El reciente bloqueo naval en el Caribe, destinado a frenar el flujo de cocaína hacia Estados Unidos y Europa, está teniendo un efecto inesperado: el desvío de los cargamentos hacia las costas del Pacífico. Según reportes internacionales, Ecuador se perfila como el nuevo epicentro de estas operaciones ilegales, dado su extenso litoral, la debilidad en los controles portuarios y la consolidación de redes del crimen organizado en el país.
Este cambio de rutas no solo incrementa la presión sobre las fuerzas de seguridad ecuatorianas, ya desbordadas por la violencia, sino que también amenaza con fortalecer a las bandas locales, que encuentran mayores oportunidades de negocio en la articulación con carteles internacionales. El impacto puede sentirse en un aumento de homicidios, extorsiones y corrupción institucional, tal como ya ocurrió en México y Centroamérica cuando se reconfiguraron las rutas del narcotráfico.
Las autoridades nacionales y organismos internacionales coinciden en que el desafío requiere cooperación urgente, tanto en inteligencia como en control fronterizo, para evitar que Ecuador se consolide como el nuevo centro del narcotráfico global.
Relevancia para Ecuador
El país enfrenta el riesgo de un deterioro aún mayor de la seguridad y de su imagen internacional. La respuesta a este fenómeno será clave para el futuro inmediato de la paz social y la estabilidad institucional.
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