El 30% de las mujeres con cáncer de mama en Ecuador reciben un diagnóstico tardío. Así lo afirmaron este miércoles 2 de octubre de 2024 los organizadores de la campaña ‘El lazo rosa, no es tan rosa’, iniciativa que busca sensibilizar a la sociedad y empoderar a las mujeres ante esta enfermedad.
“Todos los años se diagnostican aproximadamente 4 000 cánceres de mama en mujeres. Las pacientes diagnosticadas de manera tardía representan el 30%. Esto hace que los costos para el Estado aumenten, por lo menos, más del 100%. Y hace que las mujeres tengan un 7% más de probabilidades de fallecer”, explicó la doctora Andrea Portalanza, directora médica de la farmacéutica Roche en Ecuador, que realizó la presentación en Quito de la campaña, de la que también hace parte la Universidad de Las Américas (Udla).
Portalanza señaló que el 20% de las pacientes no acceden a tratamientos innovadores, lo que también determina «que las mujeres tengan menos posibilidades de vida”.
Ante esta realidad, la doctora llamó al Estado a que diseñe políticas públicas que garanticen la prevención y el diagnóstico temprano, así como a que se alcance la equidad de género en el ámbito de la salud.
La campaña, que también es apoyada por la asociación Jóvenes Contra el Cáncer, busca exigir mejoras en el sistema de salud pública y sensibilizar a la sociedad en torno a la autoexploración.
Portalanza anotó que uno de los obstáculos que impiden identificar de manera temprana esta enfermedad es la falta de empoderamiento e información que tienen las mujeres. “Si están capacitadas, pueden ir de manera más oportuna al médico”, dijo.
“En las zonas rurales no pasa eso. Muchas mujeres no conocen esta realidad por diferentes factores, ya sea por desconocimiento, machismo o porque no hay una carretera que conecte a las comunidades con un centro de salud”, denunció.
A este respecto, señaló que las zonas más afectadas son la costa y la sierra ecuatoriana, y anotó que los micromachismos y la violencia de género influyen en que las mujeres no se sientan lo suficientemente libres como para autoexplorarse.
Es por eso que enfatizó en la necesidad de reforzar la educación en salud y en que cuando se realicen los chequeos médicos anuales en el ámbito laboral también se incluya una mamografía anual de control.
Sin embargo, anotó que la situación en las ciudades también es compleja: “En las zonas urbanas tampoco hay equipamiento porque todavía no existe acceso a ciertos medicamentos innovadores”, expresó.
Ana Cobo, vocera de Jóvenes Contra el Cáncer y superviviente de esta enfermedad, también pidió a las mujeres que se hagan pruebas anuales, y que soliciten una segunda opinión médica, si lo estiman necesario.
En 2013, ella misma se identificó un bulto, pero en la consulta médica le dijeron que no era más que una “bola de grasa”. Dos años después le diagnosticaron un cáncer de mama de segundo grado.
Ahora, ya curada, atiende las llamadas que realizan mujeres de todo el país a la asociación en busca de ayuda, en especial, económica y emocional, para hacer frente a esta enfermedad.
“El Estado no nos da acceso a tratamientos, a veces no hay medicamentos o son muy costosos. Si tenemos donaciones de fármacos, entonces las apoyamos con eso”, confesó Cobo, quien contribuye, junto a cientos de voluntarios, a paliar los vacíos que no cubre la sanidad pública. EFE
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