“Los cubanos ya enterraron hace tiempo a Fidel”, había dicho a la agencia France Press un diplomático occidental que vivió varios años en Cuba. “Ellos tienen la cabeza puesta en el futuro, para muchos no es más que un glorioso recuerdo”. Retirado del poder desde 2006 en favor de su hermano menor Raúl, Fidel Castro conservó un peso moral que ejerció principalmente a través de centenares de reflexiones que publicaba regularmente en la prensa oficial.
“Con la muerte de Fidel, la situación política y económica probablemente se abrirá. Le quitará un peso a Raúl. El no tendrá que preocuparse más por las contradicciones con su hermano mayor, una personalidad avasalladora”, dijo a la misma agencia Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, un centro de estudios estadounidense.
Desde su grave enfermedad en 2006, su imagen se modificó y cambió su legendario uniforme verde olivo por ropa deportiva. La figura paternal del comandante en jefe, tan respetada como temida, permaneció omnipresente, aunque toda su vida Fidel Castro cuidadosamente evitó el culto a la personalidad al estilo estalinista.
En Cuba no hay estatuas suyas ni grandes retratos en las calles, pero los muros están cubiertos de sus consignas y la prensa oficial cita cotidianamente sus frases grandilocuentes.
El 70% de los cubanos nunca conoció a otro líder que el que ellos siempre han llamado simplemente Fidel, “el comandante”, “el jefe” o incluso “quien tú sabes”. En conversaciones, los más prudentes lo aludían con una simple caricia en el mentón, simulando una barba, y bajando la voz…
¿Qué va a pasar en Cuba con la muerte de Fidel Castro? “Grandes funerales”, ironizaban a veces los cubanos de la calle al minimizar el impacto que tendría en la isla la desaparición del padre de la revolución cubana.
Arturo López Levy, especialista en asuntos cubanos del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York, fue más prudente. “Después de la muerte de Fidel Castro, ganarán ímpetu la reforma orientada al mercado y la erradicación de las políticas comunistas más impracticables. Sin el carisma de Fidel, las disposiciones del Partido Comunista descansarán en los resultados económicos”.
Pero “el impacto sobre el ritmo y la naturaleza de las reformas de Raúl será limitado. Raúl ya tiene la última palabra en la aplicación de su agenda de reformas. El no necesita probar su legitimidad”, añadió López Levy.
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