Francia se enfrenta ahora a un punto muerto político después de que las elecciones parlamentarias asestaran un golpe al partido de extrema derecha Agrupación Nacional, pero no dejaran a ningún partido con mayoría absoluta.
Agrupación Nacional (RN por sus siglas en francés) quedó relegado al tercer lugar, detrás de una alianza de izquierda formada apresuradamente y de los centristas del actual presidente, Emmanuel Macron.
Esta alianza de izquierda, Nuevo Frente Popular (NFP), se convierte ahora en la mayor fuerza en el parlamento.
El primer ministro, Gabriel Attal, que forma parte de la alianza de Macron, iba a anunciar su renuncia pero se informó que el presidente galo le pidió que permanezca en su cargo “para la estabilidad del país”.
Aunque los resultados no afectan directamente el trabajo de Macron -quien todavía tiene tres años más en su mandato presidencial- el presidente deberá trabajar con este parlamento.
Podría llevar semanas formar un gobierno y, por si fuera poco, este impasse ocurre a solo 18 días de que París albergue los Juegos Olímpicos.
¿Cómo se llegó hasta aquí? Y ¿qué puede ocurrir ahora?
Una apuesta arriesgada
En junio Emmanuel Macron convocó elecciones anticipadas tras su derrota frente a la extrema derecha en las elecciones del Parlamento Europeo.
Dijo que su decisión de convocar elecciones, en un intento de frenar el ascenso de Agrupación Nacional de Marine Le Pen, era “la solución más responsable”.
“Francia necesita una mayoría clara en serenidad y armonía”, dijo.
Pero los comicios no estaban previstos ni eran necesarios.
Pero todo indica que no hizo el cálculo correcto.
Tras la primera vuelta, el 30 de junio, quedó claro que existía una alta probabilidad de que la oposición quedara como principal fuerza en la Cámara Baja, lo cual llevaría a un cambio de primer ministro.
Así, RN confirmó los pronósticos y se colocó a la cabeza en la primera vuelta.
Una alianza de izquierda formada expresamente para estos comicios –cuyo principal actor es La France Insoumise, un grupo de extrema izquierda- apareció en segundo lugar.
Tras conocer esos resultados, los votantes franceses se movilizaron para impedir que la extrema derecha de Marine Le Pen llegara al poder.
Y lo lograron en la segunda vuelta de este domingo.
Frenaron a la extrema derecha. Pero las elecciones arrojaron un resultado caótico, ya que ningún partido obtuvo suficientes escaños para lograr una mayoría absoluta de 289 escaños de los 577 en el Parlamento.
RN quedó relegado a un tercer lugar con 143 escaños; la coalición de centro de Emmanuel Macron se posicionó en segundo lugar con 168 y el NFP obtuvo 182 escaños.
Y la política francesa quedó así sumida en un punto muerto que podría durar meses.
político considerado por sus críticos como un extremista, no perdió tiempo en proclamar la victoria.
“El presidente debe llamar al Nuevo Frente Popular a gobernar”, les dijo a sus partidarios en la Plaza Stalingrado en París, insistiendo en que Macron tenía que reconocer que él y su coalición habían perdido.
Su alianza, formada apresuradamente para estas elecciones, incluye a su propio partido radical La France Insoumise, junto con los Verdes, los Socialistas, los Comunistas e incluso los Trotskistas.
“Estos partidos son un verdadero templo de opiniones muy amplias”, explica Nadia Ragozhina, periodista de la BBC.
“Se han criticado entre sí en el pasado y tienen algunas diferencias clave en su ideología y enfoque: van desde los socialdemócratas hasta los anticapitalistas acérrimos. Pero decidieron formar un bloque para mantener a la extrema derecha fuera del gobierno”, agrega.
Pero como la coalición no tiene una mayoría, no está claro quién o cómo se podrá gobernar.
“Francia se encuentra en una situación que nadie había previsto”, le dijo a la BBC el periodista francés Pierre Haski.
“Es una situación que los líderes de izquierda nunca habrían pensado hace un mes, y mucho menos habrán pensado en lograr una victoria relativa”, señala.
“La izquierda son aliados contradictorios”, dice Haski. “Han estado enfrentados y de repente han formado esta alianza que ha sido muy eficaz. Pero los líderes tienen diferentes agendas.
“Jean-Luc Mélenchon es un líder radical y está jugando a largo plazo. Quiere ser presidente en 2027. Pero los otros líderes saben que si esta coalición fracasa, perderán en tres años”, agrega Haski.
Mélenchon no parece estar perdiendo el tiempo. En cuanto terminó su discurso en la Plaza Stalingrado se dirigió a una plaza mucho más grande, la de la República, para celebrar su éxito ante una multitud de 8.000 personas cantando La Internacional, según cifras de la policía.
Para los seguidores de Agrupación Nacional, se interrumpieron súbitamente las celebraciones de su victoria en la primera vuelta.
Hace apenas una semana, todos hablaban de una posible mayoría absoluta, y hasta hace sólo dos días, Marine Le Pen y el líder de RN, Jordan Bardella, exaltaban las posibilidades de su partido.
Pero los franceses lo han dicho una vez más: no quieren que la extrema derecha esté en el poder.
Les dieron una gran victoria en las elecciones europeas, les dieron una gran victoria en la primera vuelta de estas elecciones parlamentarias.
Pero cuando llegó el momento decisivo, como ocurrió en las presidenciales, decidieron cambiar de opinión.
Marine Le Pen se mostró valiente ante su derrota. “Hace dos años teníamos sólo siete diputados. Esta noche, RN es el primer partido en Francia en cuanto a número de diputados”, declaró.
Y Le Pen tiene razón. En la última legislatura tenían 88 diputados y ahora ganaron más de 140.
Ningún otro partido tiene más de 100 diputados, porque los centristas de Macron y el NFP son ambos coaliciones.
Jordan Bardella se quejó de que su partido había sido frustrado por “alianzas deshonrosas y antinaturales”, forjadas por un “partido único” formado por el bando de Macron y la izquierda.
Como señala el periodista Pierre Haski, en estas elecciones RN “perdió, pero no ha sido derrotado”.
“Agrupación Nacional consiguió cerca de 10 millones de votos. Incrementó su proporción de legisladores en el Parlamento y está esperando la próxima elección”, afirma.
Por ahora, sin embargo, el hecho es que la mayoría de los franceses le dijo “No” a la extrema derecha, ya sea porque se opone a sus ideas o porque teme el malestar que inevitablemente provocaría su llegada al poder.
La extrema derecha nunca ha gobernado en Francia como resultado de elecciones democráticas.
El NFP ya dijo que quiere presentar un candidato para primer ministro antes de finales de semana.
“Por convención, el presidente de Francia nombra a un primer ministro de la formación parlamentaria más numerosa, y el NFP señala que deberían ser ellos”, explica Hugh Schofield de la BBC.
“Y varios nombres se están barajando”, agrega. “Jean-Luc Mélenchon es ampliamente el líder más conocido del NFP, es una figura divisiva y, si al final es necesario llegar a acuerdos con el centro, no es el hombre indicado para hacerlo”.
Además, Macron ha dicho en varias ocasiones que no lo aceptará como primer ministro.
También se plantean otras posibilidades con los líderes de los otros partidos del NFP, como Marine Tondelier, de los ecologistas, Olivier Faure, de los socialistas, el comunista Fabien Roussel y Raphaël Glucksmann, del pequeño partido Place Publique, que obtuvo buenos resultados en las elecciones europeas.
El expresidente François Hollande, elegido diputado el domingo, podría desempeñar un papel clave en la apertura de contactos con el centro, aunque ha dicho que no quiere ser primer ministro.
“La dificultad es que todos estos nombres se adhirieron al programa del NFP cuando se formó hace tres semanas para bloquear a la extrema derecha”, explica el corresponsal de la BBC.
“Ese programa incluye la revocación de las reformas de pensiones del presidente Macron y la redistribución de la riqueza mediante aumentos de impuestos para los más pudientes”.
La pregunta ahora es si todos ellos estarán dispuestos a abandonar esos compromisos como condición para compartir el poder.
Pero también está la posibilidad de que algunos miembros más moderados del NFP se vean tentados a separarse de la coalición y unirse al grupo de Macron para formar un gobierno de centroizquierda.
Si no se logra reunir una mayoría que funcione, el presidente Macron puede pedir al partido más grande que encabece un gobierno minoritario.
Otra opción es nombrar un gobierno tecnocrático, pero es poco probable que sobreviva por mucho tiempo.
Podría generarse inestabilidad política, especialmente porque el presidente no puede convocar nuevas elecciones parlamentarias hasta dentro de un año.
Así las cosas, todos los partidos que se unieron para formar el Nuevo Frente Popular ahora deberán decidir cómo pueden y quieren gobernar.
La nueva Asamblea Nacional deberá reunirse en 10 días, poco antes de que comiencen los Juegos Olímpicos el 26 de julio. ¿Habrá para entonces un acuerdo sobre quién será el nuevo primer ministro o tomará más tiempo?
Texto original de BBC Mundo
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