Un ejercicio antes de empezar: imaginemos que el cerebro es como una orquesta sinfónica y que, en personas con depresión, algunos instrumentos de la orquesta pueden estar desincronizados, como tocados a destiempo o tal vez de manera disonante, lo que provoca que la música que produce el cerebro no suene armoniosa, afectando su bienestar emocional.
Un estudio reciente publicado en Cell Reports, sugiere que la música que escuchamos podría actuar como un director de orquesta, ayudando a que estos instrumentos vuelvan a sincronizarse y a tocar de manera coordinada.
Lograr que las diferentes partes del cerebro “toquen” juntas y en armonía, especialmente en las áreas relacionadas con las emociones y la recompensa. Esta es la cuestión. Y la forma con la que se podría restaurar un estado de equilibrio, para ayudar a aliviar los síntomas de la depresión resistente a tratamientos convencionales.
La música es una de las expresiones artísticas más valiosas. Nos permite experimentar y expresar una amplia gama de emociones, a tal punto que su impacto en la vida humana ha llevado a numerosos estudios científicos a investigar sus efectos en la salud y las emociones.
Por citar un ejemplo reciente de la música popular, una investigación dirigida por el psicólogo Michael Bonshor de la Universidad de Sheffield, analizó cómo ciertas canciones influían en el bienestar emocional. Según Bonshor, “Good Vibrations” de The Beach Boys, lanzada en 1966, es la canción que más felicidad genera entre los oyentes.
Este tema se destaca por su uso de tonalidades mayores, un ritmo de cuatro tiempos por compás y una estructura sencilla que facilita recordarla. Otras canciones mencionadas en la investigación con características similares, según el estudio, son “I Got You” de James Brown y “Get the Party Started” de Pink.
Estudios previos han revelado que las canciones con un ritmo de 137 beats por minuto y el uso de acordes de séptima tienden a ser percibidas como especialmente alegres.
La música es sin duda una expresión artística que genera bienestar. Ahora bien, ¿puede también ayudar a tratar enfermedades como la depresión? Se ha comprobado que las canciones modulan la actividad neuronal en estructuras cerebrales subcorticales, lo que influye en nuestro estado de ánimo. Por eso, algunos expertos creen que la música podría convertirse en una herramienta eficaz para combatir esta enfermerdad de la salud mental que hoy es cada vez más común a nivel global.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe la depresión como una enfermedad que afecta la capacidad de las personas para llevar a cabo actividades diarias como trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida.
Su origen se encuentra en una compleja interacción de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.
La depresión ha experimentado un aumento notable en los últimos años, especialmente después de la pandemia, afectando actualmente a más de 280 millones de personas en todo el mundo, según estimaciones de OMS. Este número representa un incremento del 18 % en comparación con la década anterior.
En el último tiempo, la depresión ya ha dejado de ser un tema que toca de cerca a los adultos. La Encuesta Global Generación Z 2022 del McKinsey Health Institute (MHI), desarrollada por la consultora Oliver Wyman con más de 42.000 participantes de 26 países, reveló que el 50 % de los jóvenes ha buscado ayuda para afrontar problemas de salud mental.
El nuevo estudio por dentro
En la investigación de Cell Reports, un equipo de investigadores ha explorado la reacción neurológica a la música en un grupo de 23 pacientes con depresión resistente a tratamientos médicos. En el estudio, se observaron las oscilaciones neuronales tanto del córtex auditivo, responsable del procesamiento sensorial, como del circuito de recompensa, encargado de las emociones.
Los resultados mostraron que estas oscilaciones se sincronizaban con el ritmo de la música, lo que sugiere que lo que se escucha se refleja en lo que se siente.
Los autores del estudio consideran que este fenómeno de sincronización podría ser la clave del potencial curativo de la música en el cerebro humano. Sin embargo, aún existen lagunas en el conocimiento sobre el proceso neurológico desencadenado por la música, aunque este estudio representa un paso más hacia su comprensión.
El estudio, realizado por un equipo internacional de científicos liderado por el Dr. Xin Lv, se centró en la idea de que la música podría inducir una forma de sincronización cerebral conocida como “acoplamiento temporal triple”. Esta sincronización involucra a tres áreas clave del cerebro: la corteza auditiva, el núcleo de la estría terminal (BNST) y el núcleo accumbens (NAc). Estas áreas están directamente relacionadas con la respuesta emocional y el circuito de recompensa, que suelen estar desregulados en personas con depresión.
Mediante el uso de registros intracraneales y electroencefalogramas (EEG), los investigadores observaron que cuando los pacientes escuchaban música, se producía una sincronización de las ondas cerebrales en estas regiones, particularmente en las oscilaciones theta y gamma. Esta sincronización fue más pronunciada en los pacientes que disfrutaban de la música, lo que sugiere que el disfrute subjetivo juega un papel crucial en la eficacia del tratamiento musical.
Uno de los hallazgos más significativos de este estudio es que la música podría ser una herramienta eficaz para tratar la depresión resistente al tratamiento (TRD), una condición que afecta a aproximadamente el 50% de las personas con depresión mayor. Estos pacientes no responden adecuadamente a las terapias convencionales, lo que subraya la necesidad de nuevas estrategias de tratamiento.
El estudio encontró que la música puede restaurar el acoplamiento temporal entre la corteza auditiva y las estructuras subcorticales del cerebro, lo que a su vez activa las respuestas antidepresivas. En particular, el acoplamiento gamma en el circuito BNST-NAc fue más frecuente y efectivo en aquellos pacientes que mostraban un alto nivel de disfrute de la música.
La importancia del disfrute subjetivo
Aunque la música en sí misma tiene un impacto en el cerebro, este estudio enfatiza que la respuesta terapéutica está estrechamente relacionada con el nivel de disfrute del oyente. Los pacientes que disfrutaban más de la música mostraron una mayor sincronización cerebral y una mejoría más notable en sus síntomas depresivos. Esto sugiere que la terapia musical debe ser personalizada, teniendo en cuenta las preferencias individuales para maximizar su efectividad
El doctor Claudio Waisburg (MN 98128), médico y neurocientífico, director del Instituto SOMA y ex jefe de Neurología Infantojuvenil de Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, dijo a Infobae que la sincronización de las oscilaciones neuronales “juega un papel fundamental en la forma en que el cerebro procesa y conecta la música con las emociones. Este hallazgo abre nuevas posibilidades para el desarrollo de terapias innovadoras para la depresión”.
En cuanto a la musicoterapia personalizada, el neurólogo remarcó que el estudio sugiere que no es la emoción inherente a la música (si es alegre o triste) lo que impacta en el estado de ánimo, sino la preferencia personal del paciente por ciertas canciones. “Este hallazgo podría llevar al desarrollo de terapias musicales altamente personalizadas, donde las canciones seleccionadas sean aquellas que resuenen más profundamente con el paciente, mejorando así la eficacia del tratamiento”, analizó.
Y sumó: “La capacidad de la música para sincronizarse con las oscilaciones neuronales podría integrarse como complemento a tratamientos convencionales, ofreciendo una herramienta no invasiva para mejorar el estado de ánimo y reducir la resistencia al tratamiento en pacientes que no responden a la medicación estándar”.
El neurólogo sostuvo que, con una mejor comprensión de cómo la música influye en las oscilaciones neuronales, “podría desarrollarse tecnología de neurofeedback o técnicas de estimulación cerebral que potencien estos efectos, brindando una nueva modalidad terapéutica que combine la música con intervenciones neurocognitivas”.
Waisburg esta convencido que estudios como este proporcionan un “ladrillo” más en la construcción de un conocimiento más sólido sobre la interacción entre la música y el cerebro. “Si bien se necesitan más investigaciones para traducir estos hallazgos en aplicaciones clínicas, el potencial para desarrollar nuevas terapias basadas en la música es significativo y podría ofrecer una vía innovadora para tratar la depresión en el futuro”, dice.
Pero ¿cómo podría este enfoque realmente personalizarse en tratamientos terapéuticos? “Según estudios de Neurociencia el disfrute personal de una canción tiene un impacto significativo en la mejora del estado de ánimo, superando incluso la influencia del tono emocional de la música. Este enfoque abre la puerta a tratamientos terapéuticos altamente personalizados, donde las preferencias musicales individuales juegan un papel central”, agrega el neurólogo.
La evaluación de preferencias musicales en el inicio del tratamiento, es importante, remarca el experto. “Se podría realizar una evaluación detallada de las preferencias musicales del paciente, identificando géneros, artistas y canciones específicas que generan una respuesta emocional positiva. Esta información sería crucial para diseñar un plan de musicoterapia que resuene con el individuo a un nivel profundo y totalmente personalizado”, dice.
Es aquí cuando el hecho de pensar playlists personalizadas “antidepresivas” es algo que no parece tan lejano. “Basado en la evaluación de preferencias, los terapeutas podrían crear playlists personalizadas que incluyan canciones seleccionadas específicamente para maximizar el disfrute y la resonancia emocional del paciente. Estas listas podrían ser ajustadas regularmente según las respuestas y el progreso del tratamiento”, explica el neurólogo.
Y suma: “Esto se pude integrar a su vez a terapias convencionales. La musicoterapia personalizada podría integrarse con terapias psicológicas como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). Por ejemplo, escuchar canciones preferidas antes o después de una sesión de terapia podría preparar emocionalmente al paciente o ayudar a consolidar el trabajo realizado durante la sesión”.
Y hace un análisis interesante: “Se suele ir a la música clásica, como diciendo esta música es buena o tiene cierto nivel. Y ese es un viejo mito. La verdad es que los musicoterapeutas usamos toda la música, porque la música que usamos es la que se relaciona con la historia de cada paciente, con el gusto musical de cada uno, con lo con lo los sonidos que lo han rodeado durante toda su vida. Esa es la diferencia. Nosotros no recetamos música. La música es dada por la historia y la relación, por el vínculo primario que viene desde que a uno lo están esperando nacer. O sea, es todo lo que tiene que ver en realidad con un vínculo emocional de las personas con la música y no con una receta del músicoterapeuta”.
Texto original de Infobae
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