajando en Chile desde 1993, poco después de la recuperación de la democracia, pero fue en 2012 cuando se dispararon las cifras de abstención, cuando el voto pasó de obligatorio a voluntario. En las municipales de 2016 apenas participó el 36% de los habilitados.
La presidenta Michelle Bachelet se mostró confiada en que con el tiempo se reivindicará su obra. “Será el Parlamento y los ciudadanos los que van a defender ese legado. Los ciudadanos me agradecen cada día por las reformas que hemos hecho en educación, en salud, en derechos civiles”, se reivindicó. El resultado electoral que apuntaban los primeros datos no era ni mucho menos bueno para su formación, pero suponía de manera indirecta un aval a su giro a la izquierda en la última etapa.
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