La ola populista, que se inició con el Brexit en junio pasado, alcanzó la noche del martes a los Estados Unidos en una forma deslumbrante. En uno de los mas grandes descalabros de la historia política de Norteamérica, Donald Trump se hizo con una histórica victoria en las elecciones presidenciales.
El decisivo triunfo de Trump desconcertó a la mayoría de analistas, incluso a mí personalmente. A lo largo de toda su campaña, Trump daba la impresión de que mantenía un techo en las encuestas del 44% aproximadamente y, a la vez contaba, con el mayor porcentaje de voto desfavorable en comparación con cualquier contrincante de cualquier partido en la historia. De acuerdo con esto, hace algunos meses predije que Clinton derrotaría fácilmente a Trump.
Luego, a principios de octubre, el escándalo sobre los comentarios ofensivos y los videos, combinado con el creciente número de mujeres que lo acusaban de asaltos sexuales, parecía poner fin a su campaña. Justo hasta la tarde del martes, cuando se presagiaba una confortable victoria de Hillary…
Pero todos estábamos equivocados. Trump ganó la carrera presidencial con una notable diferencia. Su noche se inició con complicadas victorias en Florida, North Carolina y Ohio, tres importantes estados de la Unión, necesarios para alcanzar los 270 votos electorales fijados. Mientras la noche transcurría, la “pared azul” de Clinton, colapsaba invadida por una ola roja que invadía desde el Atlántico hasta las Montañas Rocosas. Los generalmente estados azules como Pensilvania, Michigan, Wisconsin y Iowa, cayeron como piezas de dominó . Los resultados dejaron claro que Trump lograría fácilmente superar la marca para ganar la residencia.
Resulta extremadamente temprano sacar conclusiones sobre estos resultados, pero existen cinco factores que podrían explicar, aunque sea parcialmente lo sucedido:
1. El voto silencioso
Efectivamente existió un voto oculto a favor de Trump, un voto que las encuestas fallaron al analizarlo. El promedio de encuestas nacionales daban a Clinton un promedio de 3% sobre Trump y las realizadas Estado por Estado aseguraban que se garantizaría por lo menos 300 votos electorales.
Pero las encuestas se equivocaron tanto como los analistas políticos. Problemas con sus metodologías indudablemente, que se identificaran en los próximos días. Parecería razonable concluir que muchos de los votantes a favor de Trump se guardaron sus intenciones rehusando cooperar con los encuestadores.
El rol extraordinario que desempeñó el director del FBI, James Conley, en la campaña no puede tampoco subestimarse. Hace dos semanas, Clinton parecía estar al borde del triunfo con por lo menos dos dígitos. Pero la carta de Coney al Congreso en la que anunciaba que el FBI reabría las investigaciones de los correos electrónicos de Clinton cambió totalmente el escenario de la carrera presidencial. Clinton recuperó su liderazgo en las encuestas al final de la semana pasada, pero las últimas realizadas encubrieron el daño real que la carta produjo en su campaña.
De todas formas, cualquiera sea la explicación para la falla de las encuestas se crea un interrogante sobre su futuro. Luego de la notable victoria de Trump quedó demostrado que simplemente no son confiables.
2. Organización con disputa de celebridades
Una sostenida creencia en las campañas políticas es la que, en primer lugar, la organización “salga a votar”. Es indispensable. La sabiduría convencional en el 2016 suponía que la falta de raíces organizacionales de Trump sería una gran falla de su campaña.
Pero al ver cómo se presentaron las cosas se demostró que no se necesitaba tal organización. Trump ha estado en los ojos del público por más de 30 años, lo que hace ver que entró en la carrera presidencial casi con el 100% de reconocimiento. Su larga imagen de celebridad le permitió compensar la débil atención de los medios desde el momento que entró en campaña. Un estudio realizado en mayo de este año demostró que Trump recibió cerca de 300 millones dólares en publicidad gratuita por la cobertura de medios que su campaña generaba.
Parecería que intuitivamente Trump comprendió que los temas de controversia que presentó en su campaña capturaron la atención en una forma en que los discursos políticos nunca han logrado.
Lo mas importante, consiguió votantes altamente motivados. Su retórica populista y la posición permanente a favor de la civilidad y estándares básicos de decencia le permitieron conectarse con la base republicana como ningún otro candidato lo había logrado desde los tiempos de Ronald Reagan. Trump no jugó bajo las normales reglas de la política y eso hizo que sus votantes lo amaran.
La victoria de Trump parecería señalar una nueva era de celebridades políticas. Demostró que un outsider carismático puede tener notables ventajas sobre los políticos tradicionales y organizaciones políticas convencionales en la era de la Internet. En el futuro, veremos muchos más políticos no convencionales con el molde que deja Trump.
3. La revuelta populista contra inmigración y libre comercio
Tomará algunos días revisar la cantidad de datos existentes para comprender qué temas resonaron mayormente en la profundidad de las bases de electores que votaron por Trump.
Pero los temas de inmigración y comercio parecerían ser virtualmente los que ocupan los puestos principales en la lista. Trump apostó en toda su campaña a la idea de que su oposición a la inmigración abierta y a las políticas de libre comercio le impulsarían a la Casa Blanca.
Desde el comienzo hasta el final mantuvo repetidamente estos dos temas como básicos. En su discurso inicial, prometió construir una pared en la frontera mexicana y deportar a 11 millones de inmigrantes ilegales. Simultáneamente ofreció romper los acuerdos de libre comercio y traer de regreso los empleos en manufactura.
Los críticos inmediatamente condenaron sus ataques viciosos contra los mexicanos y musulmanes, pero Trump claramente comprendió que la hostilidad contra la inmigración y globalización se profundizaba fuertemente en una masa crítica de votantes.
Su decisión de enfocarse en estos temas de inmigración y comercio le ayudaron notablemente en el día de las elecciones. No es una coincidencia que Trump se manejara excepcionalmente bien en los estados tradicionalmente demócratas como Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, que tienen una amplia población de votantes blancos de clase trabajadora.
Las políticas de Trump anti migración y proteccionismo le dieron una gran apertura con esos votantes, lo que explotó al máximo.
4. Los de afuera contra los de adentro
Trump será el primer presidente sin ninguna experiencia política desde Dwight Eisenhower en los años cincuenta. Eisenhower, de todas formas, fue el Comandante Supremo en Europa durante la Segunda Guerra Mundial y desarrolló una excelente experiencia y conocimiento sobre las relaciones internacionales. Entonces, uno se pregunta, ¿cómo hizo Trump para que esta falta de experiencia gubernamental sea un punto positivo en su campaña?
La respuesta descansa en la intensa y generalizada hostilidad del público al establishment político y a los medios que han guiado al país. La confianza en las instituciones ha estado en su punto mas bajo y una mayoría de norteamericanos cree que su país está conducido erróneamente. Este volátil y hostil estado de ánimo ha hecho que se vea al 2016 como la oportunidad para buscar un cambio.
En medio de ese espíritu anti establishment, el estilo de Trump: vulgar, intemperante y nada ortodoxo, impactó en los votantes en una forma mucho más genuina que el de su rival Clinton, muy controlado y prudente. Ese estilo impredecible y duro lo posicionó como un gran agente del cambio. Clinton por el contrario aparecía como la candidata del continuismo, una impresión que se probó fatal en su campaña. Definitivamente Trump utilizó la amplia experiencia de Clinton en la Casa Blanca, el Senado y el Departamento de Estado como las evidencias directas de que ella representaba al orden establecido.
Irónicamente, Bill Clinton ganó la Casa Blanca hace 24 años utilizando la misma estrategia anti orden establecido o status quo. En las elecciones de 1992, fácilmente ganó a Bush como un hombre de élite fuera del poder. Ocho años mas tarde, Bush hijo empleó la misma táctica para ganar a Gore y en el 2008, Obama logró la presidencia como un outsider.
Trump es en esto el cuarto presidente consecutivo que gana el puesto corriendo como outsider. Esta es una lección que los futuros candidatos deberían recordar.
5. America, la dividida
Por encima de todo, las elecciones de este año han dejado claro que la nación está profundamente dividida en sus líneas de raza, cultura, género y clase. Bajo circunstancias normales, uno podría esperar que el nuevo presidente debiera convocar a la nación con un mensaje de unidad.
Pero Trump no va a ser un presidente normal. Ganó su acceso a la Casa Blanca aprovechando una de los mas divisionistas y polarizadoras campañas de la historia política norteamericana. Es muy posible que escogería para gobernar, la misma estrategia de dividir y conquistar.
En cualquier caso, Trump será en poco tiempo el personaje más poderoso del mundo. Se hará cargo del despacho de la Casa Blanca el 20 de enero, con una mayoría en el Congreso y en el Senado, lo que significa que los republicanos dictarán la agenda política de la nación y tendrán durante los próximos cuatro años el control de la Corte Suprema.
Las elecciones de 2016 han desafiado la sabiduría convencional de principio a fin. Probablemente una buena apuesta será comprender a la presidencia de Donald Trump como impredecible.
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