Simplemente fue él, dice Clarín: Messi. Con él Argentina vio la luz y por fin dibujó una sonrisa llena de alivio. Messi era la fórmula obvia para dar un paso adelante. “No existe ningún equipo capaz de alcanzar una transformación brutal de un partido a otro, mucho menos si viene de sucesivas frustraciones y si las inseguridades acosan a todos. Messi. Siempre Messi. Para creer. Para ilusionarse. Para rescatar a compañeros traumados. Para calmar a un equipo sin identidad nítida. Para darle paz a un entrenador cuya continuidad caminaba por la cornisa. Unicamente girando alrededor del 10 se entiende por qué Argentina pasó a Colombia con comodidad y se va de vacaciones al menos en zona de Repechaje, pensando en Rusia 2018”, escribe Clarín.
La dependencia que Argentina tiene de Lionel Messi no solo se aprecia en el juego, en cada partido de la Selección. Es evidente al mirar las estadísticas y comparar la producción del equipo albiceleste en las actuales Eliminatorias cuando estuvo y cuando faltó él.
El partido ante Colombia, en cuyo primer tiempo la Pulga marcó un golazo y metió una asistencia, es el quinto que Messi juega en el camino mundialista hacia Rusia. De los cuatro anteriores, Argentina ganó tres y perdió uno, es decir, sacó 9 puntos de 12 en juego (75% de efectividad). En los restantes siete encuentros, la Selección apenas cosechó 7 unidades: una victoria, cuatro empates y dos derrotas.
“Hay que ganar como sea”, había dicho el capitán después de la paliza sufrida en Brasil. Según Clarín, de nuevo resultó un goce total verlo jugar. Se hizo cargo de todo. La pidió de entrada y encaró. El triple volante central que ubicó Pekerman para ensuciarle el terreno no sirvió de nada. Mucho menos la elección como lateral izquierdo de Balanta. Partiendo desde la derecha y volando por donde se le ocurría, Messi arrasó.
Justo Barrios, uno de los tres mediocampistas centrales, bajó al 10 cerca del área. Tiro libre frontal para Messi. Con Brasil no había podido superar la barrera. Ahora, a un ángulo, tocando el travesaño, para alejarle aún más la pelota a Ospina. Un cuento más del mejor. Su grito 57 de Selección, el número 17 en Eliminatorias y el sexto de tiro libre.
Luego puso un pase a la medida en la cabeza a Pratto. Dos festejos en 22 minutos para despedazar a una Colombia otra vez tibia ante Argentina, temerosa, que llegaba tan cuestionada como su técnico Pekerman y que terminó peor.
Fue Messi además pura generosidad no sólo con Pratto, sino con otros compañeros. A Mercado y a Otamendi les sirvió tiros libres que no cabecearon al gol por milímetros. A Di María lo dejó mano a mano en una que el zurdo estrelló en un palo. También lo asistió en el tercero, tras robársela a Jeison Murillo, en esa misma acción en la que Higuaín se pasó de largo. Ahí pareció que Leo quería hacerlo anotar al Pipita, cruelmente silbado por todo el estadio instantes antes, mientras ingresaba.
Después de Messi, para celebrar, la Selección apenas regaló a Pratto. De nuevo no le pesó ser el “9”. Resultaron interesantes sus desplazamientos y encontró el alimento que le ensancha el ego a cualquier goleador.
El funcionamiento general del equipo no conformó, según Clarín. No hubo auxilio para Messi. Todo Leo se lo debió autogestionar. Los mediocampistos aparecieron atados en la circulación y con escasa movilidad. Bloqueado Di María en la etapa inicial. Lo mínimo de Mascherano, quien sí fue irreprochable en los cortes. Hubo algunas inseguridades en los pases de entrada. Hubo fragilidad de Mas en la marca.
Bauza le dio unos minutos a Enzo Pérez, expuso ante la malicia popular un rato a Higuaín (la intención seguro fue regalarle una señal de respaldo) y le otorgó espacio al debut de Acuña.
En San Juan, Messi se había lesionado antes de la Copa América de Estados Unidos. Aquí tomó de la mano a la Selección y la sacó del abismo. Ahora Messi salvó a todos, pero no siempre con Leo alcanzará. El genio pide a gritos un equipo.
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