Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, una jornada dedicada a crear conciencia sobre una de las enfermedades neurodegenerativas más devastadoras, que afecta a millones de personas en todo el mundo.
El Alzheimer es una forma común de demencia. No solo afecta la memoria, sino también las funciones cognitivas y la capacidad de llevar a cabo tareas diarias.
A medida que la población mundial envejece, la incidencia de esta enfermedad ha ido en aumento, lo que la convierte en un reto global tanto para los sistemas de salud como para las familias.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 55 millones de personas en el mundo viven con demencia. Entre el 60% y 70% de esos casos son causados por el Alzheimer.
En este contexto, el trabajo para reducir el riesgo y la sensibilización son fundamentales. Si bien hasta la fecha no existe una cura, diversas investigaciones señalan que es posible reducir el riesgo de padecer esta enfermedad mediante hábitos saludables y estrategias de protección cerebral.
La edad avanzada es el principal factor de riesgo para el Alzheimer, pero no es el único. La genética juega un rol importante, especialmente si existen antecedentes familiares.
Sin embargo, los estudios muestran que hay factores de estilo de vida que pueden influir significativamente en el desarrollo de la enfermedad. Mantener una vida activa, tanto física como mentalmente, es esencial para preservar la salud del cerebro.
El doctor David Knopman, neurólogo de la Clínica Mayo, sostiene que «el envejecimiento saludable del cerebro depende de una combinación de factores genéticos, estilos de vida saludables y una adecuada atención médica«. A continuación, algunas recomendaciones basadas en investigaciones recientes para reducir el riesgo de padecer Alzheimer:
Estimular el cerebro con actividades que requieran un esfuerzo cognitivo, como leer, resolver rompecabezas, aprender un nuevo idioma o tocar un instrumento musical, puede ayudar a mantener las funciones cerebrales en forma.
Un estudio publicado en JAMA Neurology concluyó que las personas que mantenían una vida mentalmente activa presentaban una menor incidencia de deterioro cognitivo.
El ejercicio físico regular ha demostrado ser una de las mejores maneras de reducir el riesgo de Alzheimer. De acuerdo con la Alzheimer’s Association, actividades como caminar, nadar o practicar yoga mejoran la circulación sanguínea y promueven el crecimiento de nuevas células cerebrales.
El ejercicio no solo beneficia al corazón, sino también al cerebro.
Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, pescado y aceite de oliva, como la dieta mediterránea, ha sido asociada con una reducción en el riesgo de deterioro cognitivo. Un estudio publicado en The Lancet sugiere que este tipo de alimentación podría reducir en un 30% el riesgo de desarrollar demencia.
El estrés crónico puede tener un impacto negativo en la salud cerebral. Técnicas de relajación como la meditación, el mindfulness y ejercicios de respiración profunda pueden ayudar a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que está vinculada con el deterioro cognitivo.
Mantener una vida emocional equilibrada y reducir las preocupaciones diarias también es clave. La terapia psicológica puede ayudar a liberar el cerebro de preocupaciones inconscientes.
El sueño es fundamental para el buen funcionamiento del cerebro. Durante el sueño, el cerebro realiza funciones de limpieza y reparación.
Las investigaciones señalan que la falta de sueño o el sueño de mala calidad incrementan la acumulación de proteínas beta-amiloide, que se asocian con el Alzheimer.
Dormir entre 7 y 9 horas al día es ideal para mantener el cerebro en buen estado.
La hipertensión no solo afecta al corazón, sino también al cerebro. Según la American Heart Association, mantener controlada la presión arterial puede reducir significativamente el riesgo de deterioro cognitivo.
Un flujo sanguíneo adecuado es vital para la salud cerebral a largo plazo.
Fumar es un factor de riesgo bien documentado para muchas enfermedades, incluyendo el Alzheimer. Los estudios indican que los fumadores tienen hasta un 45% más de probabilidad de desarrollar demencia en comparación con los no fumadores.
Abandonar este hábito puede reducir significativamente este riesgo.
El consumo excesivo de alcohol puede tener efectos negativos en el cerebro y en la salud en general. Sin embargo, algunos estudios han sugerido que el consumo moderado, especialmente de vino tinto debido a sus antioxidantes, podría tener un efecto protector. La clave está en la moderación y evitar el abuso.
La soledad y el aislamiento social pueden incrementar el riesgo de deterioro cognitivo. Mantenerse conectado con amigos, familiares y participar en actividades sociales ayuda a estimular la mente y reduce el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Las personas socialmente activas tienden a tener un mejor funcionamiento cognitivo.
Es importante realizarse chequeos médicos periódicos, especialmente si existen antecedentes familiares de Alzheimer. Detectar tempranamente problemas como la diabetes, la hipertensión o el colesterol elevado puede ayudar a prevenir complicaciones futuras que afecten al cerebro.
Texto Teleamazonas
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