“Lo veré en su momento, mantendré el suspenso“. Así respondió Donald Trump en el tercer y último debate celebrado en Las Vegas cuando le preguntaron si reconocería una victoria de Hillary Clinton en las elecciones del próximo 8 de noviembre en Estados Unidos.
Según una nota de la cadena BBC, en el debate salió a relucir la cara más agria de los dos principales aspirantes a la Casa Blanca. Como ocurrió en el segundo debate, los candidatos comenzaron su tercer debate sin siquiera saludarse ni estrecharse la mano al inicio del evento.
Trump justificó su decisión de dudar todavía si aceptar un triunfo de Clinton tras culpar a la prensa de amañar la elección ya que, dijo, hay millones de personas censadas que no deberían tener derecho a votar. Según el candidato republicano, Clinton no debería siquiera ser candidata por haber usado un servidor de correo electrónico privado cuando era secretaria de Estado.
“Estoy consternada que alguien que es el candidato de uno de nuestros dos principales partidos pueda tener esa postura“, respondió Clinton. Ahí comenzaron las interrupciones de Trump, que volvió a repetir “error, error” mientras hablaba Clinton, actitud que había marcado el primer debate.
Clinton acusó a Trump de ser una marioneta del presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el republicano le respondió que la marioneta es ella.
Los candidatos intercambiaron descalificativos y se enfrentaron por el aborto, el nombramiento del próximo juez del Tribunal Supremo y la Segunda Enmienda: el derecho a portar armas, y sobre todo inmigración.
Por primera vez en los tres debates, Clinton y Trump confrontaron sus propuestas en política migratoria y salió a relucir la pared que el candidato republicano promete para la frontera de México. Trump aprovechó para resaltar su propuesta de mano dura en inmigración como forma de sacar a los “bad hombres”, como dijo, del país. Y culpó a la falta de control fronterizo de los problemas de droga en centro de Estados Unidos.
“Necesitamos el muro”, insistió Trump, quien acusó a Clinton de proponer fronteras abiertas. Clinton trató de ponerle cara a su propuesta hablando de Clara, una joven que dice conoció recientemente y que estaba preocupada por la posibilidad de que sus padres fueran deportados.
Por eso insistió en que está en contra de despedazar familias y recordó que el estimado de 11 millones de inmigrantes sin autorización para estar en el país, tienen 4 millones de hijos que sí son ciudadanos estadounidenses.
Clinton dijo en que está a favor de asegurar las fronteras y votó por eso cuando fue senadora. Pero agregó que si bien Estados Unidos es un país de normas, también lo es de inmigrantes. Clinton señaló que la propuesta de deportación masiva es un imposible logístico que requeriría enormes recursos.
Clinton acusó a Trump de emplear inmigrantes sin permiso de trabajo en la construcción de la Torre Trump y de “explotar trabajadores indocumentados”.
Las recientes denuncias de al menos una docena de mujeres que acusan a Trump de haberse propasado sexualmente con ellas fue otro duro momento del debate. Trump acusó a Clinton de estar detrás de las mujeres que lo han denunciado. “Es la única manera. Esas historias son totalmente falsas, ni siquiera le pedí perdón a mi mujer porque no hice nada, no las conozco, quieren fama o fue su campaña (la de Clinton) la que lo hizo“.
En el tema de las armas, Clinton defendió, como ha hecho durante la campaña, incrementar los controles y chequeos de antecedentes antes de que alguien pueda comprar un arma. Trump se declaró un fuerte defensor de la norma y sacó a relucir que cuenta con el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en inglés), la principal organización defensora de las armas. (I)
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