Por Juan Carlos Espinosa |
Corojal (Cuba) (EFE).- Cuando Yusimí regresó a su casa en Cuba tras el paso del huracán Rafael -de categoría tres de cinco- tocara tierra en Playa Majana (Artemisa, oeste del país), ya no quedaba nada. Solo un par de paredes de madera y algunas vigas.
Esta mujer de 46 años se resguardó de los vientos, de hasta 186 kilómetros por hora, en casa de una vecina, en el poblado de Corojal (a unos 10 minutos en coche del punto de entrada del ciclón), junto con su hija de 33 años, con discapacidad intelectual y movilidad reducida.
“Yo no paraba de llorar toda la noche. Y cuando por fin viramos y la casa no estaba, casi me muero de la tristeza”, cuenta a EFE.
Yusimí se abraza desconsolada con Margot García, de 91 años y quien perdió parte de su techo. Ella ya tiene experiencia con huracanes pero coincide con lo que el resto de los vecinos ahí reunidos repite en bucle con la mirada perdida: “Nunca había visto algo así”.
Las historias de terror en Corojal se suceden unas a otras entre el fango, los pedazos de madera y planchas de zinc esparcidas sobre el campo, en esta humilde localidad a las faldas de la carretera.
“Gracias a Dios tenemos buena salud”, dice resignada Mayté, de 40 años.
Rafael tocó tierra en Cuba como huracán de gran intensidad en la tarde del miércoles y cruzó la isla de sur a norte durante más de dos horas. El Instituto Meteorológico (Insmet) registró lluvias de hasta 195 milímetros (o litros por metro cuadrado).
En Playa Majana aún se puede ver el mar intranquilo rompiendo sobre el embarcadero de los pescadores.
Las casas están vacías. Muchas de ellas -hechas de cemento, a diferencia de las del campo- se mantienen de pie, aunque otras están parcialmente destruidas.
Un par de hombres de mediana edad camina mar adentro para buscar materiales debajo del agua y así acumularlos en la orilla.
“Dios es lo más grande. Hay que seguir su plan”, le dice uno, que prefiere no dar su nombre, a EFE. Mientras que otro, que carga un balde con agua para limpiar el fango de su casa, solo se echa a reír.
El Gobierno cubano ya avanzó, a poco de pasar Rafael, que las afectaciones concentradas en las provincias occidentales de La Habana, Artemisa y Mayabeque, son “muy fuertes”.
Por el momento no se han reportado víctimas mortales, como enfatizó en redes el canciller cubano, Bruno Rodríguez.
El ciclón afectó a más de cuatro millones de personas -incluidos los más de dos millones en la capital- y representó un nuevo golpe para un país sumido en una grave crisis económica y energética desde hace un lustro.
Los fuertes vientos provocaron, según las autoridades cubanas, la desconexión total del Sistema Eléctrico Nacional el miércoles, el segundo evento de “cero cobertura energética nacional” en casi tres semanas.
Rafael es el segundo huracán que toca tierra en Cuba en 2024. El anterior fue Óscar, que azotó por 24 horas el extremo nororiental de la isla entre el 20 y 21 de octubre dejando ocho muertos, 12.000 viviendas dañadas y 13.000 hectáreas de cultivo afectadas. EFE
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