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Un mal ejemplo DEMOCRÁTICO para aprender

Wilson Araque
Universidad Andina Simón Bolívar
lunes, agosto 12, 2024
Los ciudadanos ecuatorianos, con alto espíritu democrático -que son la mayoría-, se deberán convertir en esos guardianes para evitar que situaciones -como las de ahora de Venezuela- se repitan en el Ecuador. Teniendo a la mano la mejor herramienta para cumplir con ese rol: “el voto que se ejerce para elegir con responsabilidad e inteligencia a quienes gobiernan el país”
Tiempo de lectura: 3 minutos

 

Los últimos acontecimientos ocurridos en las elecciones presidenciales de Venezuela, se convierten en un caso que se lo podría considerar como “un mal ejemplo democrático” para aprender sobre lo que no se debe replicar y, así, evitar que, lo mismo, suceda en otros países de la región dentro de la cual, por supuesto, está el Ecuador.

Este caso para el aprendizaje regional, se debe resaltar, emerge en medio de un pedido de la mayoría de países de la región y el mundo de que los resultados del proceso electoral realizado estén respaldados con el detalle abierto de evidencias registradas en las actas que respaldan el pronunciamiento que el pueblo venezolano realizó el último 28 de julio de 2024.

Con ese pedido coinciden, incluso, ex funcionarios del régimen chavista como Andrés Izarra -Ministro de Comunicación en gobierno de Hugo Chávez- que, en palabras de él, solicita abiertamente “presentar las actas por parte del Consejo Nacional Electoral para que haya paz”; ya que, al final, para legitimar democráticamente un proceso electoral es fundamental que este se realice en medio de señales soportadas en altos niveles de transparencia y confiabilidad.

Dentro de este escenario de comportamiento electoral que, con el pasar del tiempo, se llena más de dudas que de certezas se pueden resaltar ciertos aprendizajes. El principal  relacionado a que resulta peligroso, para la sana convivencia democrática, el poder totalitario que vayan acumulando los gobiernos de turno; en donde, con mañosería política, se van tomando todos los poderes, no para beneficiar al pueblo al que se deben, sino para satisfacer sus intereses ocultos malignos que, en la mayoría de ellos, esconden, por un lado, los propósitos para perennizarse en el poder por largos períodos y, por otro, para esconder, bajo la estrategia de la impunidad eterna, la presencia de las garras de la corrupción que, por su complejidad negativa, es la que roba los recursos de los más necesitados de un país.

De ahí, está en manos del pueblo de los demás países latinoamericanos -pensando y actuando preventivamente al momento de elegir nuevos gobernantes- evitar que partidos o movimientos políticos con ese perfil logren ganar el poder ya que, como la historia lo está demostrando -ahora en Venezuela-, utilizarán todos los medios buenos y malos para, si es posible, nunca abandonarlo; dando, así, inicio a verdaderas catástrofes sociales y económicas que, sin medir sus consecuencias, van tomando fuerza acompañadas de una serie de límites que, lamentablemente, son impuestos a la libertad humana -valor fundamental para saber vivir en democracia-.

Otro aprendizaje es que, como consecuencia del totalitarismo, se nombren jueces electorales con criterio y acción sesgada para favorecer a quienes gobiernan en ese momento y, así, facilitar su reelección de forma indefinida. Eso, de acuerdo a las noticias que se van generando, es lo que está ocurriendo en Venezuela con una autoridad electoral y jueces que exigen cuentas a ese mismo Consejo Nacional Electoral venezolano con criterios totalmente parcializados.

Esto que está ocurriendo en Venezuela, pensando en el Ecuador, lleva a volver a plantear la necesidad del cambio estructural que se requiere hacer al denominado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) que, constitucionalmente, tiene asignado un poder gigante al momento de elegir a las principales autoridades de supervisión y control en diferentes campos del quehacer nacional; siendo una de ellas los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) ecuatoriano.

Y que, de alguna manera, Ecuador ya lo vivió cuando, en determinadas elecciones presidenciales -organizadas por un CNE nombrado por el CPCCS vigente en esas épocas-, hubo un apagón informático que, cuando fue superado -con los resultados que se iban exponiendo-, más que certezas fue sembrando dudas en medio del surgimiento de interrogantes sobre si el apagón realmente fue por causa técnica o hubo una mano política para lograr determinados fines.

Entonces, los ciudadanos ecuatorianos, con alto espíritu democrático -que son la mayoría-, se deberán convertir en esos guardianes para evitar que situaciones -como las de ahora de Venezuela- se repitan en el Ecuador. Teniendo a la mano la mejor herramienta para cumplir con ese rol: “el voto que se ejerce para elegir con responsabilidad e inteligencia a quienes gobiernan el país”.

 

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