Del 12 al 15 de noviembre de este año, Cuenca será la sede de la XXIX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Este evento busca reunir a líderes de 22 países bajo el lema “Innovación, Inclusión y Sostenibilidad”, en un contexto donde se discutirán temas críticos como la transformación digital, el empleo juvenil y la lucha contra el crimen organizado transnacional. La elección de Cuenca, ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1999, responde a su relevancia histórica y cultural dentro del Ecuador y de la región iberoamericana. Según la Cancillería, esta cumbre posicionará al país en el centro de la agenda regional y será una oportunidad para fortalecer el diálogo político y la cooperación entre las naciones iberoamericanas.
En el marco de la Cumbre, la ciudad no solo será un espacio de encuentro para los líderes, sino también un ejemplo práctico de cómo una ciudad puede adaptarse a los retos contemporáneos sin perder su identidad histórica. Según el presidente Daniel Noboa, la elección de Cuenca para este evento responde a su capacidad de representar los valores que la cumbre busca promover, como la sostenibilidad y la inclusión. Además, el evento permitirá posicionar a Ecuador en el escenario internacional como un actor comprometido con los principios del multilateralismo y la cooperación: “Escogí a Cuenca, Patrimonio Cultural de la Humanidad, para ser la sede de la Cumbre XXIX Iberoamericana, por ser una ciudad encantadora, llena de historia, arte, y cultura. Es una ciudad que nos llena de orgullo y que seguramente les ofrecerá una cálida experiencia a cada una de las delegaciones asistentes”, escribió el mandatario en una carta con motivo del evento.
Durante los días que dure la cumbre, se llevarán a cabo discusiones en torno a problemas comunes de los países iberoamericanos. Los participantes buscarán encontrar soluciones en áreas como el acceso al empleo, especialmente para los jóvenes, la educación y la conectividad tecnológica. Según la Cancillería ecuatoriana, estos temas son particularmente relevantes en un contexto global donde la desigualdad y la falta de oportunidades siguen siendo desafíos persistentes.
Cuenca, conocida como la “Atenas del Ecuador”, es una ciudad impregnada de historia, cultura y belleza arquitectónica. Fundada el 12 de abril de 1557 por Gil Ramírez Dávalos bajo la orden del virrey Andrés Hurtado de Mendoza, se levanta sobre los antiguos asentamientos cañaris e incas, lo que la convierte en un punto de encuentro de culturas y tradiciones. Su centro histórico, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1999, es un testimonio viviente de su rica herencia colonial.
La historia de la ciudad se remonta a tiempos prehispánicos, cuando era conocida como Guapondelig, territorio de la nación cañari. Más tarde, con la expansión del Tahuantinsuyo, los incas la convirtieron en Tomebamba, considerada la cuna de Huayna Cápac, uno de los últimos emperadores del imperio. Durante la colonización española, el 12 de abril de 1557, la ciudad fue refundada como Santa Ana de los Ríos de Cuenca. Este hecho marcó el inicio de una transformación urbana y social que integró las tradiciones locales con las influencias europeas.
El corazón de Cuenca late en sus calles empedradas, rodeadas de edificaciones con influencia andaluza, con balcones de hierro forjado y patios llenos de flores. El Parque Calderón, la plaza central, es un lugar emblemático donde convergen la majestuosa Catedral Nueva y la Catedral Vieja, íconos de la ciudad. Sin embargo, Cuenca no solo destaca por su arquitectura, sino también por su entorno natural privilegiado, con ríos que atraviesan la ciudad y montañas que la rodean, creando paisajes impresionantes.
Las sedes de la cumbre
Cuenca alberga importantes museos que reflejan su historia y su identidad. La Cumbre de Jefes de Estado se desarrollará en tres lugares: el Museo de la Ciudad, el Museo Pumapungo y el Seminario San Luis.
El Museo de la Ciudad, ubicado en la antigua Escuela Central, es un edificio histórico que ha sido cuidadosamente restaurado, convirtiéndose en un símbolo de la conservación del patrimonio cuencano. Mientras que el Museo Pumapungo, por su parte, es un punto de referencia para entender las culturas cañari e inca. De acuerdo con el Ministerio de Cultura de Ecuador, este museo ”custodia la reserva y sala nacional de etnografía, donde podemos apreciar esa enorme riqueza intercultural que caracteriza al Ecuador”: “Se pone en valor el desarrollo histórico del Azuay y Ecuador, a través de las culturas cañarí, inca, y el período colonial”.
En cambio, el Seminario San Luis es un imponente edificio que fue centro de formación eclesiástica y que ahora alberga actividades culturales. Su construcción se remonta a inicios del siglo XIX y es el primer Seminario Conciliar, dedicado a San Luis. Este edificio es propiedad de la Arquidiócesis de Cuenca. Según el Nuevo Tiempo, el Seminario se considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y “es uno de los últimos edificios que conserva una vieja técnica de construcción, como el uso de clavos forjados a mano, sujetadores de hierro situados en la cubierta y estructuras de madera silvestre y nativa de bosques cercanos a la capital azuaya”.
Gastronomía y tradiciones cuencanas
Cuenca también es famosa por su rica gastronomía, que refleja la fusión de tradiciones indígenas y españolas, creando sabores únicos y auténticos. Entre sus platos más emblemáticos destacan el mote pillo y el hornado.
El mote pillo es un plato típico de los Andes ecuatorianos. En Cuenca se sirve en cualquier momento del día, ya sea como desayuno, almuerzo o cena. Su base es el mote, un maíz cocido y pelado, mezclado con huevos revueltos y aliñado con cebolla, ajo y achiote, que le da su característico color amarillo. Este plato se suele acompañar con queso fresco y una porción de carne o chicharrón. El mote pillo es un símbolo de la dieta andina, rica en carbohidratos y proteínas, perfecta para las bajas temperaturas de la región.
En cambio, el hornado es un plato festivo y su preparación es todo un ritual. Consiste en cerdo marinado con ajo, comino, achiote, cerveza y jugo de naranja, que luego se hornea lentamente hasta que la carne queda tierna y la piel crocante. Se sirve acompañado de mote, papas o plátanos cocidos, y una ensalada de cebolla y tomate. Lo que distingue al hornado cuencano es su equilibrio entre sabores dulces y salados, gracias al adobo que impregna la carne. Este plato es común en ferias y mercados, donde se puede disfrutar recién salido del horno, con porciones generosas que llenan de sabor cualquier celebración.
Las festividades, como el Pase del Niño y el Corpus Christi, son momentos en que la ciudad muestra su carácter festivo, manteniendo vivas las tradiciones que la han definido durante siglos. El evento tradicional más cercano es el Pase del Niño. La costumbre para su celebración se reconoce desde el primer domingo de adviento hasta Carnaval. Las comparsas que acompañan a la imagen tienen las características de un pase mayor, presidida por un sacerdote y que concluye con la celebración de una misa. Esto se distingue de un pase menor que es organizado por un grupo de devotos y que concluye con una oración o novena. Este pase del Niño Viajero tiene carros alegóricos, indumentaria característica, productos alimenticios, música.
Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, la ciudad no solo ofrece un entorno cargado de significado histórico, sino también un espacio que refleja el progreso y la identidad ecuatoriana. Su combinación única de patrimonio tangible e intangible, junto con su hospitalidad y belleza natural, hará que el evento internacional se celebre en un marco que resalta tanto la tradición como la modernidad.
Texto original de Infobae
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