El imán Marwan Gill es el presidente de la comunidad musulmana Ahmadia en la Argentina y lleva años desarrollando una relación de coexistencia ecuménica en la región, fomentando actividades comunes y áreas de cooperación. Desde el 7 de octubre, cuando Hamas atacó brutalmente el sur de Israel y desató una guerra en la Franja de Gaza, no dudó en condenar el terrorismo. Además, remarcó la crisis insostenible que sufre la sociedad civil palestina desde que comenzó el conflicto.
En diálogo con Infobae habló de la hipocresía de los líderes políticos y religiosos, y destacó “la falta de brújula moral y ética”, en quienes no denuncian la matanza de Hamas y hacen silencio sobre la situación en Gaza. “El Islam en ninguna circunstancia permite actos terroristas o bélicos contra civiles e incluso en el estado de guerra de una guerra legítima”, afirmó
—Ya pasaron seis meses del ataque de Hamas el 7 de octubre y de la guerra en Gaza desatada tras la masacre del grupo terrorista, ¿cómo analiza el escenario?
— Después de seis meses vemos que estamos más lejos, no de la paz, sino de la convivencia. Pasaron seis meses y todavía más de 100 personas siguen cautivas, y, por otro lado, hay más de 30.000 personas muertas y casi más de un millón al punto de la hambruna por la escasez de alimentos. Entonces se puede concluir que después de la Segunda Guerra Mundial, esta es una de las peores catástrofes humanitarias del siglo, y sin precedentes.
— Nombró la desesperante situación de los 133 rehenes israelíes que siguen en Gaza y, en general, hoy ocupa más espacio mediático la guerra y no el destino de los secuestrados, ¿por qué cree que sucede?
— Cualquier persona que no condenó el ataque terrorista que ocurrió el 7 de octubre y no siente una empatía con los familiares de los rehenes, y que no alza su voz a favor de su liberación, debe realmente cuestionar su moralidad, su brújula moral y ética. Y al mismo tiempo, creo que aquellas personas que siguen justificando la guerra en Gaza también deberían cuestionar su moralidad y ética. Lo que realmente me preocupa mucho es que en siglo XXI, después de dos guerras mundiales, después de la Shoah, después de la pandemia, parece que no hemos aprendido a valorar y respetar la santidad de la vida o respetar la dignidad de la vida. Hay que cuestionar el rol de Occidente y a todos esos países que apoyan directa o indirectamente a Hamas. Esto me recuerda al dicho de Martin Luther King: él solía decir que no le preocupaba la maldad de los malos, sino el silencio de los buenos, de los moderados.
— Hablaba del silencio, de los moderados, de la brújula moral, ¿dentro de su comunidad se habla del 7 de octubre? ¿Cómo abordan este tema?
— El Jalifa de nuestra comunidad, el líder mundial global de la Comunidad Ahmadía, ya en el primer sermón de viernes después del 7 de octubre, condenó pública y abiertamente a nivel global el accionar de Hamas. Nosotros tenemos miembros que fueron perseguidos por Hamas y siguen viviendo esa realidad. Entonces nuestra comunidad defiende categóricamente la santidad de la vida, sin distinción de su etnia o su religión, y por eso nosotros aclaramos que lo que hizo Hamas contradice los preceptos básicos del Islam. El Islam en ninguna circunstancia permite actos terroristas o bélicos contra civiles e incluso en el estado de una guerra legítima. El profeta del Islam prohibió atacar lugares públicos, templos, hospitales, escuelas y asesinar a gente civil.
Entonces, el Corán enseña que incluso si hay una enemistad entre dos pueblos, no se puede sobrepasar los límites morales básicos. Los derechos humanos, que hoy en día incluso están determinados por los Convenios de Ginebra, por las leyes internacionales. Y yo en Argentina, ya el 8 de octubre como un referente del Islam en Argentina, salí públicamente a condenar lo que hizo Hamas.
— Sin embargo cuesta ver que otros referentes mundiales del Islam conden así, abiertamente, ¿por qué cuesta tanto?
— Creo que los musulmanes que no condenaron lo que hizo Hamas el 7 de octubre, no tienen una base religiosa, sino que es más que nada por una mirada geopolítica que yo, en este caso, no comparto. Creo que más allá de la visión geopolítica o territorial, hay que defender o condenar categóricamente la matanza y la masacre de personas inocentes, civiles. Por eso considero también que hay luchar contra las armas, contra el terrorismo y, por supuesto, defender el derecho legítimo de Israel a defenderse. Pero, no se puede justificar la muerte de más de 30.000 personas civiles inocentes que no tienen nada que ver con Hamas. Entiendo muy bien la lucha o nuestro compromiso como humanidad contra el terrorismo, pero no se puede usarlo como una licencia para la muerte de tantas personas inocentes y un catástrofe humanitaria sin precedentes.
— Lo que hace imperiosa una negociación…
— Cuando Netanyahu anunció la guerra, sus objetivos principales eran liberar a los rehenes y eliminar a Hamas. Y ahora, después de seis meses, estamos aún más lejos de ambos objetivos. La liberación de rehenes que se logró fue a través de la negociación. Y está claro que la muerte de cada persona inocente en Gaza brinda más oxígeno al terrorismo, a los movimientos terroristas. Para mí, el primer paso ahora es el cese al fuego, terminar la guerra, terminar con el acto bélico, terminar con el sufrimiento humanitario. Pero también hay que resolver, porque para mí Hamas no es el origen del problema, es el síntoma de un problema muy grave. Y hay que ir a la raíz, al origen de ese problema y también sacar del medio todos esos obstáculos que impiden la convivencia entre palestinos e israelíes.
— Hay movilizaciones masivas en Israel exigiendo un acuerdo e, incluso, muchos piden que Netanyahu dé un paso al costado. Pero la intransigencia no es solo israelí porque cada vez que parece estar cerca un acuerdo, Hamas se retira de las negociaciones…
— Hamas es un obstáculo, pero también creo que no es correcto el análisis de que se le puede echar la culpa de todo el fracaso de las negociaciones porque detrás de ellos, incluso con financiamiento, hay países vecinos. Y, por supuesto, también hay que cuestionar y criticar la pasividad de los países vecinos, de los países árabes, que parece que a ellos tampoco les importa tanto resolver la cuestión palestina.
— Bueno, de hecho, los países árabes durante mucho tiempo en la historia reciente han controlado ese territorio y no han resuelto la cuetión palestina…
— Sí, por eso hay también tanto malestar en el pueblo musulmán con sus líderes. Porque hay doble moral: en discursos condenan, pero realmente no presentan un plan para presionar o para negociar con Israel.
— Desde el 7 de octubre hay niveles muy altos de antisemitismo y también, en ciertos lugares, se ha profundizado la islamofobia. ¿Cómo lo vive usted, como líder religioso?
— Hace poco estuve con un rabino que es muy amigo mío y los estaba acompañando en la calle hasta que consiguiera un taxi. Pasó uno y no lo levantó. Él es un rabino ortodoxo, es decir que se ve que es una persona de la comunidad judía. La situación realmente me entristeció, yo me solidaricé con él en ese momento y me dijo: “No, no te preocupes, ya me acostumbré. Esto me pasa en los últimos seis meses cada vez más seguido”. Entonces, es cierto que el 7 de octubre ha desatado un nueva brote de antisemitismo y también de islamofobia en nuestras sociedades y lamentablemente en Argentina. Nosotros, en general, habíamos logrado una buena convivencia, una buena coexistencia, incluso una amistad, una fraternidad entre judíos y musulmanes. Era común compartir la cena de Iftar, la cena de Pesaj entre amigos judíos y musulmanes, pero lamentablemente ahora hemos importado los conflictos a nuestras sociedades, a nuestras relaciones y es cada vez más difícil sentarse a la mesa, especialmente en el momento de las relaciones institucionales.
Texto original de Infobae
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