La ciudad de Quito se prepara para dos jornadas de reforestación, que tendrá lugar este 23 y 24 de noviembre en zonas afectadas
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Los árboles no solo son un elemento clave para el paisaje urbano; son ecosistemas vivos que ofrecen servicios ambientales esenciales, desde la absorción de dióxido de carbono hasta la producción de oxígeno, la prevención de la erosión y el refugio para diversas especies. Conscientes de su importancia y luego los incendios más feroces de los últimos 30 años, la ciudad de Quito se prepara para dos jornadas de reforestación, que tendrá lugar este 23 y 24 de noviembre en zonas afectadas.
La reforestación utilizará especies nativas, seleccionadas por su adaptabilidad y beneficios ambientales:
- Guarango Pusupato: Endémico de los Andes, alcanza hasta 8 metros, con flores amarillas claras en racimos.
- Cholán: Árbol de rápido crecimiento, con flores amarillas brillantes, ideal para zonas cálidas.
- Pasupato: Endémico del Ecuador, típico del páramo y bosque andino, puede llegar a 15 metros de altura.
- Pumamaqui: Reconocible por sus hojas en forma de garra, crece entre 5 y 15 metros y es clave para reforestar cuencas hidrográficas.
- Nogal: Un gigante que alcanza hasta 30 metros, con copa amplia que genera sombra densa.
- Aliso: De rápido crecimiento, vital para proteger cuencas hidrográficas y controlar la erosión.
- Guaba: Conocida por sus frutos comestibles y su rol emblemático en Quito, puede crecer hasta 30 metros.
- Arrayán: Destacado por su corteza rojiza, es un emblema de la flora quiteña, con altura de hasta 15 metros.
- Yalomán: Árbol ornamental que atrae colibríes y abejas, utilizado también como cerca viva.
Un compromiso con el medio ambiente
La Gran minga de Reforestación no solo busca recuperar las áreas afectadas, sino también sensibilizar a la comunidad sobre el valor de preservar la biodiversidad. Estas acciones se alinean con los esfuerzos del Municipio de Quito por fomentar una ciudad más verde y resiliente.
Jorge Polo, especialista en arboricultura, señala que el valor de los árboles trasciende su capacidad para generar oxígeno. “Proporcionan aire húmedo, fundamental para la salud de nuestras mucosas nasales, y compuestos que benefician nuestros sistemas nervioso, respiratorio y cardiovascular. Además, nuestra salud psicológica está estrechamente ligada a la cantidad y calidad de árboles en nuestro entorno”, afirma.
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