Un agente del Servicio Secreto de EE.UU. alcanzó a distinguir el cañón de un rifle que asomaba por entre unos arbustos en el campo de golf de Florida donde jugaba Donald Trump y disparó al hombre que lo sujetaba.
Se evitó lo que pudo haber sido un atentado -el FBI ha descrito el incidente como un aparente intento de asesinato-, el expresidente y ahora candidato a la Casa Blanca fue puesto a salvo y el sospechoso, que logro huir en un primer momento, fue detenido más tarde por la policía.
La actuación del Servicio Secreto puede considerarse un éxito y el propio Trump ha agradecido a los agentes por su labor.
Sin embargo, el hecho de que un hombre armado con un rifle semiautomático y con aparentes intenciones de atacar lograra acercarse a Trump a una distancia de tiro por segunda vez en dos meses, vuelve a sembrar dudas sobre las capacidades de este organismo, que se enfrenta a nuevos retos en un ambiente político cada vez más violento e impredecible.
El pasado 13 de julio, el Servicio Secreto no llegó a tiempo. Un joven de 20 años disparó contra Trump en un mitin de campaña en Pensilvania, hiriéndole en la oreja derecha.
El atacante fue abatido por los agentes, pero solo después de que este lograra abrir fuego, matando a una persona e hiriendo a dos de gravedad.
Los fallos de seguridad que propiciaron el atentado de julio abrieron una grave crisis en el Servicio Secreto. Su entonces directora, Kimberley Cheatle, dimitió del cargo tras una tensa audiencia en la Cámara de los Representantes, donde recibió las críticas tanto de legisladores republicanos como demócratas.
Pero si en julio el atentado se achacó a una cadena de errores en el dispositivo de seguridad, el aparente nuevo intento de asesinato contra Trump se percibe más como un fruto de las propias limitaciones del Servicio Secreto.
Más ayuda
El propio presidente Joe Biden ha reconocido en su primera intervención pública tras el incidente, que el Servicio Secreto “necesita más ayuda”,respondiendo a preguntas de los reporteros sobre si el organismo necesitaba más dinero o personal.
Según el mandatario, “el Congreso debería responder a sus necesidades si de hecho necesitan más personal de servicio”, señaló, aclarando que son los legisladores quienes deciden si el Servicio Secreto precisa de más agentes.
Este organismo está encargado de la seguridad de presidentes en activo, exmandatarios y sus parejas e hijos menores de 16 años, de los vicepresidentes y de los jefes de Estado extranjeros en visita oficial.
También de los principales candidatos presidenciales y a la vicepresidencia en los 120 días anteriores a las elecciones.
Pero no todos reciben la misma protección.
Como explicó el sheriff del condado de Palm Bech, donde se encuentra el campo de golf, Trump no va acompañado por el mismo número de agentes que un presidente en activo, a pesar de que el destacamento de seguridad que le rodea se reforzó tras el atentado de julio.
“Si lo estuviera, tendríamos que haber rodeado todo el campo de golf”, dijo Ric Bradshaw en una rueda de prensa en la que ofreció detalles sobre lo ocurrido.
De hecho, el amor del expresidente por este deporte ha sido un quebradero de cabeza para el Servicio Secreto a lo largo de los años, que prefiere los espacios cerrados y los vehículos blindados a los terrenos abiertos, más complicados de controlar.
Un amigo del expresidente, Chris Ruddy, director general del medio de comunicación conservador Newsmax, dijo a la BBC que el campo era una “zona muy grande… en expansión” que requeriría un “mini ejército” para asegurarla.
Las voces que consideran que Donald Trump, al volver a ser candidato a la Casa Blanca, necesita una mayor protección que otros expresidentes, no se han hecho esperar.
Para el exagente del Servicio Secreto Barry Donadio, las autoridades de EE.UU. deberían reevaluar el tipo de protección que reciben los candidatos presidenciales.
“Ahora mismo, hay una diferencia entre el presidente en ejercicio y un candidato presidencial, o incluso un expresidente”, afirmó a la BBC.
“¿Deberían recibir todos estos candidatos el mismo paquete de protección presidencial? Creo que probablemente esa tenga que ser la respuesta”, añadió.
Lo mismo opina Robert McDonald, miembro de alto rango del Servicio Secreto y antiguo supervisor del destacamento de seguridad del presidente Biden cuando era vicepresidente, quien alabó la labor de los agentes.
“En comparación con el 13 de julio, cuando el Servicio Secreto tuvo algunos fallos épicos en sus políticas y protocolos, ésta ha sido una reacción muy positiva por su parte”, señaló al programa Today de Radio 4 de la BBC.
Los agentes fueron capaces de “detectar con diligencia a este individuo y luego asegurarse de que las medidas de protección directamente en torno al ex Presidente fueran reforzadas”, añadió McDonald.
“En general, creo que fue un buen día para el Servicio Secreto, a pesar de que este individuo se acercara bastante”, dijo el veterano agente.
¿Sin embargo, alertó de la posibilidad de que imitadores quieran emular el intento de atentado: “Por suerte, hasta ahora las heridas han sido mínimas, pero lo que más nos preocupa ahora es si alguien logrará acercarse un poco más. ¿Alguien que tenga otro rifle de alta potencia? ¿Alguien que sea capaz de infligir algún daño serio?”.
Nuevo reto
Este mismo argumento se ha escuchado en las últimas horas procedente de legisladores como el congresista demócrata por Nueva York Ritchie Torres, quien afirmó que Trump requería la “máxima protección”.
Tanto el FBI como el estado de Florida, donde se encuentra la residencia de Trump Mar-a-Lago y el campo de golf de Palm Beach, han anunciado que iniciarán sendas investigaciones sobre lo sucedido.
“El pueblo merece la verdad sobre el aspirante a asesino y cómo pudo acercarse a menos de 500 metros del expresidente y actual candidato del Partido Republicano”, escribió en sus redes sociales el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
El clima de tensión política que se palpa en el país, donde el discurso nacional se ha enrarecido, las divisiones partidistas se han agudizado y enquistado y las normas de comportamiento de los candidatos se han erosionado, supone un nuevo reto para el Servicio Secreto.
“Dada la epidemia nacional de violencia con armas de fuego, este tipo de ataques son quizá otra nueva normalidad inevitable. Pero, por ahora, sigue siendo chocante”, apunta el corresponsal de la BBC en EE.UU. Anthony Zurcher.
Estados Unidos vive un “momento tenso” de su historia, opina el exagente Barry Donadio.
“La democracia [está] en peligro debido a las teorías conspirativas, o a que un bando cree una cosa y el otro cree la contraria. El gobierno va a tener que poner freno a todo esto”, señaló el antiguo agente a la BBC.
Las autoridades deberían ser “extremadamente transparentes” en su investigación sobre el aparente intento de asesinato de Donald Trump para evitar que la gente “engendre teorías conspirativas sobre esto”.
El incidente no solo ha sido condenado por los aliados de Trump sino por sus rivales, entre ellos la vicepresidenta y candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris.
El Gobierno “se asegurará de que el Servicio Secreto tenga todos los recursos, capacidades y medidas de protección necesarias para llevar a cabo su misión crítica”, afimó Harris.
Texto original de BBC Mundo
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